La ofrenda de invierno

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El invierno se despidió de Konoha con una fuerte lluvia, llevándose consigo algo más que el mal clima. En la víspera de primavera, el invierno había arrancado a la flor más hermosa de todas como ofrenda.

La fuerza de uno de los oponentes era abrumadora, el albino hizo una mueca de dolor por inercia al sentir su espalda destruirse contra un gigante muro de piedra.

Podía calcular al rededor de 5 costillas rotas. A pesar de que era más resistente al dolor que el común de las personas, el fuerte golpe occipital en su cráneo lo aturdió lo suficiente para demorarse en reaccionar.

- ¡Mitsuki!

La voz de su compañera no era un llamado de alerta, era de desesperación pura. Entendió que estaba en inminente peligro pero todo era borroso ante sus ojos, una silueta de color café se acercaba rápidamente hacia él.

Cerró sus ojos con fuerza, ya que no tenía sentido intentar esquivarlo, su cuerpo simplemente no respondía correctamente y por el daño su sistema tardaría más de lo acostumbrado a regenerar.

Los segundos pasaron pero el golpe final jamás llegó, abrió los ojos sobrecogido por el miedo de que tal vez, estaba perdiendo algo incluso más importante que su propia vida.

Ahí estaba ella, dándole la espalda y podía distinguir, aún con su visión borrosa como una espada atravesaba el emblema de su ropa.

Boruto gritó el nombre de la Kunoichi con desesperación a lo lejos, y el oponente soltó un fuerte alarido mientras retrocedía, quitando a su vez la espada del cuerpo de la Uchiha.

Todo el dolor del golpe había sido olvidado y enviado en un oscuro rincón de su mente. En lo único que podía pensar era en el cuerpo de Sarada, cayendo en cámara lenta mientras el enemigo más cercano seguía gritando de dolor por el kunai que está le había clavado en el globo ocular izquierdo ahora bastante lejos de su alcance.

Su cuerpo reaccionó por si solo y antes de que que ella se estrellara contra el suelo, la sujetó. Se sentía demasiado ligera, etérea.

No lo entendía, simplemente no entendía como la sonrisa de Sarada parecía un recuerdo distante.

- Resiste, estarás bien.

- Dile... a mis padres que los amo. Lo siento mucho Mit...

Él vio como en cuestión de segundos, los ónix de la muchacha perdían el característico brillo, ahora eran vacíos en un cuerpo inerte.

Su mente se nubló por la ira y venganza el cuerpo frío fue dejado con delicadeza en el suelo y caminó con lentitud hacía sus rivales. Boruto quien ya había llegado a su lado intentó detenerlo, pero nada lo haría a esas alturas.

Giró hacia donde se hallaba la Kunoichi, un charco de sangre se extendía bajo su cuerpo y su mirada ausente se dirigía directamente a donde el albino.

-Llévatela, no quiero verla.

No hubo réplica alguna. Boruto lo miró con preocupación pero se alejó con el cuerpo de su amiga en brazos, rumbo a la aldea.

Mitsuki no sabía mucho sobre los sentimientos y las emociones, lo único que tuvo siempre claro era su voluntad por protegerlos. Había fallado estúpidamente y ahora solo le quedaba un amargo sabor a derrota y un hueco en su corazón.

«Es mi culpa»

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La primera mañana de primavera llegó. Mitsuki caminaba aletargado hacia las puertas de Konoha, empañado por la lluvia de la noche anterior y con rastros de lo que habían sido chorros de sangre impregnados en su ropa de manera insistente.

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