Sweet But Psycho ━ Niklaus Mikaelson

ii.

HOPE

AL LLEGAR A LA PUERTA de la casa que alquiló en New Orleans, regresó a su forma humana y, en un lugar donde no había nadie se hizo visible para los demás y salió tranquilamente sabiendo que nadie la había visto.

Sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta de la casa, admirando todo y viendo sus maletas en la entrada, al estar ya adentro cerró la puerta detrás de ella.

Suspiró al saber que probablemente nunca debió irse de Mystic Falls, pero como su terquedad era demasiada igualmente se fue, como si no tuviera a nadie o si no hubieran recuerdos que la ataran allí.

Queriendo ocupar su mente en otra cosa empezó a desempacar y organizar todo lo que traía, que solo era su ropa y sus demás cosas personales. Al estar ya todo acomodado se dió cuenta de que era muy tarde en la noche, debía dormir si no quería desmayarse a medio día, su cuerpo rogaba un descanso.

Y le hizo caso, cayendo así en los brazos de Morfeo, esperando que al despertar todo marche bien.

Nada había salido bien.

Salió de un pueblo con algunos vampiros y bruja para llegar a una ciudad infestada de chupasangres.

Ese era definitivamente el colmo, parecía que la vida hacia todo lo posible para que mantener la promesa se dificultara cada vez más.

¿Acaso esa era una señal de su madre? ¿Acaso estaba tratando de decirle que era inútil seguir guardando secretos?.

No, no podía ser, su madre no podía cambiar de opinión después de tanto tiempo, se rehusaba a creerlo.

Siguió caminando por la ciudad aparentando tranquilidad, habían humanos, si, pero aún así se sentía incómoda, porque la presa vivía junto al depredador sin darse cuenta.

Porque sabía que la tranquilidad de ese lugar pendía de un hilo.

Un hilo muy delgado, uno que no duraría mucho tiempo, de eso estaba segura.

Estando tan pendiente de sus pensamientos, chocó con un pequeño cuerpo.

—¡Ay!—Escuchó el quejido de una adolescente.

Cheryl sujetó a la niña para que no perdiera el equilibrio y la miró, pelirroja, ojos verdes y cara tierna.

—Lo siento nena, estaba distraída—Se disculpó con la chica.

—No te preocupes, yo tampoco estaba prestando atención—Habló la chica—¿Como te llamas?—

—Cheryl, ¿Y tú?—Titubeo un poco al contestar, ella era algo, lo podía sentir.

—Hope—Dijo con una sonrisa—¿Eres nueva aquí?—

—Si, llegué ayer, necesitaba conocer otros lugares y este me llamó la atención—

—Oh, puedo enseñarte la ciudad si quieres, mi familia vive aquí desde hace años—

—Claro, si no es molestia—No confiaba del todo pero no quería ser mal educada.

—Bueno Cheryl, tengo que irme, pero te contactaré otro día—

—Claro, adiós—Tan pronto como dijo eso desapareció entre la multitud.

Estaba confundida, ¿Cómo iba a contactarla si ni siquiera sabía su apellido? Cheryl suspiró y avanzó, suponía que era bruja, eso explicaría todo.

Definitivamente, ella no iba a poder tener una vida normal.

Con ese pensamiento se dirigió a su casa, tenía tanto que pensar y se había agotado de estar afuera, estaba abrumada por su mala decisión.

No imaginaba cuan decepcionada debía de estar su madre de ella en ese momento, todas las decisiones en su vida eran malas y eso bien lo sabía.

Le debía más que eso, se debía más que eso, lo sabía, pero lo más frustrante era que no podía dar más, no se sentía capaz.

Se sentía impotente e inútil, no había hecho nada bien en su vida y eso hacia que su ánimo decayera siempre que se acordaba de todo lo que había pasado en su vida.

Desde el accidente no era la misma y estaba conciente de ello pero ¿Quien en su lugar sería el mismo después de eso?.

En el fondo sabía que era muy fuerte por soportar todo eso, pero no lo quería admitir y ahogaba sus penas en maratones de Netflix y kilos de helado.

Pero, ¿Porque mantenía su promesa, cuando sabía que era inútil?. La respuesta era simple.

Porque necesitaba algo a lo que aferrarse.