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Otro día aburrido en la primaria para Choi YeonJun

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Otro día aburrido en la primaria para Choi YeonJun.  

A sus diez años aún seguía sin entender porque era necesario que sus padres tuviesen que obligarlo a estar en ese horrible lugar y tener que estudiar temas que no le interesaban. Lo único salvable de ese sitio era la deliciosa comida que servían en la cafetería, por lo demás, de verdad detestaba estar allí.

Esa mañana fue sin ganas, como siempre, con grandes posibilidades de que no prestase atención en clases y terminase dibujando en alguna hoja trasera de su cuaderno.

La campana sonó, marcando así las siete y media de la mañana, la hora de entrar a clases. El castaño rojizo fue a hacer la formación junto a sus demás compañeros, y todos al unísono estaban caminando hacia el aula de clases; al entrar, cada uno realizó una reverencia hacia la maestra para luego dirigirse a su respectivo lugar, incluyendo a YeonJun, el cual se sentaba en el asiento del medio de la segunda fila.

De su mochila sacó todo lo que necesitaría, su cartuchera de un bonito zorro, su cuaderno, y otras cosas básicas, mientras su maestra, la señorita Park JiHyo, pasó la lista de los estudiantes asistentes. La fémina se sentó en su escritorio por un momento mientras buscaba algo, tratándose de una tiza o el borrador que le regalo el profesor de educación física, Kang Daniel. YeonJun no pudo escuchar lo que su maestra dijo, pero se imagino que fue alguna de esas palabras malas que usaba su mamá cuando se enojaba.

No le iba a prestar atención, hasta que la señorita hablo─. Choi YeonJun, ¿Puedes venir un momento, cariño? ─el pequeño se señaló a sí mismo en modo de pregunta, a lo cual su maestra asintió. Se levantó lentamente de su silla y empezó a caminar hacia ella. 

Decir que tenía un poco de nervios era poco, pensó al instante que había hecho algo malo y que le darían un sermón, o peor aún, que llamasen a alguno de sus padres. 

─Buen día señorita Park, ¿Sucede algo? ─dijo suavemente YeonJun, con un tono de voz algo frágil y tartamudeante. 

─Buenos días Junnie, no sucede nada malo cielito. ─el escuchar éso fue un alivio para el castaño rojizo─. Solo necesito un favor de tu parte cariño. Fui un poco, no un poco ─se corrigió a sí misma─, muy distraída y no retiré el libro que uso para impartirles clases de matemáticas de la biblioteca, ¿Sabes cuál es, no? ─asintió─. Podría ir yo misma a retirarlo pero sabes como son tus compañeros sí no estoy al pendiente de ellos. ─YeonJun la comprendió, las veces que ha tenido que hacer cualquier pendiente que tenga que ver con salir del aula, sus compañeros aprovechaban y, básicamente, hacían desastres en su ausencia─. Como eres el niño más alto del salón, necesito que por favor, busques el libro en la biblioteca, lo encontrarás en la estantería que está al lado de la sección de cuentos infantiles, en la parte más alta, después yo hablo con la señora Kim si sucede algo, ¿Podrías hacer ello, Yeonnie? ─el castaño rojizo suspiró y asintió─. Perfecto, muchas gracias. ─la profesora lo abrazó y rió, la señorita JiHyo era muy dulce, aunque también muy estricta.

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