-B es de Borrachera-

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—Oye, cuidado no te vayas a... caer.

Dicho y hecho. Ya eran tres las veces que su compañera había tropezado con la nada, cayendo torpemente al suelo mientras soltaba una risita de lo más tonta. Soul, por el contrario, suspiró de forma pesada, acercándose a ella para ayudar a incorporarla.

¿Se encuentra bien Maka? —preguntó una preocupada Tsubaki a través del teléfono, el cual Soul se colocó de nuevo correctamente en la oreja en cuanto hubo levantado a la chica, que no paraba de sonreír y dar giros sin control frente a él.

—Si a tener complejo de peonza lo consideras estar bien...

Tsubaki rio.

—Nunca se me habían hecho tan eternos los pasillos de Shibusen.

Asegúrate de que llegue sana y salva.

Soul esbozó una sonrisa.

—Siempre.

Es una lástima... —se afligió la chica— Con la de tiempo que no coincidíamos todos juntos.

—Siento habérmela tenido que llevar así, tan de repente. No todos los días se celebra la mayoría de edad de un Dios —bromeó Soul.

— ¿Tú, disculpándote? De seguro Black Star no querría ver eso. Habéis hecho bien en iros. Además, Maka no se encontraba en condiciones.

—No... la verdad es que no.

La observó por un instante, no muy a lo lejos en el pasillo con un vestido color verde oscuro a la altura de sus rodillas, anudado a la espalda. Con cada giro, la falda también le seguía graciosamente, al igual que sus habituales coletas rubias del pelo. Parecía una bailarina típica de las cajas de música. Lo único que no se unía a aquella alegre danza eran los zapatos, que llevaba Maka en sendas manos.

Todo era tan extraño...

¿Por qué se comportaba así?, ¿dónde estaba la Maka responsable, madura, mosqueona, estirada y orgullosa? ¡Y esa ropa, joder! ¿De qué catálogo había sacado ese modelito de revista pija? Seguramente sería cosa de Liz, que había conseguido comerle el tarro.

¿Soul? ¿Sigues ahí?

—Claro —volvió en sí, caminando sin apartar la vista de Maka, que chocaba suavemente contra las paredes como si fuera un pinball— ¿Puedo hacerte una pregunta?

Sabes que sí.

—He notado a Maka rara últimamente, más de lo normal. Sé que tenemos nuestras cosas, pero... creo que no quiere decírmelo —tragó saliva antes de hablar, aún sin saber si su amiga podría sacarle de dudas— ¿A ti te ha contado algo?

Se hizo el silencio durante un largo rato al otro lado de la línea, y no le pareció una buena señal. Vale, quizás sólo fuesen paranoias suyas, como de costumbre, y se estuviera preocupando demasiado por Maka, pero desde hacía tiempo realmente percibía algo, y no sabía qué era. Podía ser él mismo y lo que sentía, que quería brotar de una maldita vez por todas.

No. Definitivamente no.

Llevaba luchando contra ese jodido sentimiento desde el momento en que la vio, ¿y ahora que lo tenían todo, que había costado tanto llegar ahí, iba a cagarla?

Que esperase sentado.

Aun así, aquella noche en la que Maka desapareció tras las clases sin decir nada y la llamó un millón de veces para que sólo contestase su buzón de voz, la notó diferente. No era ella. Lo intuía. Se lo decía lo más hondo del alma, por la cantidad de vivencias que compartían, así de simple. Como cuando hacían resonancia.

SoMa en el Abecedario 2.0 [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora