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Atsushi terminaba de vestir con su pijama al pequeño Ryuu, quien ya estaba quedándose dormido luego de su relajante y caliente baño.

Secó con cuidado su ligera cabellera, dándole pequeños besitos luego. Vio con una sonrisa como su hijo estaba ya dormido, lo arropó y dejo un beso más en su frente.

El peliblanco acostó al bebé en medio de la amplia cama, dejándole dos gruesas almohadas a su lado para que no llegara a moverse y accidentarse en lo que era su turno de tomar un baño.

Vio a su bebé una vez más y fue a darse una ducha rápida, claro, con la puerta abierta, no le gustaba dejar a su pequeño solo, así que todo lo hacía rápido y con el mayor control posible.

Se enjuagó en tiempo record y cerró la llave del agua, tomando una toalla y secándose con cuidado para después colocar su bata de baño.

Estaba por secar ahora su cabellera, cuándo el sonido de la ventana de su recamara cerrarse lo sobresaltó.

Rápidamente fue hasta ahí, viendo con sorpresa aquella figura alta y vestida de negro—casi como siempre— recostado en la cama, viendo y acariciando las mejillas del bebé durmiente.


— ¿Qué haces aquí?

—Vine al cumpleaños de mi hijo

— ¿Qué dices?


Atsushi caminó los pocos pasos que le faltaban para llegar hasta él, mirándole molesto, pidiéndole sólo con la mirada que se levantará y hablarán seriamente.

El de cabellera negra dejó un beso pequeño en la cabeza del bebé y se levantó enseguida, notando con algo de gracia y ternura la diferencia de estatura entre ellos.


—No te he visto luego de...—Tomó una pausa y bajó la mirada, tan solo para alzarla a los segundos, viéndose dolido y molesto—Luego de que nos abandonaras en el hospital hace un año, ¿Y ahora vienes como si nada?

—Supe que Gin vino a visitarles hoy

—No cambies el tema, Akutagawa Ryunosuke

—Sigues siendo un salvaje, Jinko

— ¡B-basta, esto es serio!

—También estoy siendo serio


Akutagawa levantó delicadamente el mentón del peliblanco, notando sus adorables mejillas rosas y el brillo de sus ojos dorados, viéndose algo acuosos por las lágrimas que seguramente el otro luchaba por detener.


— ¿Dónde estuviste, porque no te quedaste con nosotros...?


Y ahí estaban, bajando una a una aquellas gotas saladas, encargándose de limpiarlas con cuidado, dejando un pequeño beso en cada mejilla luego.


—Es complicado, Jinko, te lo dije...

—Puedes dejarlo, comenzar una vida con nosotros, con Ryuu y conmigo...


Le vio esperanzado, con sus mejillas ya secas pero sus ojos aún nublados. Sonrió al sentir el cálido tacto en sus mejillas; Cuánto lo había extrañado...

Ambos intercambiaron miradas y se acariciaron lentamente, disfrutando de cada rose, cada segundo, cada sensación.

Sus ojos se cerraron y sus bocas se encontraron.



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¡Okaasan! [AkuAtsu]Where stories live. Discover now