—¿Quién es el periodista peruano?
Escuché la pregunta, pero no pude responder. La repitieron y logré hacerme oír: yo era. Me miró con asombro. ¡Pero cómo era posible que hubiera sucedido eso! ¡Qué pena!, que mirara nomás cómo estaba. Yo había tratado de explicar, pero no me habían creído, dije. Un soldado trajo una camisa de talla muy chica y un pantalón que me quedaba corto; los zapatos, en cambio, eran tan grandes que se me salían al caminar. Con ese atuendo me llevó hasta el grupo de periodistas que se encontraba en un sitio cercano.
Reconocí a varios que había visto durante las conferencias de prensa, uno de El Día, otro de Excelsior, una señora de edad madura. Cuando estuve entre ellos se acercó otro sujeto e interrogó al que me había conducido hasta los periodistas, éste respondió que yo era periodista peruano y que mis papeles estaban arriba. No, él no los había visto; bueno, era que ya antes se había aclarado todo; no, tampoco se haría responsable. Se alejó dejándome en manos del que había intervenido en el último momento, éste me sacó de entre los periodistas.
—óigame —dije con desesperanza—, me han estado golpeandotoda la noche y ahora que se aclara la verdad usted vuelve a empezar.
Que me iría peor si lo estaba engañando, respondió mientras me llevaba otra vez hacia los detenidos; que yo no hablaba como peruano y a él le parecía que no lo era.
—Si ya te reconocieron —dijo—, eres de Filosofía.
Vi cerca a un individuo que, cuando me llevaban con los periodistas, se había acercado al que ahora me interrogaba. Un policíade la Facultad, pensé. Insistí en que era periodista peruano.
—Muy bien —respondió—, si lo eres ya se verá. Pónganlo entrelos especiales para investigarlo.
Me llevaron hasta un grupo más reducido que el anterior. Osuna,de Economía del Poli, sangraba abundantemente por la boca y lanariz, tenía los labios destrozados. Ahí fotografiaban a los "especiales", pero antes me hacían a un lado para fotografiarme despuéssolo. Creí que era estudiante: llevaba bigotes a lo Zapata, pelohacia un lado y sobre la frente, era delgado y muy joven; pero, cuando adelantó la mano para apartarme de los que iban a fotografiar, vi el guante. Casi no se movió mientras los "especiales" éramos trasladados a las afueras de la Unidad. Parecía estar absolutamente solo.
A cada "especial" lo llevaban dos soldados, lo tomaban de los brazos, se los cruzaban a la espalda y lo levantaban en vilo para llevarlo hasta los transportes militares estacionados fuera de la Unidad. Al cruzar los espacios entre un edificio y otro, se detenían, esperaban un momento, y echaban a correr con todo el cuerpo inclinado hacia adelante y el detenido a rastras: los soldados que se encontraban junto a la plaza tenían orden de disparar contra todo lo que se moviera.
Yo fui uno de los últimos. Cuando oí: ¡Llévense a éste!, no tenía la más remota idea de a dónde me conducirían y qué harían con nosotros. Me cruzaron los brazos a la espalda. Sentí un agudo dolor en los hombros cuando empecé a caminar con los brazos levantados sobre la espalda. En el camino había grupos de soldados que organizaban campamentos, algunos comían. Muchos se encontraban a la orilla del camino insultándonos, gritando sandeces y necedades. Otros sólo veían y sus rostros expresaban, por encima de cualquier otra emoción, incredulidad. Casi todos proferían un insulto, en ocasiones acompañado de un golpe o una patada, y volvían a las fogatas.
Lo vi desde lejos porque se encontraba en medio del camino adoquinado, de pie, sostenía una vasija de metal con206 una mano. Me vio cuando me acercaba y mantuvo la otra mano dentro de la vasija, permaneció inmóvil. Endurecí el estómago y aparté la cara lo más que pude. Cuando pasé junto a él, sacó la mano y me puso en la boca algo que estuve a punto de escupir pero reconocí antes de hacerlo.
—Toma, chavo —hizo un rápido movimiento.Era melón.
-Luis Gonazales de Alba.
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Tlatelolco 1968
Historische RomaneRelatos, poemas y todo lo relacionado acerca del movimiento estudiantil de 1968 en México donde los estudiantes, trabajadores, niños y padres de familia se unieron con la idea de cambiar a México (Y lo hicieron), sus historias merecen permanecer en...