CAPÍTULO 2: LA BODA

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La Boda






CAPÍTULO 2

Estoy quieta y en silencio, si pudieran matarse con las miradas ya ambos estuvieran bajo tierra. Todos nos observan desde sus asientos pero nadie interviene, están nada más para especular luego y yo ya no soporto ser el centro de atención, creo que Ethan lee mi mente y se digna a hablar.

—Basta, los dos— les advirtió—. No es el lugar, Edan.

—Si, además sólo estaba conociendo a la princesa —concordó Millán.

—Por favor, caballeros ¿A quién no le gusta un poco de espectáculo?—preguntó Edan, con una sonrisa cínica en sus labios.

¿Espectáculo? ¿El amenazar con una guerra es un juego para él?

—Tengo que ir al baño —comento, atrayendo la atención de los tres hombres.

—Te acompaño —dijo Adalet, queriendo escapar conmigo.

Huimos como las damiselas en apuros que piensan que somos, sin esperar sus respuestas y nos encerramos en mi habitación. Adalet estaba más callada que de costumbre, me comenzaba a preocupar. Comenzaba a sospechar que algo me ocultaba y era grande.

—¿En qué piensas? —curioseo, intentando sacarle información.

—Mañana es la boda Jadid, eso me tiene nerviosa —confesó.

—A mi también, demasiado —susurro.

—Jadid, ¿Eres virgen?—. Mis ojos se iban a salir de órbita y casi me atraganto con mi saliva.

—Dios, sí —respondo aún en shock.

—Discúlpame, pero tenía que estar segura... Si Edan tiene relaciones contigo y no hay sangre en la sábana, te sacrificarían al instante —me explicó, ahora podía entenderla.

Nadie me dijo eso, habría muerto si no fuese virgen.

Parece que mis padres tampoco leyeron las letras minúsculas del contrato, donde me mandaban a la hoguera sin derecho a defenderme. Abracé a Adalet, desde que llegué ha sido la única real en este castillo vacío y frívolo, después de esto podía confiar en ella y si mi plan marchaba bien, si podía escapar lo haríamos juntas, ella correspondió mi abrazo, hablamos por unos minutos más y la puerta sonó, un guardia vino a buscarla anunciando que era hora de dormir.

Si, hasta eso lo controlaba mi futuro esposo.

Cambié mi vestido por un camisón largo, solté mi cabello y me quité las zapatillas, dejándolas al lado de la cama, apagué las luces y me dispuse a caer rendida en los brazos de morfeo. Un ruido afuera llamó mi atención, debajo de la puerta se deslizó una carta, me levanté con cuidado a tomarla y la abrí para leer su interior, el que me dejó petrificada.

"Mañana serás mía".

No hizo falta leer el remitente, sabía bien quién había mandado la carta y así fácil como llegó, se fue mi sueño. Tenía miedo de las pesadillas que me acechaban y después de tal mensaje, era seguro que no me dejarían descansar. Sería otra noche larga e interminable, volví a la cama pensando qué haría para borrar los recuerdos que tenía de Edan en mi mente.

Las luces de una linterna parpadeaban en mi ventana, al principio dudé en acercarme, estaba aterrada que fuese Edan, pero un largo minuto más tarde reflexioné en que si él quisiera podría entrar en la habitación dándole la orden al guardia afuera de mi puerta, entonces no podía ser él. Dejando el nerviosismo a un lado, me coloqué las bailarinas y caminé cautelosamente a asomarme. La luz de la luna actuaba como un reflector para su cara dulce, su cabello brillaba en la oscuridad y sus ojos parecían más profundos. Era como el príncipe que sueñas cuando estás pequeña, simplemente perfecto.

La Favorita del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora