Encuentro

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Cierta pelirroja sentada en su cama tenía sobre su regazo un álbum de fotos, miraba con nostalgia algunas de ellas. Poso su atención una en especial, en la que aparecía un chico de pelo negro abrazado de una chica de pelo azul que de igual manera abrazaba al chico de pelo negro. En los ojos de la niña pelo azul se dejaba ver como miraba a su compañero con amor.

La chica de pelo rojo cerró el álbum de fotos, una lagrima dejo correr sobre su mejilla, miro hacia la ventana de su habitación y se dio cuenta lo mucho que estuvo encerrada. Se levanto de la cama y camino a la ventana, vio a lo lejos el sol que cada vez más se escondía detrás de las montañas. Su cuerpo siente la necesidad de apreciar el calor que le proporciona el licor. Tomo el suéter que estaba sobre la cama y con calma bajo las escalaras de casa y salió, su piel se erizo al sentir el frio.

Aunque se acercaba el verano, las tardes no siempre eran cálidas, esta vez recorría un aire fresco, húmedo y un poco helado. Salió de casa con suéter verde oscuro combinando con su pelo rojo que estaba atado a una cola de caballo, en conjunto de un jean celeste con flores estampadas. Se preguntaba si veía muy femenina o no, mientras no destacara mucho para ella estaba bien. Aun no se acostumbraba por completo a las miradas libidinosas de los hombres, los silbidos y piropos de algunos tipos ebrios y desagradables. Para ella y como cualquier otra mujer, esa sensación de ser comida por los ojos, desnudada y violada por algún pervertido en su cabeza, le hacía querer vomitar; era asqueroso.

Mientras recorría las calles su vista se giro hacia una plazuela, se detuvo un momento ... observaba las sonrisas alegres de un grupo de cuatro niños que jugaban en los juegos. Gritaban, corrían hacia todas partes, risas de algunos y luego llantos de otro, pero los que reían se callaron y calmaron al que lloraba, momentos después una vez más cuatro niños gozaban de una tarde alegre.

La pelirroja siguió su camino con una sonrisa en su rostro. Aunque por otro lado se preguntaba por qué su niñez no fue así. Pues al contrario su vida no había sido muy piadosa durante su infancia y mucho menos en su adolescencia, ahora ya de adulta las ganas de vivir y tener un futuro se veía tan abstracto como el brillo de sus ojos. Los niños que vio sabia que ellos crecerían sin herida y vivirían una vida normal. Ellos lo más probable tendrían buenos padres.

Desde sus memorias más viejas tenía el recuerdo de su padre, un hombre con poco sentido común y casi nada de moral. Cada día recordándole como tenía que ser, como debía actuar y el futuro que debía sostener, porque era su responsabilidad. Porque para eso nació. Ahora en la actualidad todas esas enseñanzas se fueron a la basura, enseñanzas que se le taladro e impregno en su conciencia desde la niñez, nada de aquello válido para su vida actual. Se había acostumbrado y se convenció de todo lo que su padre le enseño. Y aquellas palabras que fueron su código de vida. Pero ... nada fue de lo que tenía que ser. Todo había derrumbado de la noche a la mañana.

Recorría las calles sin entusiasmo su destino, una licorería que estaba a pocas cuadras de su casa, el motivo era comprar sake. Hoy en día entendía muy bien el sabor de aquel licor y además de disfrutarlo. Ahora con veinte años ya una adulta entendía porque los adultos a veces se refugiaban en la bebida así como para olvidar las penas, las frustraciones ... y muchas veces el pasado.

En otro lugar más temprano, un joven de la misma edad cargaba una mochila con un paraguas, se había jurado así mismo nunca más volver a este barrio, pero su gran y pésimo sentido de la orientación lo podía llevar a cualquier parte aunque él no quisiera , en este caso había regresado a Nerima.

Antes, Ahora y Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora