💚Se mí Pambisito💚 (DalasxDross)[Completa]

๑.. Nuestro secreto [Fin] ..๑

Giro el pomo y abro despacio, hasta que mis ojos consiguen verla sentada en nuestra cama.

—¡Cariño! Disculpa por no estar lista aún. Me entretuve viendo la foto que tienes con Dross —ríe, enseñándola—. No entiendo por qué la escondes, ¡sí te ves súper chulo!.

El desequilibrio en las piernas y el frío en mi espalda, aumentan con cada paso que doy hacia ella.

—No la recordaba.

Una línea entre sus cejas aparece, al mismo tiempo en que sus ojos se estrechan.

—Dalas —dice, seria—. Te he visto revisar el libro muchas veces.

—¿Me espías?

—¡No quise hacerlo! Pero después de tanto tiempo me ví obligada.

—¡No debiste, son mis cosas!. —Le arrebato la foto—. Dame el libro.

—¡¿Qué diablos te pasa?!

Al levantarse de la cama bruscamente, el sonido de sus tacos causan eco en la habitación.

—¡Sé que hice mal, pero no puedes tratarme así!. —Alza el libro—. ¿Quieres una disculpa? Está bien.

¡Perdón por preocuparme por ti, idiota!. —Tira el libro al suelo.

Tras su caída, un sutil desliz entre las hojas capta nuestra atención. <<¡La carta!>>. Inmediatamente me lanzo al suelo para cogerla. Pero Lizy la consigue primero.

—¡Suéltala, por favor!

—No, ¡hasta que sepa lo qué escondes! —grita, abriéndola.

Los segundos pasan como el mismo infierno, pues su expresión se va tornando triste.

—¿Dross es tu amante? —susurra, mirándome con los ojos cargados de lágrimas y dolor.

—No. Pero no negaré haberla escrito.

—Me levanto —Jamás la llegó a leer—. digo, nostálgico—. Ni lo hará.

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Un inquietante abrigo de oscuridad nos rodea, mientras la llama de las velas danzan con ráfagas de invierno.

—Dalas, primero debemos crear un escudo protector.

—¿Cómo se hace?

—Imaginándolo. Al principio lo haremos alrededor de la tabla, después de nosotros y por último en toda la habitación —indica, abriendo sus palmas—. Dame las manos.

Sí fuera el mismo de hace unos años, diría que esto es una chorrada. Pero es porque estoy con él, que lo haré.

—Bien.

Justo después de cerrar nuestros ojos, mis yemas se sumergen entre sus largos dedos. Y mis labios dejan escapar un suspiro.

—Es suficiente —avisa, soltando mis temblorosas manos—. ¿Estás listo?

—Sí.

Ambos colocamos nuestro índice encima del puntero, respirando profundamente antes iniciar.

—¡Requerimos de tu presencia, Lizy!. —Supervisa la habitación—. Sí estás aquí, ¡habla con nosotros, por favor!

Observamos el tablero en espera de una respuesta. Y de pronto, el puntero se arrastra hasta parar en el “hola”.

—Dross, está funcionando.

—Alto, debemos confirmar —susurra —. ¡¿Eres Lizy?!

El puntero reacciona ante su pedido, llegando al lado izquierdo dónde está el “Sí”.

—¿Puedo preguntar ahora?

—Aún no —dice, cerrando los ojos—. ¿Sabes quién es la persona frente a mi?

Nuestros dedos comienzan a ser guiados por movimiento pausados, hasta formar una frase con todo el semicírculo.

—¿Dalas = a puta…?

—¡Es ella, definitivamente! —exclamo emocionado, ante la mirada desconcertada de Dross.

—Sí eso te basta… —suspira, ladeando la cabeza—. Adelante. —Asiente.

He esperado tanto por esto, me encantaría poder hablarle y preguntarle sobre tantas cosas. Pero, sé que es tiempo de dejarla ir.

—¿Recuerdas cuándo dudaste sobre mis sentimientos? Te dije: te amo —susurro, recibiendo un “sí”—. Era verdad. Aunque al principio tú solo eras una excusa para olvidarme de esa persona. Sí, te amé. —Cierro los ojos—. Tanto que al dejar a Miare y tener la oportunidad de entregar la carta. No lo hice —suspiro, abriendo los ojos—. Lo lograste, lograste soportar por años a una persona tan cabezota como yo, sin siquiera estar segura de lo que sentía.

Los ojos de Dross me observan fijamente, sin dejar de pulular.

—Contigo aprendí... —Saco de mi bolsillo la carta—. Que vale la pena arriesgarse por lo que amas.

Suelto el puntero acercándome más a Dross, mientras las lágrimas escapan por mis mejillas.

—Puedes dejar de mover —sonrío, cogiendo su mano.

—Lo siento, no quise mentir…

—No. Perdóname tú, por haber tardado tanto. —Le entrego la carta, acariciando nuestras almas con los labios—. También me gustas, Ángel.

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¡Atención!.

Después de leer ésto puedes disfrutar de un extra. Y si la historia tiene un número de vistas considerable, ¡publicaré el contenido de la carta!

Sin más que agregar, espero te hayas entretenido con la historia. ¡Muchas gracias por leer! ¡Te esperaré en la siguiente!

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