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Choi YeonJun y Kang TaeHyun eran dos grandes amigos que habían pasado un tiempo sin verse ─solo conversando a través de sus celulares desde que el menor de ambos se había ido de viaje con sus padres hacia Daegu, por las vacaciones de verano, en do...

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Choi YeonJun y Kang TaeHyun eran dos grandes amigos que habían pasado un tiempo sin verse ─solo conversando a través de sus celulares desde que el menor de ambos se había ido de viaje con sus padres hacia Daegu, por las vacaciones de verano, en donde vive parte de su familia paterna─. Decir que se extrañaron era poco, siempre estaban juntos desde la primaria, así que para ambos fue un largo y caluroso verano. 

Cuando por fin terminó el verano tocaba volver al instituto, una bendición y una maldición a la vez según la opinión personal del peliazul proveniente de Seongnam.

Su primer día de clases de su último año de la secundaria, no le gustaba recordárselo, se formaba un dolor extraño en su pecho que le molestaba cuando pensaba en ello, así que no le prestaba atención, aprovecharía cada segundo de cada día que le quedase.

Salió temprano de su casa, puesto que para su sorpresa se levantó temprano sin que su madre haya tenido que gritarle cincuenta veces, así que bañarse y comer con tranquilidad fue algo un poco raro para él.

Fue hacia la parada más cercana a su casa y tomó el autobús como cada mañana. 

El camino era un poco largo así que sacó su teléfono celular de su bolsillo, se colocó sus audífonos y dejó que su playlist sonara aleatoriamente, tenía que mantener su mente despierta de algún modo para no quedarse dormido como la última vez. Llegó al instituto en unos 15 minutos aproximadamente, pagó su pasaje y bajo rápidamente del vehículo mientras acomodaba su mochila de un color negro monocromático en su espalda.

Entrar a ese lugar siempre era un gusto para Choi, le traía buenos recuerdos. 

Buscaba con la mirada a algún compañero de clases, aunque en realidad quería encontrarse con su TaeHyunnie, quería abrazarlo y decirle lo mucho que lo extraño.

Oh~ nuestro YeonJun estaba enamorado del castaño desde que se conocieron, pero él creía que era imposible gustarle a Kang, por lo que tenerlo de amigo le era suficiente. 

Sin saber que el menor también sentía lo mismo.

Sonó la campana para entrar y bufó, en verdad quería ver a su amigo pero tenía biología a primera hora, no podía darse el tupé de entrar tarde.

Las horas parecían ser infinitas esa mañana, o al menos según YeonJun, así que cuando sonó la campana para salir al receso, recogió todo lo que tenía en su pupitre, lo metió en su mochila y salió casi corriendo de su aula de clases, fue hacia su casillero y guardó todo, por los momentos no tenía hambre, tal vez más tarde se dispondría a buscar algo de comer. 

Buscaba con la vista a su pequeño por los pasillos, sin éxito. Empezaba a frustrarse, era imposible que TaeHyun no haya ido a clases, él nunca faltaba a no ser que estuviese enfermo.

Triste, comenzó a caminar hacia el pequeño parque en donde pasaba casi siempre todos los recesos. Era precioso, ese era de los pocos lugares en donde YeonJun se sentía en paz, más de una vez compuso o escribió alguna de sus canciones allí, respiró y comenzó a caminar, evitando pisar el césped recién cortado, a su parecer. 

Su corazón comenzó a latir con premura y su estómago parecía estar lleno de mariposas al ver una silueta un tanto achicada por la distancia, con aquel color castaño claro, similar a un rubio oscuro, pero que reconoció al momento y sin pensar mucho corrió hasta llegar con quien le pertenecía esa cabellera.

─¡Hyunnie! ¡Al fin te veo el rostro! ─dijo un muy feliz peliazul, acercándose al castaño de ojos grandes el cual estaba sentado debajo de un gran árbol de cerezos, el favorito de ambos chicos, leyendo un libro que tenía un título en inglés, Put out the fire

─Hola, YeonJun hyung. ─TaeHyun despegó la vista de su libro, se quitó sus lentes y su vista fue hacia su hyung, este ya estaba sentado a su lado, mientras sonreía─. Aunque su voz se ha hecho un poco más grave, lo reconocí al instante, le queda bien ese color de cabello. ─el mayor se sonrojo de sobremanera por el comentario y sonrió apenado.

Se sintió incómodo de pies a cabeza, sabía que en unos pocos meses ya había cambiado tanto a tal punto que ya poseía una altura tan grande como la de un adulto.

En realidad, era más alto que uno promedio. 

No le molestaba, ya que siempre debía de ser más alto que TaeHyun, sentía que crecía básicamente para él.

─A este paso tu amigo ya tendrá que pretender ser un hombre. ─ambos rieron amenamente tras YeonJun hacer una pose graciosa.

─Bueno, yo sigo midiendo lo mismo, pero por eso no me preocuparé, soy de contextura pequeña y según mi padre, mi altura es promedio, que usted sea alto como HueningKai y SooBin hyung es otra cosa. ─arrugó su nariz en señal de molestia. Muy lindo se veía, o al menos si le preguntan a YeonJun. 

─Entonces creo que crecí con el pie derecho. ─TaeHyun rodó sus orbes, ya que no le dio gracia el chiste de mal gusto que acababa de dar su hyung. 

Sin embargo, aunque suene ilógico, a pesar de no verse mutuamente por la vergüenza que ambos setían, sus corazones si se veían, aquellos que se tuvieron que convertir en unos de adultos por la madurez que tenían que tomar por la independencia que se les aproximaba.

Cada noche, sin emitir ningún sonido, los sentimientos de los chicos crecían más altos.

Quien diría que en tan poco tiempo todo eso se volvio muy diferente de como estaba antes, de cuando eran pequeños. 

La campana sonó, explotando la burbuja en donde se encontraban estos chicos. Ambos se levantaron del césped de donde estaban sentados, se miraron mutuamente, y como siempre YeonJun rodeó con sus brazos a TaeHyun, aún cuando al último no le gustan mucho los abrazos ─exceptuando los de su hyung, aunque esa información nunca la diría en voz alta─.

No era de esas personas que le gustaban las muestras de afecto, ni mucho menos el decir cosas empalagosa y dulces, haciendo que la gente asuma que es una persona fría.

Claro, el mayor lo conoce desde pequeños, por ende, sabe que él en el fondo es un amor. Ese abrazo no pudo durar más, así que fue una tristeza tener que separarse. 

─¿Seguimos estando a veinte centímetros de distancia? ─el peliazul río, haciendo que el castaño le diese un golpe sin fuerza en el hombro. 

─Claro que no hyunggie, aunque siempre he estado un poco lejos de usted por la altura. ─empezó a negar con la cabeza─. Adelántese, yo tengo que devolver rápidamente el libro a la biblioteca. 

─¿Nos vemos en la salida? ─el menor asintió─. Está bien, te quiero, TaeHyun.

Tras no escuchar una respuesta inmediata, empezó a caminar hacia su aula. El castaño vió esa acción, acomodó sus lentes en sus ojos nuevamente y desde la distancia dijo.

─Yo también, YeonJun hyung. ─el mencionado sonrió, con las mejillas sonrosadas, para volver a correr.
Con suerte lo dejarían entrar a su clase de matemáticas. 


Publicado: 13/10/2022Editado: 30/04/2022

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Publicado: 13/10/2022
Editado: 30/04/2022

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