Eros.

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La esencia de metal con sangre definía a los Guerreros, sus marcas bélicas plasmadas en sus cuerpos contaban las innumerables experiencias en éstas, su mirada frigida delataba su carencia de compasión.

Clamores triunfales se escuchaban en cualquier rincón de la ciudad de Atenas.

Los soldados caminaban con la mirada baja, otros celebraban y algunos permanecían impasibles.

— Deberías estar agradecido, nuestra sección no perdió ni un solo hombre, si continuamos así los delfos estarán exterminados muy pronto. — susurró el segundo general; Min Yoongi, el hombre era todo un sádico y lo hacía notar, su voz áspera denotó cierta gracia cuando el otro asintió desganado.

— Fue gracias a nuestra diosa Atenea, esta guerra Santa se definirá cuando tengamos en nuestro poder el recinto de Apolo, si nuestra diosa lo permite, triunfaremos — simplificó el General.
aquella Guerra Santa... ¿Para qué existía?.

¿A caso traería con ello paz y felicidad a su pueblo... O una desdichada desgracia que conllevaría al hundimiento?

El General Jeon Jungkook era temido y amado, un general calculador y con una fuerza que aterraba a cualquiera que lo escuchara entre los pesqueros que balbuseaban en el mediterráneo. No sólo su tenacidad y capacidad de aplastar al enemigo era el tema más hablado, su perfección física y también su edad joven; era el primer general que sólo tenía veintitrés años. Algo jamás escuchado.

El joven azabache, divagó entre los cientos de pueblerinos que aún permanecían pintando las calles con su dicha.

— Tal vez necesito comer. — gesticuló para sí mismo cuando sus manos comenzaron a temblar.

—Ese chico, Park... Espero que aún siga vivo. — comentó el general Min.

— Veo que hasta tu duro corazón puede ser cautivado. — rió Jungkook dirigiéndose a su glorioso festín.

— En realidad su cuerpo es lo que me apasiona... Aunque no te confundas aún no puedo hacerlo mío — justificó poniendo firme su voz que por segundos titubeó.

— Tus ojos al seguirlo dicen otra cosa, Min. —

— Es porque aún sigues siendo un niño Jeon, no lo entenderías, solamente comes hasta desfallecer y de vez en cuando veo que tocas a una mujer. —

Jungkook bufó, no tenía nada con que excusarse.

Una carcajada lo hizo fruncir su ceño. — Jeon, tal vez deberías intentar con un hombre... Después de todo son los más aptos para alguien como nosotros. —




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Los enormes propileos blanquecinos convertían el lugar en un escenario apacible, las amarduras se retiraron, las heridas fueron curadas y telas  blancas vestían para asistir a su banquete, cortesía de la monarquía patriarcal de wang.

Jungkook sujetó entre sus manos la corona de olivo de oro puro que se le brindaban para demostrar su rango e importancia en el reino, quien la poseía podría traer una estabilidad a sus descendientes.

Los farfullos de los señores parecían lobos en celo esperando cortejar a quien se le cruzara en el camino cuando se mostraron a los donceles y doncellas que aguardaban por complacer.

Por Jerarquía, los generales eran los primeros en elegir.

Min, sin perder más el tiempo se dirigió ansioso, (aunque manteniendo su semblante sereno) directamente hacia Park JiMin,  el chico suspiró tratando de ocular su sonrojo. Yoongi perdió lentamente su semblante duro mientras se quitaba su corona y se la puso al chico de cabellos plateados, lo sujetó por su mano y desapareció con él.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2020 ⏰

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Entre Dioses Y Héroes ¦¦KookTae¦¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora