Era un lugar oscuro, frío, era una soledad abrumadora, pero una voz se escuchaba a lo lejos. Una voz grave que llamaba a su nombre, al principio de manera desesperada pero luego cada vez más tranquila casi como un arrullo.
-Sarada.
Los ojos obsidiana se abrieron dolorosamente ante la brutal cantidad de luz solar, lo primero que observó fue una borrosa silueta masculina.
-Sarada, ¿Estás bien?
No entendía lo que ocurría, sentía frío, su piel estaba húmeda, sus prendas estaban mojadas.
«Es cierto, caí por una cascada»
Cuando volvió a ver a su compañero notó que las ropas de este se hallaban en el mismo estado que las suyas. Sarada sonrió suavemente mientras asentía, le dolía todo el cuerpo.
-Estoy bien, gracias.
El albino suspiró tranquilo mientras borraba aquella expresión de preocupación.
Era extraño, siempre pensó que si se encontraba en problemas el primero en socorrerla sería Boruto pero en la mayoría de los casos era Mitsuki quien la sacaba de aprietos.
Sus dos compañeros eran polos opuestos; mientras que el rubio era un hiperactivo sin remedio el otro era sereno pero siempre alerta. Si Boruto era una tormenta entonces Mitsuki era un intrigante mar en calma.
Alguien que lentamente calentaba su corazón, alguien que siempre prestaba su ayuda con una sonrisa tranquila...
- Eres una idiota
Sarada abrió los ojos de par en par anonadada, nunca en su vida le había tocado ser rezondrada en las misiones pero la voz y el rostro de Mitsuki eran implacables.
Su semblante, que hace un segundo se veía aliviado, tenía ahora un rictus en los labios y el ceño fruncido. El Uzumaki se quedó atrás en silencio sin intenciones de intervenir.
Sarada abrió la boca para protestar una vez salida de su asombro pero el Yamata tomó la palabra antes. Molesto era poco; estaba alterado como nunca antes y cada palabra salía más potente que la anterior.
- ¡Eres una irresponsable! Boruto ya no es un niño sabe cuidarse por si solo ¡¿en qué momento se te ocurrió que hacer algo tan estúpido como eso sería una buena idea?!
La Uchiha era una mujer que no se dejaba intimidar por nada ni por nadie pero ser reprendida de esa manera por el albino estaba fuera de toda imaginación suya, era una faceta que no había visto antes.
- Boruto estaba en peligro, tu no hubieses llegado a tiempo. Si no hubiese intervenido entonces...
- Entonces él hubiese salido herido, ¡si! ¿crees que no lo sé? yo había calculado ese riesgo.
Sarada seguía sentada recuperándose y desde su lugar su compañero era como una montaña gigante frente a ella, sus ojos ámbar refulgían ira.
Desde su lugar se sentía como un insecto que sería pisado en cualquier momento por ese ninja con ojos de serpiente y palabras hirientes.
La kunoichi se levantó en seguida, sin pretenderlo sus ojos se tornaron escarlata.
- Y si lo sabías ¿por qué demonios me estas gritando? lo he salvado- por mucho que le temiera en esos momentos no se dejaría humillar más, dirigió su mirada hacia arriba para confrontarlo puesto que Mitsuki le llevaba varios centímetros de altura y señaló a Boruto con ímpetu - Míralo, ¡tu querido sol está sano y salvo!
La orejas del muchacho hirvieron de la cólera antes sus palabras altivas, apretó sus mandíbulas dolorosamente.
- ¡Casi te mueres! ¡¿No puedes entender eso?!- El gesto ceñudo de Sarada desapareció ante el peso de sus palabras- ¿No puedes pensar un poco más en ti? ya se que Boruto hubiese salido lastimado pero yo soy ninja medico, puedo curarlo. ¡Dios, Sarada, confía un poco más en nosotros! no se va a romper por un par de ataques directos, no soy tan incompetente como para no poder solucionar sus lesiones.