Mi primer desembarco en el archipiélago fue a los cuatro años. Desde entonces lo he visitado innumerables veces, a veces sola y otras veces (como esta) acompañada. Es un destino magnífico porque se ajusta a todas las circunstancias: uno puede visitarlo en un día atareado y en una semana de vacaciones, lo puede recorrer entero o quedarse en alguna isla por mucho tiempo y disfrutarla al máximo, y la mejor parte: nunca se lo termina de conocer completamente.
En mi juventud pasé grandes cantidades de horas en Naienam, la isla de magia, y Cor, la isla del amor. Ahora disfruto viajar a Tempus cada tanto, pero me encanta visitar las de siempre acompañada de nuevos pasajeros. Así fue como me enlisté en la agencia de viajes de OAJNU San Juan.
La tripulación del Bitácoras está formada por nuestro vigía (que realiza los primeros avistamientos de las islas y ofrece información sobre éstas a los pasajeros antes del arribo), el timonel (que fija el curso del recorrido de acuerdo a las preferencias de los pasajeros) y el teniente (mi segundo al mando, me ayuda con los comunicados y es el encargado de la biblioteca a bordo), además de quien escribe.
El plan básico de viaje es bastante acotado porque el objetivo no es tanto enseñarles el mapa completo como motivarlos a que vuelvan a Litterae y la recorran por su cuenta. Hay muchos espacios para visitar en conjunto, por eso el archipiélago es un lugar donde se forman amistades y vínculos duraderos, y también muchos rincones recónditos para explorar en nuestra propia compañía.
Como decía, el plan básico incluye seis posibles destinos (quedando a criterio de los tripulantes si desembarcar en ellos o no). Las islas suelen presentar una faceta diferente en cada viaje, pero voy a adjuntarles mis impresiones en este último viaje para que se hagan la idea.
En la isla Naienam desembarcamos en una playa corta que enseguida deja paso a un bosque verde y frondoso. Se escuchan sonidos chirriantes, rugidos y aleteos. Si acercamos el oído al agua podemos escuchar el murmullo incomprensible de algunas conversaciones marinas. Hay en el aire un aroma dulce, como a caramelo de tutti frutti, pero también una sensación de peligro al acecho. Es la isla de la magia y la aventura.
La isla Scelus está impregnada de olor a cigarro, comida rápida y la suciedad propia de la rutina urbana. Scelus es un collage de todos los lugares oscuros de una ciudad: callejones, calles sin salida, edificios abandonados y llenos de grafiti, plazas desoladas, las entradas al subte a las 3 de la mañana y más. Siempre hacemos una parada en la comisaría y un buen amigo mío suele darnos un pequeño tour por la Mediana Manzana. Es la isla del misterio y los crímenes no resueltos.
La isla Cor es uno de esos destinos paradisíacos cuyas fotos sirven de fondo de pantalla en el 90% de los dispositivos tecnológicos. Una interminable playa de arena blanca, bosques de palmeras y olas de agua cristalina y espuma blanca rompiendo en tus pies. El clima siempre es soleado y caluroso, pero en cuanto cae e sol es imposible evadir la necesidad de una taza de chocolate caliente. Es la isla de las historias románticas de todo tipo.
La isla Tempus tiene un aspecto duro y rocoso, con una gran montaña en el centro. Hay un aroma extraño en el aire, como a pólvora. No se distingue fauna, aunque sí una discreta vegetación. A lo lejos pueden avistarse edificaciones varias, dispersas, todas con diferentes estilos: una pirámide, un coliseo, una torre Eiffel, una muralla gigante, estatuas, y más. Hay una sola emoción que se me ocurre para describir esta isla: nostalgia. Es la isla de las pequeñas historias dentro de la gran historia de la humanidad.
La isla Cronos es una ciudad enteramente tecnológica. Cualquiera que me esté leyendo ahora no podría reconocer ni uno de los aparatos que cumplen tareas de transporte, limpieza, comunicaciones, entre otros a la vista. Las vidrieras enseñan productos de lo más inverosímiles, y las personas que transitan por sus calles portan vestimentas exageradamente llamativas. Siempre que voy es un año diferente, en este último viaje una señora me ha dicho que es el año 2787. Es la isla de las historias utópicas y distópicas.
Finalmente, la isla Vereor es un paraje bastante desolado, la isla entera tiene un aspecto gris. No hay casi vegetación y lo único que aparece a la vista es la enorme fachada gris de lo que parece ser un centro sanitario. Hay un aroma fuerte a claveles mustios, muchas telarañas y a lo lejos pueden verse una docena de lápidas de un pequeño cementerio. Es la isla de las historias de miedo.
A estas alturas también deberían estar incluidas en el paquete las visitas de Apolo. Apolo solía ser, como yo y muchos de ustedes, un visitante más del archipiélago. De hecho lo visitó tanto que bueno, ahora es parte de él. Es un personaje errante que suele aparecer en muchas historias: a veces es un bufón, otras un vendedor callejero, a veces regala consejos y, cuando la situación lo amerita, advertencias. Apolo posee una sabiduría inmensa, aunque nunca ha sabido muy bien cómo comunicarla. Es por eso que la mayor parte del tiempo es como tener sintonizada la radio en una estación rusa: se escucha mucho pero no se entiende nada. Aún así, a veces sus observaciones han sido de gran utilidad.
Como mi parte favorita de las bitácoras son los secretos, me he guardado para el final el que viene de yapa con esta: la misión especial detrás de las agencias de viajes de OAJNU San Juan. O mejor, para darle más suspenso al asunto: el secreto de Litterae.
Rebobinemos algunos párrafos. ¿Se acuerdan cuando les dije que una de las mejores cosas del archipiélago es que uno nunca termina de conocerlo completamente? Bueno, eso es porque Litterae es como el Universo: se encuentra en constante expansión. La cuestión es que, a diferencia del Universo, no se expande solo. De los miles de millones de visitantes del archipiélago surgen algunos pocos, que se dedican a expandir los límites del archipiélago. Muchos son responsables de las criaturas que pueden avistarse en Naienam, de los fantasmas de Vereor o los vehículos aéreos de Cronos. Muchos de ellos se convirtieron en exploradores, descubriendo y habitando nuevas islas. Todos ellos son los responsables de que el archipiélago sea un lugar con opciones para todos los gustos, donde cualquiera puede pasar un buen rato.
Los "ensanchadores" de Litterae, mejor conocidos como escritores, son pocos. Muchos empiezan entusiasmados, pero abandonan a la primera de complicaciones. ¡Litterae es para valientes! Y ampliar sus límites requiere, además de valentía, algo todavía más escaso: constancia.
El fin último de la agencia de viajes de OAJNU San Juan es nada más y nada menos que descubrir entre los tripulantes aquellos con potencial de ensanchadores, de creadores de historias. Creo que todos hemos hecho un buen trabajo en este viaje. ¡Gracias!
¡Hasta el próximo abordaje!
Capitanía.
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Bitácoras 2020
Truyện NgắnBitácoras surge como una iniciativa con el objetivo de impulsar la creatividad entre los más jóvenes, utilizando a la literatura como disparador. El proyecto se estructura bajo la analogía de la lectura como un viaje: a través de ella podemos conoce...