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- ¿Creías que ibas a escapar de mí?

Preguntó aquel chico con arma en mano, mientras caminaba hacia uno de sus hombres. Uno de los que había entregado su mayor confianza. Pero claro, todos eran de la misma calaña en una jauría de perros.

- Vaya, pensar que eras mi hombre de confianza -sonrió pegando la suela de su zapato cerca a la entrepierna de aquel hombre, acercándose a su rostro con un aura amenazadora y arma en mano- ¿Qué se sintió Junho? Dime

Susurró el menor, con esa mirada frívola de siempre, con una sonrisa que denotaba diversión y odio a la vez.

- ¿Te gustó verme la cara de tonto?

Pateó la silla sin darse cuenta como a los segundos una explosión se desató en la parte trasera arrasando con gran parte de su cocina.

- Maldita sea.

Chasqueó la lengua.

- E-ellos vendrán por ti

Pronunció el contrario, aún con la sangre cayendo por sus nudillos, aún con las manos atadas detrás de aquella silla luego de haber sido arrastrado y torturado por chico hombre de cabellos negros y sonrisa gatuna.

- uh~ mira como tiemblo

Habló con una sonrisa sádica, mientras preparaba aquella arma en su mano, llevándola detrás de su espalda para empezar a caminar de tal forma hasta una de sus escotillas. Lugar donde poseía una gran parte de sus armas y parte del dinero. Aunque no era tan tonto para guardar todo ahí. Sólo era un 1/10 de todo lo que poseía.

- ¡Ellos no tardarán en venir por ti!

Gritó aquel hombre antes de ser disparado por un bala gracias a uno de los hombres de aquella banda del señor Lee. El jefe de una de las mafias más conocidas y dueño de casi todo los trabajos sucios de Seúl. Matar era una de ellas, por lo que la sangre ya no tenía ningún efecto en los ojos del gran Minho. Su vida era una posilga. Su vida estaba destrozada ya desde mucho tiempo y no había quien pudiera salvarlo.

- Vuelen todo

Dictó aquel chico al salir con una bolsa llena de lo necesario.

- Pero señor, queda aún la mitad de las armas acá

Habló uno de los hombres. Minho sólo volteó caminando lentamente hacia él, arreglando su atuendo mientras sonreía acercándose a su oído.

- Te vas o te vuelo con todo. Tú decides.

El hombre al pensar no le dio más vueltas. Ya se daba cuenta porque Lee Minho le resultaba tan frío y calculador en aquel mundo lleno de psicópatas. Aquel hombre no tenía ningún rastro de debilidad o temor. Al contrario de aquel muchacho, quién era nuevo en la banda. Hijo de los segundos mejores mafiosos, pero tan débil como para matar una cucaracha.

- ¡Felix, camina!

Ordenó el jefe ya hartó. El chico de pecas sólo asintió, tomando lo necesario, corriendo detrás de él, escuchando como poco a poco aquel fuego arrasaba con todo. Viendo cómo ante sus ojos aquel lugar donde había estado poco tiempo desaparecía ante sus pupilas.

- Señor

- Si dirás algo de la explosión, déjame decirte que no hay retorno. No viviremos más acá.

- No, yo-

- No quiero ninguna sola palabra Felix. Eres nuevo lo sé. Pero el vivir no es una opción en estos momentos. Son ellos o nosotros. Y definitivamente no dejaré que sean nosotros.

- Jefe...

Lee Minho sólo volteó, su sonrisa no estaba, y ante sus ojos la única parte de él dejaba de estar frente a todos. Ese era el principio del final. En su vida no había un retorno a la felicidad. Pero, ¿Cuándo lo había sido?

- Minho, vamos

Éste asintió luego de haberse quedado a ver aquel desastre, caminando hasta llegar cerca a Seo Changbin, su mano derecha, subiendo a aquella camioneta para que empiece a conducir, desapareciendo del lugar, yéndose muy lejos donde nadie pueda encontrarlo.

Una parte había desaparecido hace mucho, pero no evitaba extrañar las sonrisas de sus padres. Muy dentro de él parecía quedar aún esa sensación de aquel niño que fue destrozado.

[...]

Por otro lado se encontraba la camioneta de la unidad 2503, dirigida por el policía más respetable de aquel escuadrón, quién ahora estaba viendo por el lado derecho de aquel auto, apegado a la puerta mientras empezaba a jugar con sus nudillos a medida que el mayor de todos los policías, Chris, conducía por él.

- ¿No deberías descansar un poco?

Preguntó el mayor.

- Debería -pronunció más su mirada se fue por aquel reflejo de su rostro en medio de aquellos lugares a los que pasaba- debería

Habló lo más que pudo sin saber porqué sentía una opresión en su pecho. Era su primera vez persiguiendo a alguien. Y era una sorpresa el haber rastreado a uno de los hombres más buscados en todo Seúl. Más no sabía cómo comportarse a una situación así. A pesar de ser tan arriesgado en muchos casos, cuando se encontró con aquel de apellido Lee, sus fuerzas se esfumaron. Ese beso rondaba en su cabeza y no dudaba en tratar de acordarse donde haberlo visto en sus pensamientos.

¿De dónde te conozco?

Se preguntó mientras trataba de tapar con sus manos aquellos brazos desnudos que ahora tenía por usar aquel uniforme poco común en el escuadrón. Más poco a poco se olvidó del frío y empezó a tomar una de sus cuadernos para empezar a notar todo lo que había observado hasta ahora.

- ¿Qué haces?

Preguntó el pálido.

- Busco información

- ¿De aquel hombre?

- Se siente raro, suelo ser muy estricto en estos casos. Pero ese hombre es distinto

- Claro que lo es. No siempre besan a nuestro mayor -rió

- ¡Hey!

- Vamos, acepta que te gustó

- Si claro, es Lee Minho, de él nada me gustará

- Sí eso dices. A muchos llegan a gustarle los hombres malos, ¿Por qué a ti no?

- ¿Tal vez porque me gustan las mujeres?

- Si, a otro gato con ese cuento -sonrió con la mirada adelante- veamos cómo sigues con esa misma frase después de que se encuentren

Sonrió. El menor sólo bufó, cruzándose de brazos. Nunca iba a enamorarse de un chico así. Jamás. O eso era lo que pensaba mientras aquel auto 2503 seguía su curso.

MR. LEE [MINJEONG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora