EL ARTEFACTO PERDIDO (PARTE II)

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ESCENARIO I: REMINISCENCIA

Aspiró la humedad de la celda confundiéndola con la tierra recién removida. Oyó el torrentoso río y los cantos vespertinos de las aves, lo ayudaban a abandonarse en la soledad del huerto lejos del melancólico espíritu al que llamaba esposa. A pesar de todo, aun se preocupaba por ella, temía a sus repentinos ataques catatónicos donde desesperada lo llamaba a su lado, simplemente no podía dejarla sola, su raciocinio se trastornaría poco a poco convirtiéndola en una completa desequilibrada.

Le atormentaba la idea de verla sumida en la total indigencia llorando un supuesto abandono, jamás sabría del rapto y de los días de tortura a manos de la Habetrot.

Los gritos de la muchedumbre lo volvieron en sí. La oscuridad imperaba, desafiada solo por las pequeñas rendijas en el techo, donde brutales epítetos surgían para acusar a la bruja de diseminar la peste.

Trasgo sacudió la cabeza intentando recordar.

El dolor en su espalda aun palpitaba gracias a la tosca caída, su primer instinto fue retorcerse en sí mismo esperando la inevitable muerte, pero nada paso.

Temeroso levantó los párpados, distinguiendo un pequeño frasco boticario acomodado cerca al umbral de la puerta.

- Bebe esto.

Esa voz, desprovista de cualquier emoción terminó por destrozarlo, había vivido tantas décadas empecinado a olvidarla, maldiciendo el día en que le juró lealtad, convencido de un artificioso honor que encubría un pozo de sentimientos prohibidos.

- Maldita seas...

Balbuceó con un grito atorado en la garganta.

La bruja ni siquiera volteó, dejándolo sumergido en la total oscuridad. ¿Cómo lograron capturarla? Solo había una respuesta y sabía muy bien como terminaría todo.

Se arrastró hacia la salida ideando una forma de escapar, tanteo el suelo tocando al fin una tersa superficie, la sostuvo en sus manos, observando el líquido apenas distinguible. Era consciente de su aterrador origen, tantos mestizos desollados uno a uno para crear media onza de Ámbar Lacónico, elixir capaz de curar toda herida y enfermedad.

¿Acaso esto era una burla? beberlo significaría traicionar sus principios, a sus hermanos, a su misma sangre, no quería hacerlo pero tampoco deseaba morir.

Apretó los dientes, sujeto a un vaivén de contradicciones. Esa bestia merecía lo peor... esa bestia merecía una vida de esclavitud.

ESCENARIO II: DESPOJO

Los infectados gritaban enloquecidos arañando la madera podrida, sentían el peligro inminente, ese agudo y chirriante sonido moviéndose libre por las alcantarillas. Apenas se veían sus rostros, estiraban los brazos rogando clemencia, los dedos tocaban la fría armadura de los soldados que fatigados cargaban consigo ese despojo andante.

Arrastraba los pies, balbuceando incoherencias, manteniendo la mirada lánguida y sin vida en los enfermos, riéndose ensimismada. Ante sus ojos esos presos escuálidos no eran más que bestias sedientas de sangre con rostros deformes y olor pútrido, similares a los pobladores que la apedrearon, lanzándole blasfemias y escupitajos, todos estaban infectados y ella lo sabía, pero los soldados no.

La encadenaron en la pared, extendiendo sus brazos de lado a lado, apartándose presurosos. Ese monstruo no parecía sentir dolor aún con la flecha incrustada en el cuello, manteniéndose quieto, al igual que una gárgola, vigilándolos a través de nublados ojos.

- ¿Dónde está el arcano?

Vio entrar a una efigie luminosa, con los brazos y piernas carcomidas por un líquido viscoso, pero la voz era inconfundible, sabía que la Melia destrozaba sus sentidos sumiéndola en terribles alucinaciones.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2020 ⏰

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