Negro y Rojo

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El peso de la tarde comenzó a hacerse notar y la brisa fresca de la primavera recorría los barrios de Nerima. Ryoga invito a Ranma a su tienda para evitar el frio. Había pasado cierto tiempo, ambos con una taza con sake en sus manos. Ranma aun no soltaba una palabra, solo estaba sentada estudiando su tasa, como si buscara una respuesta en ella antes de contar su historia.

No podía negar que quería deshacerse de todos esos malos recuerdos, el pasar del tiempo lo dejo como quiende el polvo bajo la alfombra después de barrer, sin embargo ahí estaban, solo que no salían a la luz, y como era basura solo era tiempo de que la alfombra se moviera y el polvo vuelve a ensuciar el piso.

A veces deseaba perder la memoria y creer que fuera solo una chica normal, sin un pasado sin el cual atormentarse. Sabía muy bien lo injusta y cruel que podía ser la vida, sin más solo le quedaba afrontar el día a día.

Mientras sostenía su taza y bebía un poco de ella, no sabía cómo debía empezar, tantas cosas, tantos hecho casi inenarrables después del pasado. Noto al chico que estaba enfrente, no se veía mejor que ella, su cara estaba malhumorada e impaciente.

"¿Qué fue tan grave fue lo que paso?, Bueno a parte de lo obvio ... agh ¿En qué lio te metiste esta vez Ranma?" , - ¿Y bien? Estoy esperando ... - Pregunto Ryoga.

La chica pelirroja suspirando por lo bajo miro al niño perdido, aun no podía conectar todos los sucesos, pero le debía una explicación al chico, después de todo es su amigo.

—Akane y yo nos íbamos a casar. Recuerdo decirle que antes de casarnos seria mejor encontrar una cura, tenía que ser cien por ciento hombre, un macho para ella. No un bicho raro que se trasforme en mujer, quería ser digno. Padre y el señor Tendo no querían esperar más, Soun no le importaba que fuera mujer la mitad del tiempo, pero papá seguían molestando que debiera ser un hombre a tiempo completo.

Por mera coincidencia apareció en el periódico un aviso de un santuario que estaba en las montañas, querían que alguien se hiciera cargo de un monstruo que aterrorizaba a los aldeanos del área, y como recompensa tenían tipo de artefacto que elimina cualquier tipo de maldición, ¡ era la mejor oferta que pudiera haber! O eso es lo que creímos ... Akane, padre y yo estábamos entusiasmados, al principio íbamos a ir solo nosotros tres, pero las amazonas se unieron, mejor dicho se colaron. —Una sonrisita se formo en su rostro, sin duda fue un momento como cualquier otro cuando sucedía algo importante.

Ranma paro un momento para beber y buscar con calma como continuar su historia, lo que venía después sería algo bastante inusual, más de lo extraña y caótica de lo que era su vida.

Hace dos años ...

Una vez terminada la tarea de eliminar al supuesto monstruo, ya que en realidad era un jabalí enorme pero salvaje, algo bastante decepcionante para el grupo, ya que esperaban encontrase con algo que fuera un desafío, un demonio o algo por el estilo.

Una mujer de avanzada edad los guio por un sendero pintoresco, adornado de flores y plantas que hacia la caminata sentirse en armonía y en paz. De camino al templo se asombraron a la vista por diez estatuas, cinco a cada lado del sendero, tenían la forma de mujeres cada una holding una perla, ante la imagen a mas de alguno le causo escalofríos, era como si las estatuas tuvieran vida propia .

Una vez dentro del templo en medio de la sala los esperaba una sacerdotisa muy hermosa, de tal vez unos veinticinco años. Ella se estaba de lado a un pedestal de arcilla, sobre él se encontró un baúl de madera muy antiguo. Se podía sentir una presencia saliendo de él.

La sacerdotisa se posiciono detrás del pedestal, llamando a la atención de los artistas marciales y coloco una mano sobre el baúl.

—Hola como están mis hermanos, me presento. Soy la guardiana de la Tamashī no shinju, Akiko Sato. Aquí como veras mis estimados amigos, reposa nuestra amada y venerada perla.

Antes, Ahora y Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora