[ v e r d a d ]

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Día 1: Verdad
Cantidad de palabras: 601

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La verdad sobre el niño que vivió

Harry alzó la cabeza, observando los melancólicos colores del amanecer. Grises manchados con rosas, lilas, estrellas destellando, magia entre las montañas entre las nubes pintadas de oro.

El verde de la marca tenebrosa quemaba el cielo. Nadie había despertado, aún. Nadie lo había visto. Harry sonreía.

Las estrellas parpadearon, casi seduciéndolo a caminar entre ellas y abrazarse a la noche.

—Paciencia —susurró, musicalmente, sosteniendo su varita. Estaba seguro que no se demoraría en llegar, y entonces, ambos caminarían entre oro y polvo de estrellas— paciencia...

La Torre de Astronomía se iluminaba lentamente. El sol aparecía, su brillo opacando las estrellas. Harry las miró desvanecerse con un pequeño puchero. Quería acariciarlas, envolverse en ellas, crear un manto que cubriera su cuerpo y su alma de fulgor estelar. Pero el sol las había espantado, los primeros rayos de oro acariciando la Torre de Astronomía, deslizándose por sus muros, desvistiendo a la noche de la piedra, encontrándose con la sangre pintando de libertad el pie de la torre.
Los primeros gritos empezaron. La Marca Tenebrosa sobre sus cabezas se reavivó con el miedo.  

—Paciencia... —volvió a susurrar Harry, para sí mismo, pero no era capaz de tranquilizarse. Su corazón cantaba música acelerada a todo su cuerpo, la adrenalina embebiéndole las venas.

No iba a dejarlo solo. Iba a buscarlo, e iban a marcharse por el armario Evanescente. Ese era el plan. Ese era el trato.

Como invocado por sus pensamientos, las pisadas comenzaron a oírse en las escaleras de la Torre. Los gritos a sus espaldas fueron la música que acompañó los ojos de Harry, salvajes, recorriendo la distancia que lo separaba de su destino.

—Dije que vendría por ti —la voz de Tom Riddle, ronca, le dió un escalofrío en la columna vertebral. Era una droga en la que había caído y jamás iba a poder recuperarse.

—¡Te demoraste! —protestó el joven Harry, de apenas trece años, corriendo hasta los brazos del Señor Oscuro en cuerpo de adolescente, que un año atrás había resurgido de entre las páginas de un recuerdo para salvarlo del infierno que era estar tan solo y tan incomprendido.

—Tuve que deshacerme de algunos inconvenientes en el camino —explicó Tom, pero Harry, ya envuelto en sus brazos, no sentía que tuviera importancia. Ahora estaba ahí. Ahora estaban ahí. Podrían ser la noche juntos, sin ningún sol dorado que los obligara a esconderse.

—Lo hice Tom —susurró Harry, el susurro tembloroso de un niño buscando aprobación. Las manos de Tom entre sus cabellos pasearon suaves, acariciándolo como una pequeña mascota consentida—. Le dije a Dumbledore que jamás jugaría a su juego. Lo maldije. Lo lancé. Ahora todos lloran su muerte. Todos saben que Lord Voldemort ha regresado.

La sonrisa de Tom exponía peligrosos dientes blancos.

—Muy bien hecho Harry —susurró—, ¿Listo para ser parte de la noche conmigo y decirle a todo el mundo la verdad de quién es Harry Potter?
Harry asintió con rapidez, mirándolo a los ojos, el verde y el rojo cruzándose en una sola chispa.

—Estoy listo Tom —su voz sonaba segura, confiada, y debajo de ellos, el sonido de acelerados pasos en las escaleras subiendo era cada vez más fuerte. Profesores estaban yendo tras ellos, a buscarlos, a saber quién había sido el culpable—. Vamos a enfrentar la verdad juntos.

Tom sonrió, sosteniendo a Harry de la cintura, manteniéndolo cerca para que todos pudieran ver cómo el niño dorado que esperaban que los salvara iba a ser la razón de su perdición.

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Gracias por leer!

Érase una vez en octubre [TOMARRY]×[#FICTOBER2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora