-F es de Fresas-

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Maka no paraba de hacer ruido fuera, y su compañero maldijo para sus adentros, refugiándose bajo la almohada para tratar de amortiguar el sonido. ¿Por qué tenía que molestar tanto cuando se moría de sueño, maldita sea? El trasteo de lo que parecían diferentes cacharros de cocina seguía, terminando de exasperarlo. Con un fuerte bufido, Soul alcanzó el despertador para ver que marcaba las tres y media, del mediodía supuso, porque la luz del sol le daba también de pleno en la cara. Se había acostado tan cansado que olvidó echar las cortinas. Los párpados le pesaban, y el cuerpo entero, pero se levantó de la cama para ir en busca del ruido, malhumorado, con intención de silenciarlo.

Arrastró los pies hasta la puerta y la abrió. En la sala de estar entraba más luz, así que le costó unos segundos acostumbrarse a ella. Después, descubrió que sus sospechas eran ciertas: Maka estaba en la cocina.

— ¿Se puede saber qué coño haces?

La chica, que andaba nerviosa de un lado a otro de la estancia, se detuvo entonces cuando le escuchó, frente a la nevera abierta.

—Ah, hola Soul. Buenos días, o debería decir: buenas tardes. ¿Te he despertado? Perdona. He estado un poco liada.

Soul avanzó hacia la cocina y vio el increíble desorden que había: un montón de cacharros apilados en el fregadero, libros abiertos cubriendo la encimera sobre una capa de harina esparcida, cucharas, espátulas, varios moldes de silicona de distintos tamaños, un bote enorme de azúcar, y fresas. Unas cuantas cajas llenas hasta los topes.

—Oye, corrígeme si me equivoco, pero... ¿éste sigue siendo nuestro apartamento? ¿No has hecho mudanza a una pastelería mientras dormía?

Maka lo fulminó con la mirada, apareciendo tras la puerta de la nevera.

— ¡Claro que no! Serás... —suspiró, dejando los huevos, la nata y el agua en la encimera— Pero de haber querido, lo habría hecho y ni te enterarías.

— ¿Y eso?

—Llevas dos días durmiendo.

Soul rió con ganas. Dos días. Joder, sí que estaba agotado.

—Creo que he batido mi récord.

—No tiene gracia, marmota. Mientras tú roncabas no he dejado de hacer tareas...

—Vale, vale. No lloriquees —la interrumpió, antes de que empezase a regañarle por su extrema holgazanería—. Deja que te ayude.

El chico vio cómo su compañera se sonrojaba y, automáticamente, le daba la espalda. Odiaba cuando le rehuía de esa forma, pero que Kid le hubiese dado unos días libres después de haber estado tantas semanas fuera, cualquier gesto de Maka era adorable.

—Tranquilo, tú sólo... quédate por ahí, o come algo. Yo me encargo —dijo ella, batiendo los huevos.

Soul sonrió para sí, ajustándose la bandana del pelo.

—Bueno, si me quedo aquí, mataré los dos pájaros de un tiro.

— ¿Mi paciencia y la receta con tus pocas dotes culinarias?

—Prueba a vivir con Kid casi tres meses. Aprendes una barbaridad. Créeme.

Maka soltó una carcajada, viendo de soslayo cómo Soul ponía agua y azúcar en un cazo al fuego.

—En serio, ¿a qué viene tanto despliegue de fresas? —quiso saber, entretanto cogía un puñado de una caja, las troceaba, y añadía al cazo.

— ¿Sabes hacer almíbar?

La cara de asombro de Maka era un poema, y más que ofenderle, lo divertía.

—Yo no, pero éste libro de aquí, sí —replicó él, señalando uno de los sepultados ejemplares de recetas, ganándose un empujón de Maka por la broma.

SoMa en el Abecedario 2.0 [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora