Cuando Damien llegó a casa lo único que tenia en mente era dormir por las próximas 48 horas, algo imposible pues el infierno no se administraba solo y tenia que estar al día siguiente a las ocho en punto en la oficina, ser gerente general del inframundo no era tarea sencilla y menos cuando a su padre se le daba por morirse y lo dejaba a él con toda la carga, a penas tenia veinte y ya sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Aún así trataba de mantenerse relajado en casa, sabía que solo preocuparía a Pip si llegaba con cara igual o peor que los muertos a los que tenia que organizar. Y no podía hacerle eso al pequeño angelito que tenia por novio. Llevaban viviendo juntos unos cuantos meses y hasta que su padre murió todo había sido perfecto, una luna de miel con muchos besos, sexo y arrumacos, claro esta que ahora no tenia ganas ni de levantarse del sofá.
Damien entró en casa, intentando parecer todo lo despreocupado que podía estar, aun tenia en la mente todo lo que tendría que hacer al día siguiente y al siguiente.
Pero por un momento dejo de pensar en ello cuando Pip no lo recibió con su acostumbrada sonrisa que iluminaba hasta el rincón más oscuro del planeta.
–¿Pip? –llamó Damien, dejó la maleta en la entrada y vio alrededor no había señales de su adorado rubio –¿Pip? –fue hasta la cocina y la encontró vacía, eso sí la cena estaba como habitualmente en el microondas.
Por un instante Damien sintió pánico, pero una voz en su mente le pidió que se relajara que quizá Pip estaba dormido en el cuarto que ambos compartían.
Damien entró, la habitación estaba a oscuras y la única luz venia de dejaba de la puerta del baño. Con el corazón acelerado y sintiendo que sus peores temores estaban a punto de confirmarse abrió la puerta de un tirón.
Pip estaba ahí, afortunadamente vivo sin ningún rasguño y usando...un conjunto de lencería blanco. Medias largas de encaje y una ropa interior que no dejaba nada a la imaginación.
De inmediato Pip trato de cubrirse con ambas manos, mientras la cara se le tornaba más y más roja.
–¡Por todos los cielos, Damien! ¡esto no es lo que crees!
Damien inclinó la cabeza, aun procesando la información.
–¿No...eres tu usando lencería? –tragó saliva.
Pip parecía a punto de explotar.
–Y-yo no es mi culpa– sus ojos azules se pusieron vidriosos de pura frustración–. Kenny fue el de la idea. Yo...no sabia que hacer para llamar tu atención y él me mando ese maldito paquete–señaló hacia un rincón donde había una caja abierta–, por favor, no creas que suelo hacer estas cosas, no soy ninguna especie de pervertido. ¡Esto solo fue una mala idea! Solo me lo estaba probando...yo no planeaba...
Damien lo tomó de ambas manos.
–Calma, Pip–le pidió y respiro junto con él–. No estoy molesto.
El inglés levantó la mirada.
–¿No lo estás?
–¿Por qué lo estaría? Quisiste hacer algo lindo.
–¡Lo sé! – dijo dándose confianza–. Has estado tan ocupado que nosotros no...ya no...
Damien vio como Pip trataba de hablar y se trababa con las palabras. Todo para evitar decir la palabra con s y exo, como si fuese un pecado, irónica considerando que salía con el anticristo, aquello le pareció adorable.
–Y nosotros...–continuo el rubio–, es decir...yo traté, pero te veías cansado y...
Damien soltó una risa, que hizo a Pip fruncir el ceño.
–¿Acaso estoy diciendo algo gracioso, Thorn?
Damien reprimió la risa.
–No, nada de nada.
–Sí, claro. Déjame salir para quitarme esto –Pip lo hizo a un lado–, un error lo comete cualquiera, no estas siendo nada lindo.
Antes de que pudiera salir del baño, el anticristo lo agarró por la espalda.
–¿Qué estás haciendo, Damien?
–Creo que eres lindo–le susurró al oído.
Pip sintió un hormigueo recorrer su columna. El deseo de las últimas semanas rogaba por ser satisfecho.
–Ah ¿sí? –volteo para encararlo–. Me lo puse para ti.
Damien le rodeó la cintura sintiendo el calor de la piel desnuda.
–Entonces sí eres un pervertido del encaje y las medias.
Pip le puso las manos en la nuca y lo acercó.
–Y a ti te gusta ¿no?
Damien asintió y lo besó.
No fue un beso suave como los anterior que se había dado hasta ese día, este fue fuerte y violento. De inmediato, Damien bajo por su cuello repartiendo besos y mordidas ahí por donde sus labios pasaban. Pip jadeaba, pero tuvo que sujetarse del lavado para no caer, las piernas le flaqueaban y la excitación lo tenía al límite.
–Ángel...–le susurró Damien antes de levantarlo y dejarlo sobre el lavado.
Pip lo vio embelesado y le abrió las piernas, por donde deslizo aquella fina ropa interior de encaje. Pero Damien no lo penetró al instante, al contrario, como poseído comenzó a besar sus muslos por encima del encaje, tocando las medias blancas y el diseño floral que están poseían. Cada toque enviaba ondas eléctricas a Pip, que lo retorcían de placer.
–Adentro...Damien...–rogó Pip con la respiración agitada, lo necesitaba, quería que lo llene.
El anticristo gruñó con la petición y le dio un largo y fiero beso.
–Espera...
Damien parecía gustarle la textura de las medias, no lo malentiendan, nunca había tenido ese tipo de fetiches, pero había algo en la manera en que la tela se adhería a la piel de su amado, la textura que le daba a esta y el calor que su cuerpo desprendía que lo estaba hechizando, lo volvía loco.
–Alza las piernas.
Pip obedeció de inmediato, sabía que si satisfacía a su novio anticristo este lo haría lo mismo por él. Solo podía pensar en la sensación que tendría cuando Damien lo llenase, corriéndose dentro de él.
Con las piernas de Pip juntas y alzadas, Damien sacó su miembro cubierto ya por el líquido preseminal y sin pensarlo lo metió ahí, entre los muslos de Pip, sintiendo la textura de las medias en todo su esplendor.
El rubio al contrario de extrañarse, solo se excito más y comenzó a moverse tal como sabia que Damien querría que se moviera. Este empujaba y empujaba ensuciando las medias y a Pip en el proceso, al final terminó sobre la blancura de la tela. Pero aún no había terminado. Veía la excitación en los ojos azules de su adorado y él ya se encontraba listo de nuevo. Separó sus piernas sintiéndolas más calientes que nunca y se deslizó por aquel hoyo glorioso.
Pip lo recibió con ansias, pero con un gritó de sorpresa que al instante cambio por gritos de placer, había deseado tanto que Damien lo cogiese. Le clavó las uñas con cada estocada que le daba, su cuerpo vibraba y se acomodaba al ritmo del anticristo, quería más y más, siempre quería más de Damien. Cada movimiento, cada sensación era para y por él, lo necesitaba, lo amaba.
–¡Vente dentro! –gritó Pip sintiendo las oleadas del orgasmo– ¡Adentro!
Damien obedeció y se liberó entre espasmos.
Agotado dejó su cabeza descansar el lado de Pip. Este le sonreía extasiado, sintiendo el semen deslizarse por sus piernas. Damien no pudo evitar darle un beso, esta vez tierno y lleno de amor.
Luego de una ducha y más mimos ambos fueron a dormir. Llevaban solo unos minutos con la luz apagada cuando Damien abrió los ojos y susurró:
–Pip creo que sí tengo un fetiche por las medias.
El rubio le sonrió y acaricio su cabello.
–No pienses en eso y duerme, mañana te espera un largo día– dijo Pip, al mismo tiempo que guardaba esa información para después, porque por Dios bendito que habría un después.
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KINKTOBER 2020 - DIP
FanfictionHistorias DIP +18 Serán 31 one shots, una consigna una historia. Kinky: puede significar fetiche, referido al acto sexual. Contenido para mayores de 18.