Extra 1

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La revelación

Fue en uno de esos veranos que Dipper se sinceró con sus familiares.

— ¿Estás seguro?— preguntó Mabel, Dipper observó, una vez más, la pulsera que su gemela le había regalado hace años y asintió nervioso. La castaña le sonrió y posó un brazo por sus hombros para atraerlo formando un abrazo.

— p-pero estarás conmigo ¿Verdad?— dijo con rapidez temiendo que la castaña le dijese que no, aunque ella ya le había jurado que estaría a su lado en cada momento, Mabel suspiro.

— ¿Cuántas veces debo prometerlo, Dipper?— lo decía de broma, pues no importaba cuantas veces el castaño le preguntase ella seguiría contestándole con una sonrisa— claro que estaré contigo, bobo.

— quería asegurarme— su voz se tranquilizó y volvió a ser el sarcástico chico. Ambos iban, como todos los años, para celebrar su cumpleaños. Cumplían quince años en unas cuantas semanas y Dipper había tomado la decisión de contarles su secreto a sus tíos, confiaba en ellos y deseaba que no lo rechazaran. Mabel ya le había tratado de convencer que algo así no podía pasar, que sus tíos los querían y que eso no cambiaría por nada en el mundo. El castaño no estaba muy convencido.

De tan solo recordar cuando se lo dijo a sus padres, estos casi hacen sus maletas y los mandaban a algún lugar lejos de ellos. Sus rostros inexpresivos y decepcionados eran algo que no podía olvidar para compensar el "desagrado" que habían tenido sus padres Mabel se portó como una señorita y la atención fue a ella, sus padres pronto lo aceptaron, o mejor dicho, se resignaron.

Mabel lo hizo por obligación, sabía que sus padres juzgaban tanto con la mirada y con las palabras todo lo nuevo para ellos. Dipper no sería la excepción. Lo mejor que se le ocurrió fue dejar sus clases por un tiempo y tratar de no causar problemas, así su madre estaría contenta de tener a su mujercita de regreso y la casamentera volvió a su juego. Dipper quiso oponerse pero la idea de no tener a sus padres mirándolo a cada rato y murmurando a sus espaldas era tentadora. Al final eligió ser un poco egoísta.

— ¡Te compraré maquillaje!— escucho decir a su madre una tarde— ¡Estarás tan hermosa que ningún muchacho podrá resistirse!— Mabel forzó una sonrisa y apretó las mangas de su suéter. Claramente odiaba esto.

— mamá, pronto serán los exámenes necesitamos estudiar— dijo con timidez, la madre de ambos lo miro de arriba para abajo como un extraño pero luego le sonrió y su voz risueña volvió a sonar.

— ¡Es cierto! Gracias por recordármelo, Dipper querido. Mabel, no debes descuidar tus estudios luego continuamos con el maquillaje.

— gracias por eso, DipDip— pero Dipper no sonreía, estaba cabizbajo y jugaba con sus dedos torpemente. Mabel se acercó y le preguntó qué pasaba— no la estás pasando bien y es mi culpa. Perdón por ser egoísta y no intervenir antes.

— ¿Pero qué dices? Dipper, puedo tolerar a mamá y su jodida obsesión con la belleza superficial, fue mi elección, deja de atormentarte.

Sus padres lo habían sabido el mismo año que ellos regresaron a California a sus trece años.

Fue después de un par de días de llegada que se decidió armar de valor y contarles, le pidió a Mabel que los llamara y con extrañeza esperaron a que el castaño les explicara el motivo de la reunión.

Cuando el amor manda [BillDipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora