CAPITULO. 2

103 12 0
                                    

≫────··•••··────≪

Aradia

La fría negrura abandonó mi cuerpo dando paso al calor de la playa donde se ubicaba mi casa. No era la gran cosa, una pequeña cabaña con todo lo necesario para que una persona viviera ahí sin mayores dificultades.

Respire hondo mientras abría la puerta de madera, dejando que el aire fresco inundara mis pulmones. Me encantaba la sensación de estar al aire libre, el sube olor del bosque, la brisa fresca, sin amenazas ni problemas.

Entre mi cabaña, todo seguía exactamente igual, todo excepto una cabellera rubia brillante y un aura que brillaba como el sol, literalmente.

—¿Apolo? —El chico, porque ese cabello rubio pertenecía a un chico con apariencia de surfista, volteo.

Una sonrisa brillante y cegadora apareció en sus labios y sin siquiera darme cuenta, ya estaba apresada en los brazos del chico.

—Mi hermosa Aradia, ¿cómo has estado, linda? —preguntó mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos.

Dejé escapar una suave risa y le devolví el abrazo con la misma efusividad. — Como siempre, ya sabes, alejando a los monstruos, escondiéndome de tu padre...

—Dejando entrar a magos a tu casa... —me interrumpió rompiendo el contacto para mirarme con reproche. Rodee los ojos, claro que Apolo lo sabría.

—Oh vamos —gruñí soltandome por completo—. Sabes que la oferta era tentadora. Vivir como una mortal, es lo que todo semidios quiere.

—Pero no vivirás como una mortal, serás una bruja, peor, una colegiala. Ni siquiera estarás exenta de problemas —dijo, su mirada reflejaba preocupación—. Una guerra se acerca y tú quedarás en medio de todo eso.

—Siempre me veo envuelta en las guerras grandes, lo sabes.

Desde aquel día en que los dioses me dieron la inmortalidad mi vida se plagó de problemas, más de los que ya tenía. A donde fuera había guerras, problemas, conflictos, no había forma en la que pudiera pasar más de un siglo en paz. Era agotador, como semidiosa los monstruos siempre me perseguían, como "mortal" los problemas bélicos me acechaban a la vuelta de la esquina y como bruja las religiones me repudiaban. Una vida en la que nunca puedes aburrirte.

—Esta vez podría ser diferente.

Me encogí de hombros, lo dudaba.

—Es poco probable, lo sabes. Si no hubiera venido el barbudo entonces el otro, ¿Voldemort? lo hubiera hecho. Al menos esta vez estoy del lado bueno —intente bromear. La cara enojada de Apolo no era intimidante, pero tampoco era como que me gustara.

—Ajá, claro. Esta vez no harás rodar cabezas judías.

Apolo rodó los ojos con una suave sonrisa. A él, como dios inmortal que es, no le importan los humanos, sus conflictos o matanzas. Sus años de inmortalidad no le permiten dimensionar el caos que causan los seres mortales entre sí, asique no lo condenen por reírse del peor conflicto bélico de la historia.

— Despreocúpate solecito, puedo con esto.

Apolo me dio una mirada cargada de resignación y asintió. — Claro que puedes, eres la increíble Aradia Lilith Grindelwald, la mejor amiga del guapo y asombroso dios del Sol. ¿Cómo no podrías con algo tan simple como una guerra mágica?

Sonreí. Lo empuje suavemente con mi cadera cuando pase a su lado para entrar a la cocina.

— ¿Lo ves? No hay nada que pueda conmigo —dije comenzando a revisar unos papeles sobre la alacena por lo que le di la espalda—. Sería una estúpida si manchara tremendo titulo.

La carcajada de Apolo resonó por toda mi cabaña. Pude escuchar sus pasos acercarse hasta quedar a tras de mí y enseguida sus brazos se posaron en mi cintura acercándome a su cálido cuerpo. Podía sentir su respiración chocar en mi cuello, suave y tibia.

—Aun así, sigo enfadado. He visto... cosas —susurro a un lado de mi oreja—. No me gusta lo que va a pasar, linda. No me gusta nada.

Sentí su frente chocar contra mi hombro, como si se sintiera derrotado.

—Supongo que no puedes contarme ¿No? —Apolo negó mientras apretaba sus brazos a mi alrededor.

Me gire entre sus brazos y lo encare. Sujeté suavemente su rostro y piqué juguetonamente una de sus mejillas con la punta de mi dedo tratando de hacerlo sonreír.

Su cabello rubio y ligeramente rizado le caía por el rostro enmarcando sus brillantes ojos azules que ahora se encontraban más oscuros de lo usual. Me dio una pequeña sonrisa, era débil, pero por ahora era suficiente.

Deje que mis manos se enredaran en su cuello, mis dedos jugando con su sedoso cabello y con mis ojos fijos en los suyos. Apolo era, sin duda alguna, uno de los dioses más guapos que conocía, con esa apariencia de chico de película y esa mirada traviesa, sin embargo ahora mismo, mientra me miraba con preocupación, casi pude ver una lado mortal en él.

—No te preocupes, estaré bien ¿Sí? —Dije suavemente mientras lo abrazaba suavemente.

Apolo me devolvió el abrazo con fuerza y no voy a mentir, por un segundo sentí el miedo recorrerme ¿Por qué el abrazo se sentía como una despedida? ¿Por qué Apolo se veía tan preocupado? ¿Qué iba a pasar? ¿Zeus está de acuerdo con lo que sea que esté pasando? porque eso definitivamente no es bueno

—Me hubiera gustado quedarme un poco más —dijo de pronto sacándome de mis pensamientos pesimistas— pero mi padre no me dio mucho tiempo. Solo vendría a advertirte sobre los magos y... todo eso.

—Entiendo —dije suavemente mientras acariciaba su mejilla—. Te veré después, ¿cierto?

Silencio. Esos cinco segundos de apolo en silencio hicieron que mi corazón se paralizara por un momento.

—Claro —dijo al fin, pero eso no me tranquilizó.

—Apolo... ¿Qué sucede?

Apolo gruñó. Sus hermosos ojos azules brillaron de rabia y yo ya sabía lo que eso significaba.

—Te prohibieron contarme —afirmé. Él asintió—. ¿Tan malo es?

—No, bueno, sí. Es solo que lo que pase ahora afectará tu vida y...

Un potente rayo se oyó a lo lejos. Ambos rodamos los ojos.

—¡Bien! ¡No le diré nada! ¿¡Contento, padre!?

Un rayo, notablemente más suave que el anterior resonó a lo lejos. El rubio resopló.

—Odio las antiguas leyes.

Asentí. Las antiguas leyes siempre se volvían una molestia en este tipo de situaciones. Aparentemente era para protegernos, pero dado que las leyes las escribieron los dioses no estaría segura de creerlo.

Un rato después, y luego de un potente rayo a un lado de mi cabaña, apolo optó por irse. Ninguno de los dos quería problemas con Zeus, al menos no mientras nuevos conflictos comenzaban a surgir en el mundo mágico.

≫────··•••··────≪

𝐀𝐂𝐄𝐍𝐃𝐑𝐀𝐃𝐎 {1} || Sirius Black || HPXPJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora