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Pieles nostálgicas y dolores mudos flotan, son inconsistentes y casi parecen inexistentes.
Deja de parecer divertido cuando es distante y desvanece en humo.
— ¿Así es cómo aprendemos a vivir, no es así?
Así es como vivimos, así es como seguimos. Ojos cerrados, madera quemada, calvario humeante que incrementa, se extiende.
Crece sin que te des cuenta, crece y crece hasta que te pulveriza y se detiene.
Atsumu no asimila el frío, lo asocia a las oscuras noches atiborradas de un diluvio, lo deja pasar como cualquier otra cosa presa del pánico.
Cegado de dolor y amor.
La suela de su zapato cruje por encima de la tierra mojada, el olor se impregna en sus fosas nasales y la humedad se acumula en su cabeza. No lo agradece, para cuando lo nota su cabeza martillea al ritmo de un reloj. Parpadea una, dos veces, tres veces y su estómago se hunde.
Piensa que es repugnante en el momento que la arcada burbujea en la garganta, e incluso su estómago se vuelca sobre esa idea. Se cubre y no afloja.
¿Por qué se acabó el amor?
¿Cómo sabes cómo se acabó el amor cuando nunca hubo dicho amor?
Osamu recita en pena que a veces los lazos que cuelgan del amor no son resistentes, se despliegan y quiebran, cayendo sobre el suelo en añicos. Lo dice con una sonrisa tonta despilfarrando de sus belfos, una mirada fija que se depura desilusión.
¿Cómo se acaba el amor?
Cuando hablas, la manera en que sueltas ciertos vocablos apesar de ir con buenas intenciones pueden sonar vacíos. Ásperos. Diluyes frases fuertes como pastillas efervescentes en un vaso de agua, las ahogas, te ahogas en un vaso de agua.
Reconoce que nunca fue su fuerte hablar, por más que aparentaba serlo, desglosa eso con la poca comunicación que se vuelve frecuente apenas su corazón se hunde y el sentimiento de soledad lo oprime.
Nunca fue tampoco benévolo por aquello de que la mayor parte de su vida se ha cimentado en ser el mejor, constantemente aspirar a ser el mejor.
Por lo que, en esa misma tarde después de haber tenido una disputa que no llegó más que a palabras hirientes que se guardaron con cierto rencor. No esperaba más que indiferencia, por está razón le asombró atender una llamada entrante de Sakusa luego de haber entrecerrado los ojos un par de veces para asegurarse de que sus ojos hinchados no estuvieran defraudandolo.
Entonces, fue como descubrió que Sakusa Kiyoomi podía tener aún más un lado adorable que solo estaba a su disposición y que por error su hermano había escuchado arrebatando de sus manos el celular, e inquiriendo a Sakusa que por su culpa, su hermano pareció un abejorro hinchado durante todo el día.
¿Por qué se acabó el amor?
No lo hizo por el frío que destilaban tus palabras.
