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Día 3: Jadeo

Cantidad de palabras: 476

Advertencias: smut ligero

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Maldito perfecto

Harry odiaba a Tom Riddle.

Es decir, ¿Quién no odiaría a Tom Riddle? Era el maldito Prefecto de la casa Slytherin, el Notas-Perfectas-Riddle, el Premio Anual, el mejor promedio, el mejor en todo. No jugaba Quidditch, pero de jugarlo, Harry estaba total y completamente seguro que sería el Capitán del Equipo, y el mejor Buscador, o mejor Cazador, o mejor loquesea, porque era bueno en todo, y Harry lo odiaba.

Harry odiaba que fuera tan perfecto. Sabía que debía haber algo imperfecto en él.

Pero, se decía a sí mismo, mientras sostenía un jadeo contra su garganta salada con las embestidas que ponían su cuerpo entero crispado, Tom Riddle no dejaba de ser perfecto en todo.

Porque también tenía un cuerpo perfecto, una cara perfecta, una sonrisa perfecta. Porque también besaba con una perfección que lo levantaba del suelo y lo hacía flotar, y cuando lo acariciaba lo llevaba al octavo paraíso, haciéndole ver más que las estrellas, el firmamento entero y galaxias multicolor de universos aún jamás descubiertos.

Tom Riddle era la maldita perfección hecha persona y Harry lo odiaba, porque no podía resistirse. No podía resistirse a sus miradas provocativas del otro lado del gran comedor, ni podía resistirse a sus guiños entre cambio de clases, ni a la forma que sus cuerpos se amoldaban mientras se besaban duro en cada rincón de Hogwarts que tuviera un mínimo de privacidad.

Harry odiaba a Tom Riddle. Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba tanto, lo odiaba incluso más cuando demostraba seguir siendo perfecto, cuando lo besaba en el hueco atrás de su cuello, cuando lo tomaba sin clemencia contra cualquier escritorio cuando se encontraban en medio del toque de queda, y por supuesto, lo odiaba cuando acariciaba su cabello y besaba su frente de un modo casi cariñoso, y lo odiaba el doble cuando marcaba su cuello de la manera más animal y posesiva del mundo.

Harry odiaba a Tom Riddle en ese momento, mientras todo su cuerpo temblaba de placer, con una de sus piernas sobre el hombro del maldito perfecto mago lengua de serpiente, que lo embestía con las caricias haciéndolo llegar en espasmos de deseo un poco más lejos que el día anterior. Merlín bendito, Harry lo odiaba con tanta desesperación que quería arruinar su bello rostro, patear su perfecto cuerpo, morder sus pulidos labios. Quería algo imperfecto en él. Quería que existiera algo imperfecto que arruinara esa fachada perfecta, quería que dejara de ser perfecto, demostrarle que no lo era.

Pero lo era. Y Harry lo odiaba tanto que estaba pensando proponerle ser novios oficiales y no amantes de medianoche, para poder odiarlo 24 horas al día, y para así poder convertirse en la imperfección que empañe su perfección, porque alguien tan perfecto como él era seguro que no estaría orgulloso de tener gustos tan malos, como estar saliendo con un Potter.

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Gracias por leer!

Érase una vez en octubre [TOMARRY]×[#FICTOBER2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora