La pequeña albina llega por error a Green Gables.

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Por fin baltra y la pequeña habían llegado a tejas verdes sanos y salvos. La albina estaba con una emoción tan grande que sería difícil de describir la felicidad que tenía.

-oh pero que bello-. Baltra detuvo el carruaje-. Me estado pellizcando todo el tiempo, me embargaba un sentimiento extraño y agobiante y tenía miedo de que esto no fuera real, y que solo estuviera en mi imaginación. Tuve que pellizcarme una vez más-. Suspira-. Es real, Green Gables es real y al fin estamos en casa.

-si...

Siguieron entrando a la granja y la pequeña se abrazó al brazo de baltra, suspirando una vez más antes de llegar a lo que es su hogar. Al llegar y dejar el carruaje, la albina se arregla un poco y espera a que nadja Cuthbert saliera a saludarla. Nadja salió de la casa lo más rápido que pudo, pero algo estaba mal, su cara demostraba sorpresa al ver a la niña de trenzas, en cambio la albina estaba feliz de verla. ¿Dónde está el niño?

-hola.

-baltra Cuthbert ¿Quién es ella? ¿Dónde está el niño?

-no había niño solo ella-. La expresión de la pequeña iba cambiando a cada paso que ellos hablaban.

-no había niño nadja lo aseguro, solo... ella.

-pero que dices, un niño no, debía ser un varón baltra. Le dijimos claramente a la señora Alexander Spencer que nos enviara un niño.

-pues no... la trajo solo a ella. Le avise al encargado y dijo que la dejo en la estación. No podría dejarla en ese lugar, sin importar quien se equivocó.

-oh por dios, pero mira qué barbaridad-. Miro a la niña de arriba hasta abajo-. Debemos devolverla.

-no me quieren-. La voltearon a ver-. Debí esperármelo, debí saber que nadie me quería-. Se sentó en el suelo decepcionada con sus ojos al borde de lágrimas.

-por el amor de dios niña, no te sientes en el suelo, te vas a ensuciar. Hazme caso y ponte de pie-. Pero no habría caso, ella ya tenía su corazón encogido, no escuchaba nada a su alrededor es como si estuviera sorda-. Que piensas de esto baltra.

-yo... yo... ella viajo desde muy lejos para llevarse esta decepción.

-pero no debería estar aquí, ¡no debiste traerla aquí!- discutían mientras la albina estaba quieta en su lugar, sin ningún movimiento y sus ilusiones partidas-. Bueno, ya basta de tonterías-, la albina no escuchaba, no tenía ganas de nada. Nadja trataba de llamarla de todas las formas pero nada- niña, niña, ¡oye!- al fin recupero la conciencia.

-¿niña? Quisiera ser todo menos eso.

-de nada sirve llorar, solo fue un error eso es todo. No te echaremos a la calle esta noche, ¿Cuál es tu nombre?- sus lágrimas salieron.

-eso qué importancia tiene, no me quedare lo suficiente para que se lo aprenda.

-cuida esos modales y responde lo que te pregunte de una buena vez.

-puede... llamarme cordelia.

-¿cordelia? Es enserio.

-o Penélope, Penélope tiene un tono muy trágico.

-cuál es tu nombre niña.

-puede llamarme cualquiera de esos si es posible.

-dilo de una vez, sin chistes-. Hubo un silencio pero la pequeña al fin respondió.

Elizabeth la de tejas verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora