Kenma se daba cuenta de su comportamiento hacía Kuroo. Sabía que lo estaba alejando, que ponía límites a su alrededor que nunca habían estado ahí cuando de Tetsurou se trataba. Sabía a la perfección lo que estaba haciendo, pero no sabía cómo detenerlo.
Había tratado de comportarse como siempre, pero ni su cuerpo ni su mente se lo permitían. Estaba demasiado pendiente de lo que sea que Kuroo hiciera; la más efímera mirada, el más delicado roce, todo era detectado por el radar de Kenma. Siempre había sido precavido con las personas a su alrededor, analizaba cómo actuaban los demás y cómo se comportaba el mismo; llevaba ya diecisiete años así. La única diferencia es que ahora también estaba consciente de Kuroo.
Cuando lo veía acercarse se daba la vuelta y huía. Si le hablaba fingía no escuchar hasta que el cabeza de gallo tenía que caminar hasta él para captar su atención. Las idas a su casa eran tan monótonas; Kenma se refugiaba en sus videojuegos y no le prestaba nada de atención a Kuroo. Si antes era indulgente con él y salían a practicar después de algunas horas de juego, ahora era casi imposible despegarlo del televisor.
Ser de esa manera no le gustaba a Kenma, pero era casi como un mecanismo de defensa involuntario y automático, el cuál no sabía cómo desactivar.
Cuando se decidía a hablarle como siempre lo había hecho, se congelaba y no lograba articular ni una palabra. Prefería darse la vuelta y evitar tal situación vergonzosa. Incluso Taketora y Fukunaga se preguntaban el por qué del cambio entre ellos, a lo que Kenma sólo respondía encogiéndose de hombros.
Incluso su padres le cuestionaron la repentina ausencia de aquel que antes era como su sombra. Se excusó diciendo que estaba ocupado haciendo malabares con el club de vóley y la escuela, cosa que con surte le creyeron, gracias a que Kuroo cursaba su tercer y último año de preparatoria. Haber ideado esta pobre mentira para que sus padres no preguntaran más hizo que Kenma cayera en cuenta de que el próximo año Tetsurou se iría a la universidad. El sólo imaginar que siguieran sin hablarse para ese momento era aterrador.
Para empeorar todo, en unas semanas era el campamento de entrenamiento en conjunto, donde vendrían otras escuelas. Al principio esto le parecía algo malo —tendría que estar rodeado de mucha gente que seguramente notaría el cambio en su relación con Kuroo—, pero luego recordó que ahí habría una persona con la que podía hablar de sus dilemas. Todo lo que quedaba era esperar.
Fueron las semanas más largas de toda su vida. Estar tan pendiente de alguien en específico era agotador, quería volver a la normalidad cuanto antes. Una pequeña pizca alegría creció dentro de él cuando finalmente el campamento iniciaba al día siguiente. Estaba algo nervioso, así que no podía dormir. De todas formas, él no pensaba hacerlo y se quedó jugando hasta altas horas de la madrugada.
Se dirigieron a la escuela sede e instintivamente buscó aquella cabeza anaranjada que tanto ansiaba ver. Su mundo se derrumbó en pedazos cuando le dijeron que ni Hinata ni Kageyama —aunque este último no le importaba— habían llegado todavía.
Pasó el resto del día apático, practicando por practicar, sin ganas. Recibió algunos regaños del entrenador y varios gritos de Taketora, diciéndole que tuviera más agallas.
Escuchó la puerta del gimnasio abrirse, giró la cabeza y vio a Hinata parado en la puerta. Algo tan simple como eso le había devuelto la vitalidad que no tuvo en todo el día —y que no había tenido en semanas—. Por mucho que quisiera salir corriendo y hablar con él, tenía que esperar a que el entrenamiento terminara. Tuvieron un partido de práctica juntos y, para su sorpresa, se lo había pasado bastante bien.
Una vez se bañaron y fueron a los dormitorios, Hinata fue quien se le acercó.
—¡Kenma! —escuchar su nombre en boca de alguien tan enérgicamente lo hizo sentirse cansado.
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More Than Friends
FanfictionSer amigos de la infancia tiene sus ventajas, pero, ¿qué pasa si ahora deseas algo más que amistad? CONTIENE ALGUNOS SPOILERS DEL MANGA Portada: @mookie000 (twitter)