Capitulo Único

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DISCLAIMER: Los personajes de Hetalia pertenecen a Himaruya Hidekaz, las imágenes usadas tanto en la portada del libro como del capitulo no me pertenecen. Todos los créditos a sus respectivos autores.

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Feliciano es el novio perfecto: Apuesto, comprensivo, detallista, romántico, un excelente chef y un dios en la cama, irradia alegría a donde sea que va, su mirada tiene luz propia y su sonrisa es tan cálida que derrite hasta el iceberg más grande. Tal vez es por todas estas y otras virtudes que tiene, que aunque me entristeció cuando nuestra relación terminó, no me sorprendió. Después de todo, creo que muy en el fondo, sabía que algún día tenía que pasar, ya me lo esperaba; y es que ¿quien, en su sano juicio, no se enamoraría de él? Él, que con tan solo dirigirte la mirada te hace sentir la persona más especial del mundo. Me pasó a mí, le pasó a algunas personas de la universidad donde él y yo nos conocimos, y le pasó a ese hombre alemán de su trabajo; aunque me enteré de la peor (o mejor, dependiendo desde donde se mire) forma posible: De boca del mismo Feli.

Al principio no se me hizo extraño, el día que lo conoció y llegó al apartamento que compartíamos hablando emocionado sobre el nuevo ingeniero de la empresa a la que pertenece. Feli siempre ha sido sociable, le emociona conocer gente, por lo que no le tomé mayor importancia al hecho de que sus ojos brillaban mientras describía lo rubio de su cabello y lo azul de sus ojos, lo único que me importó es que él estaba feliz, y si él estaba feliz, yo también.

Pero cuando el alemán se empezó a colar en nuestras conversaciones más seguido, empecé a sospechar; nunca se lo hice saber, por supuesto, pero estaba celosa, siempre era "Ludwig esto, Ludwig aquello" ¿y que había de mí?. En retrospectiva, tal vez ese fue mi error, pensar en mí, únicamente en mí; Feliciano me hizo sentir especial, única, no había día en que no me dijera lo hermosa que era y lo mucho que me amaba, no lo voy a negar, me gustaba la atención que recibía de su parte, me gustaba tanto como para olvidar que una relación es de dar y recibir, creo que eso fue lo que pasó, Feli encontró en Ludwig lo que yo encontré en él, lo que yo olvidé darle, y no lo culpo, pero me duele, porque para desgracia mía, lo encontró en otra persona mientras estaba conmigo.

Ya no era yo la dueña de sus sentimientos, lo sabía, muy, muy en el fondo, pero no quería aceptarlo, necesitaba que la realidad me golpeara en la cara, una confirmación innegable y la encontré cuando él me mostró sus libretas de dibujo.

Feli y yo nos conocimos en la universidad, ambos estudiamos diseño gráfico, yo tenía problemas con las materias de dibujo, por lo que buscando mejorar mis notas acudí al estudiante estrella de esas clases.

Le pedí asesorías después del horario escolar y me ofrecí a pagarle, cosa que él no acepto.

—Mínimo, déjame invitarte al almuerzo, no comemos nada desde hace unas horas y cerca de aquí hay un restaurante que vende la mejor pasta de la ciudad.

Su mirada en ese momento brilló, y yo quedé fascinada. Desde ese día, después de las clases particulares que me daba, íbamos a comer, y entre charla y charla, me fue imposible no enamorarme, tiene un alma bellísima. Cuan dichosa me sentí cuando él dijo que sentía lo mismo por mí. Los años que pasé con él fueron los mejores de mi vida, años llenos de alegría y de retratos, desde bocetos que hacía de mí cuando estaba distraída hasta retratos de cuerpo entero para los que me pedía posar, retratos grandes y pequeños que me regalaba de vez en cuando, los cuales, curiosamente, dejaron de llegar poco después de que conoció a Ludwig.

Esa noche llegué al apartamento cuando Feli ya estaba ahí, y tenía todas sus libreta regadas por la mesa del comedor, ni siquiera me miró a los ojos cuando lo saludé, y lo conozco lo suficiente como para saber que cuando evita la mirada es que se siente culpable, algo había pasado, y yo no estaba segura de querer enterarme, sin embargo, la decisión no era mía.

—¿Cómo te fue Feli? Llegaste temprano, ¿ya cenaste?

—Si, te dejé comida en el microondas, si quieres puedes calentar y sentarte un rato conmigo ¿por favor?.

—Seguro, ¿algo anda mal?, luces como... apagado.

—Quiero mostrarte algo, ten, mírala.

—Okey...—Empecé a ojear la libreta que me pasó, al principio había dibujos de mí, pero a medida que avanzaba en las páginas, estos eran cada vez más escasos, y se hacían más frecuentes los de un hombre con rasgos fuertes y marcados, europeos, alemanes. —No... entiendo, Feli. —Fue difícil para mí no quebrarme ahí mismo; lo entendía, entendía perfectamente, pero no sería capaz de creerlo hasta que él mismo me lo dijera, no quería escucharlo, pero sabía que lo necesitaba, necesitaba que fuera directo.

—Ya no soy feliz contigo, amor, lo siento.

Me quedé en silencio. No quería hablar, no podía hablar si no quería romper en llanto, toda mi concentración estaba en contener las lágrimas, mientras trataba de no dejar escapar sollozos intentando respirar profundo. Me sentí morir, pero no podía demostrarlo, él me estaba mirando, y era obvio que ya se sentía mal, así es Feli, tan puro que le duele lastimar a la gente que quiere, yo no quería hacerlo sentir peor. No debía llorar. Finalmente logré calmarme lo suficiente como para hablar sin la voz quebrada.

—No lo sientas, Feli. Créeme, te entiendo. No te sientas mal por mi. —Mi voz se quebró un poco al final, eso le preocupó, porque apenas se dio cuenta me preguntó si estaba bien. Cuando le respondí que sí, el siguió disculpándose.

—De verdad lo siento, perdóname bella, yo no quería que esto fuera así.

—Hey, no te culpes, son cosas que pasan, yo...—Miento —estoy bien. Tan amigos como siempre ¿no?—Miento y sonrío, él estaba casi llorando también, no aguantaría mucho más, yo debía ser fuerte por los dos. Trataba de convencerme de que todo era una pesadilla, que en cualquier momento despertaría gracias al beso que me daba todas las mañanas, quería creer que no era el fin para nosotros dos, aunque estaba consciente de que sólo me engañaba a mí misma, por el momento, sólo por el momento eso me ayudaría a contener el llanto, por lo menos hasta que él saliera de casa; sabía que después de esta charla querría alejarse, darme tiempo a solas, porque me conocía tan bien como yo a él, y así como yo sabía que se estaba conteniendo, Feli sabía que yo también lo hacía.

Respiré profundo, aunque había un nudo en mi garganta que me hacía cada vez más difícil la tarea, trataba de hacerlo disimuladamente, no podía dejar que él viera lo mucho que esto me dolía.

—Me... quedaré con mi hermano esta noche.—Empezó a recoger todas las libretas de la mesa y a guardarlas en una mochila que sorprendentemente no había notado

—Seguro, ¿te llamo un taxi?.—Mientras tanto, yo buscaba en la licorera una botella de vino, siempre acompañaba mis comidas con un poco de vino, por lo que, aún si esta vez se podría prestar a otras interpretaciones, no sería realmente extraño para él, aunque, de suponer que la razón por la que buscaba alcohol era diferente esta vez, no estaría realmente equivocado.

—No será necesario, Lovino ya me está esperando. —Murmuró acomodándose el abrigo, yo lo veía y sentía que se me caía el alma a pedazos, que el sueño en el que estuve todos lo años que él estuvo conmigo, se estaba diluyendo.

—Oh...—por distraído que pareciese, Feliciano podía ser muy audaz cuando lo intentaba.—Bien, entonces, buenas noches.

—En serio lo lamento.—Ya casi estaba justo en la puerta, sólo un poco más.

—Por favor, no te disculpes más, cuídate mucho, Feliciano. Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida, espero que sean muy felices.—Sinceramente, desde el fondo de mi corazón, le dije lo que pensaba justo en ese instante. Me abrazó, le correspondí. Un momento, debía aguantar sólo un momento.

—Tú también, (Nombre), que seas feliz. —Dejó un beso en mi frente y salió. 

Apenas la puerta se cerró, corrí a la ventana para verlo marcharse en el auto de su hermano. Cuando perdí el vehículo de vista, por fin, mis lágrimas se desbordaron y pude soltar todos los gritos y sollozos que estaba guardando desde hace ya un rato.

A la mañana siguiente, amanecí con resaca.










Novio perfecto (Lectora x Italia x Alemania)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora