Soy Jessica, tu mesera Marinero's de esta noche ¿Qué puedo traerte? ;
No me agradaba del todo, pero la noche resultaba ser mi mejor aliada. Llevaba semanas sin ser encontrada. Hasta que fui vendida por un traidor.
***
La joven Jessica escapa del to...
No estoy segura de cuánto tiempo llevaba caminando bajo la lluvia para entonces. Ya estaba a unos cuantos kilómetros lejos de la casa, podía estimar que unos dos kilómetros, por lo menos.
Los pies me dolían y seguir parecía una misión imposible con la ropa empapada y pesando sobre mis piernas congeladas. Apenas sentía la punta de los dedos de los pies. Las zapatillas hacían un extraño ruido de chapoteo a cada paso que daba. Volteé a mirar si alguien me seguía, pero las calles estaban desoladas. No tuve oportunidad de agarrar mi celular antes de salir. No sabía la hora ni a dónde iba ni qué haría luego, lo único de lo que estaba segura era de que por mi bien, debía seguir avanzando.
Minutos antes había bajado cientos de escalones en un corto lapso de tiempo, en varias oportunidades resbalé y tuve que aferrarme al pasamanos metálico que sirve de guía para el trayecto. Producto de uno de esos accidentes me dolía mucho el tobillo, pisaba con temor de empeorar el malestar. La lluvia seguía empapando y el cielo estaba tan negro que parecía que no daría tregua pronto. Frente a mi se veía la salida del callejón por el que avanzaba.
Por fín estaba en un espacio abierto.
Volteé nuevamente para apreciar los faroles cerro arriba. Muy por encima de todas las pequeñas casas, en una de las casonas coloniales de Valparaíso, quedaba atrás mi vida. Podía ver desde donde estaban las pequeñas luces de lo que hasta hace poco había sido mi habitación durante veinte años. La lluvia crepitaba sobre las latas de los tejados. De un segundo para otro se volvió muy intensa, pero no lo suficiente para cubrir el rugido del motor de una todoterreno acercándose. Ya se habían percatado de mi ausencia.
Miré a mi alrededor, sin encontrar ningún lugar donde esconderme. No tuve más opción que ponerme a correr hacia donde no pudieran encontrarme.
Me calcé el gorro de la sudadera y emprendí huída calle abajo. Sentía el tobillo punzar a cada paso que le obligaba a dar. Presentí que no podría seguir así por mucho más tiempo.
Frente a mí, la sombra que emitía mi cuerpo creció rápidamente. Los focos de la todoterreno me apuntaban por la espalda. No tenía escapatoria. Escuché la baliza de un auto de policía llamar la atención de la camioneta que me perseguía. No quise comprobarlo. Seguí mi huída derecho por la calle sin perder un segundo.
En el peor momento, la punta de mi zapatilla se enredó en el borde de un cuadrado de cemento que se asomaba sobre la calzada. Caí sobre mi costado izquierdo, arrastrándome unos cuantos metros por la velocidad a la que iba. Terminé golpeándome la cabeza contra un tarro de basura que estaba en un estrecho callejón junto a una casa. Adolorida sobre manos y rodillas gateé hasta la oscuridad del pasadizo, y me oculté tras un gran contenedor de desperdicios.
Agotada, sin un solo centímetro del cuerpo seco y doliendome hasta el último cabello, me senté en el mojado suelo a esperar. Abracé mis rodillas y apoyé la frente sobre ellas. Debía dejar que pasara la noche. Sería imposible que me encontraran en ese recóndito lugar, así que estaría segura hasta el día siguiente. Poco a poco, la lluvia se suavizó y con ello me ganó el cansancio. Me quedé dormida entre temblores involuntarios y puntadas en el tobillo.
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¡Hola mis bellezas! Si no aguantan la intriga que les deja este capítulo entonces me he ganado esa estrellita dorada :3