El día que te conocí

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Letra en cursiva representa pensamientos y eventos del pasado. 

He vivido sola durante la mayor parte de mi vida, mis padres fallecieron en un extraño accidente hace más de diez años; en ese entonces, yo recién había cumplido 8 años. Imaginen a una niña de esa edad, sola en medio del bosque, recinto en el que mis padres decidieron vivir pues estaba alejado de la ciudad; imagínense a alguien llorando día y noche, desconsolada, sin nada ni nadie a quien acudir, estaba hecha un desastre... ¿y todo por qué? por una estúpida muestra de valentía que mi padre quería realizar... ese día, lo recuerdo con lujo de detalles, aquel día en que perdí todo por lo que vivía, todo lo que me hacía sentir viva y feliz... incluyendo mi inocencia.

Diez años atrás

Recuerdo haber despertado de mi siesta usual, mis padres estarían por el bosque buscando leña. Era invierno, la nieve en Japón se hacía notar cada vez más, el frío se escabullía por las ventanas y los pequeños espacios entre ellas. El aullar de los lobos a lo lejos me indicaban que ya era de noche, mas mis padres aún no regresaban. Preocupada, me levanté de golpe de mi cama, rodeé mi cuello con una gruesa bufanda. Mis pies estaban envueltos con las finas capas de cuero de mis botas; me puse un abrigo y unos guantes hechos de polar mientras buscaba por la llave, la cual encontré en el lugar de siempre; aunque me sentía un tanto dudosa de mis acciones, decidí salir en busca de ellos, quizás me los topaba en el camino... o eso creí.

Mientras caminaba en contra de aquel fuerte y helado viento, mi visión se hacía más borrosa, nieve inundaba mi rostro, y la fuerza en que la ventisca me jalaba hacia atrás le impedía a mi pequeño cuerpo el hacer grandes avances. Con determinación seguí caminando, rogando al cielo que los lobos no salieran de su escondite, implorando que mis padres estuvieran bien... pidiendo poder encontrarlos lo antes posible para así volver a casa.

Como si me hubieran escuchado, de repente la ventisca disminuyó, dándome la oportunidad de caminar un poco más rápido. Cuando llegué al punto usual que mis padres acudían para recoger leña, me di cuenta de algo que marcó mi vida para siempre. Mi aliento y respiración se detuvieron en un instante, mis manos temblaban, mis piernas no se movían de su lugar, y las lágrimas que caían por mis mejillas, no pudieron ser detenidas. "¿Qué hago?" - me pregunté en ese momento, mi voz era apenas audible, el frío de mi cuerpo se esfumó por completo ante aquella escena... quería vomitar... pero... ¿realmente tengo tiempo para esto? Miré a mi alrededor, intentando ingeniármelas para cargar a mis padres de vuelta a la cabaña... sin embargo... como si el mismo destino me odiara, aparecieron ellos.

Jamás había estado tan asustada en toda mi vida, me sentía horrible por ser una cobarde, odiaba ser pequeña, poco ágil y no saber usar un cuchillo. Me acerqué lentamente a los cuerpos tendidos en la nieve, uno de ellos cubierto de sangre, el de mi padre. Mi llanto se había detenido, ya no podía hacer nada más que rogar que mi madre siguiera aunque fuese un poco consciente. Un leve movimiento de su cabeza me dio la pequeña esperanza de que al menos ella estuviera bien; al aproximarme, sentí el grave gruñido de uno de los lobos rodeándonos, agaché la cabeza, mis lágrimas iban a volver a salir... hasta que una congelada y lastimada mano tomó la mía. Mis ojos se abrieron como platos al notar el herido pero consciente rostro de mi madre, sus ojos color turquesa, al igual que los míos, se veían débiles y cansados. Antes de poder pronunciar palabra alguna, me contó sus últimas palabras... sí, las últimas, pues no había notado que mientras ella me hablaba, uno de los lobos se acercaba lentamente.

- Sé fuerte hija... sé fuerte, vive... crece hermosa y fuerte como tu padre y yo te vemos, sé feliz... y por favor, perdónanos... si hubiéramos sabido que una manada de lobos nos atacaría, no hubiéramos intentado matar a uno... - sonrió. - te amo... corre, yo los distraeré... no permitiré que te deboren...

Tu presencia en mi vida - NozoeliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora