44. La Máquina.

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CAPÍTULO 44

LA MÁQUINA

TORI

Estaba petrificada en mitad del pasillo, reproduciendo una y otra vez la misma escena en la que Alex rompía conmigo. Escucharlo pronunciar esas palabras me hizo un gran agujero en el corazón que me abrasaba, quemando cada centímetro de mi cuerpo y haciéndolo cenizas. Aunque no hubiéramos estado durante mucho tiempo juntos, como pareja, quería bastante a ese chico. Por fin pude abrirle mi corazón a alguien y en nada todo se fue a la mierda. Lo que más me jodía era que esta vez había sido por mi maldita culpa. Él había visto el beso que me dio Gerard. Fui una tonta por no haber reaccionado al instante. Seguramente nos observó a través de la pequeña ventana de la puerta y cuando se percató del beso, se fue sin ver más nada. Si se hubiera quedado un rato más hubiera visto mi reacción y me hubiera entendido.

El tormento que radiaba en el interior de mi pecho era indescriptible. Ver a mi tío muerto en mitad del escenario me puso mala. Cuando se fue la luz y se escucharon los disparos, temí por la vida de Alex. Me entró tal pánico que iba a demoler la puerta de un empujón para poder ir a salvarlo. No obstante, Gerard rompió el cristal de la ventana de la puerta para meter el brazo por ahí y abrir desde afuera.

Pude respirar tranquila cuando me di cuenta de que Alex se encontraba bien, pero los pulmones dejaron de funcionar en el mismo momento en el que presencié a mi tío muerto en el escenario del gimnasio. Él recibió uno de los miles de balazos que se escucharon en la penumbra. La muerte de mi tío y que Alex no quisiera saber más nada de mí me estaba matando lentamente por dentro.

Mi cuerpo ardía de dolor. Si tuviera que describirlo lo asemejaría a una llama de fuego prendiéndose en mi interior y quemándolo todo. Las lágrimas se escapaban solas de mis ojos, nublándome la visión. Me puse de rodillas en el suelo y me abracé a mí misma mientras que tiritaba.

A pesar de toda la aflicción, no iba a dejar que esas personas se salieran con la suya. Mi tío ya no vivía por su culpa y se lo iba a hacer pagar. Pasara lo que pasase, esas personas se iban a enterar de quien era realmente Victoria Watson. No me iba a quedar con los brazos cruzados. Iba a luchar para vengar a mi familia, aunque ese fuera mi último pensamiento.

Me levanté del suelo y fui en busca del bate de béisbol que me traje para el disfraz de Hayley Queen. Lo tomé y miré atentamente a todos los profesores que había alrededor de mi tío. Estaban llamando a una ambulancia y a la policía. Seguramente el instituto se minaría de ellos dentro de poco tiempo, por lo que tenía que irme ya. Si no, los policías me harán un interrogatorio, como a todos los que estuvieron en la fiesta, y no podía perder el tiempo. Asimismo, quería acompañar a Alex para que no fuera solo, quisiera él o no. También quería hacerlo para aclararle todo lo sucedido con Gerard.

Salí del instituto corriendo para alcanzarlo. Lo vi a lo lejos en el aparcamiento entrando en su coche.

«Mierda», pensé.

Corrí hacia allá antes de que Alex se largara, pero llegué tarde. El coche salió pitando justo cuando llegué a su lado. Miré a mi alrededor buscando una solución. Podría tomar prestado el coche de Christian y volver a hacer la locura de conducirlo, pero era muy arriesgado. Esta vez no tendría a Alex para que me ayudara a controlarlo.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó alguien a mis espaldas, sobresaltándome.

Me giré con el corazón en la garganta y al ver a Gerard, el órgano volvió a su sitio.

—Pienso acabar con todo esto ya de una vez —le confesé con la voz rota—. Mi tío...

—Tu tío está muerto y si haces lo que estás pensando, vas a acabar igual que él —me advirtió, acercándose a mí para comprobar que no estaba herida—. No voy a permitir que te maten a ti también.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora