Capítulo 1: La tentación había ganado

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Era de noche, estaba en una enorme fiesta empresarial. Al ser el secretario principal de la empresa, me tocó a mí aguantar: una reunión de cuatro horas monótona, una larga cena cargada de alimentos y una "pequeña" fiesta en un pub.

«Era tachado de chico tímido, sensato y callado, no me iba todo aquello»

«Pero...»

«No sabía que el alcohol podía cambiarme en segundos»

Gotas de sudor hacían brillar mi frente, mientras me movía al ritmo de la música. Sentía mi pecho agitado, inspirando y espirando, mientras apartaba como podía el flequillo de mi cara, tirándolo hacia atrás. Varias mujeres se restregaban sin ninguna piedad a mi caliente cuerpo, mientras mis manos bailaban desvergonzadamente por sus cinturas.

Paré de golpe al notar una mano alargada y gruesa en mi hombro, aturando todo mi balanceo. Giré mi cabeza noventa grados al notar una respiración en mi oreja.

— Park—escuché entre la música el susurro de ese chico, apartando lentamente las manos de las chicas.

Soplé al ver como las chicas se dispersaban con una sonrisa, para bailar entre ellas y darnos espacio para hablar.

Rodé todo mi cuerpo para quedar frente él, elevé las cejas extrañado, ese chico era sumamente alto. El bit de la música retumbaba en mis orejas, mi cuerpo aún quería bailar y esa cara conocida deslumbrando los dientes, me estaba molestando la noche.

Sus párpados subieron asombrados y su sonrisa se amplificó, creando pequeñas arruguitas cerca de sus ojos. Acercó su dedo índice y pulgar, para cogerme con fuerza la barbilla, los cuerpos de la gente golpeaban en nuestros hombros, cegados a la música.

Iba apartar su mano, pero su fuerza causó que mi cabeza girara, para aterrizar de nuevo sus labios en mi oreja.

— No sabía que el chico secretario era tan pervertido.

Tragué saliva, aunque el alcohol hacía que el contacto físico no fuera un problema, ese azabache me estaba poniendo nerviosamente enojado.

— ¡¿Que mierdas te crees...?! —grité fuerte en su oreja, apartando su mano y olvidando que estaba en una fiesta empresarial y que la cara de ese chico la conocía de antes.

—Oh, veo que también eres un descortés.

Su voz grave solamente hizo que me molestará aún más. Sonrió de lo más orgulloso, haciendo que chistara mis dientes.

Lo aparté con rabia con ambas palmas en sus pectorales, pero sus fuertes manos rodearon mis muñecas impidiendo la acción, aportándome hacia él y agarrando sin nada de suavidad mis caderas.

— ¡Déjame estúpido de mierda! —comencé a golpear sus pectorales, sin piedad.

— Vale, vale, vale —gritó para que le escuchara, separándose de mí y dándome de nuevo libertad—. Mira, hagamos un trato: hoy puedo hacerte gozar al máximo a cambio que tú me ofrezcas tu cuerpo, ¿aceptas?

Elevé mis parpados, para seguidamente fruncir el ceño y darle un fuerte puñetazo, que, a pesar de haber una fuerte música en el solar, se llegó a escuchar por la gente del alrededor.

«Nunca antes había golpeado a nadie»

Sonreí al ver el chico elevar de nuevo su cabeza, arrastrando con su mano la sangre salida de su labio inferior.

— Pero, ¿qué te has creído que soy? —grité al ver la sonrisa satisfecha del azabache, limpiando con su lengua los restos de sangre—. Idiota, búscate a otro, yo no soy homosexual ni tu maldita chica de servicios.

Sweet Oreo (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora