¿Cómo puede ser tan linda? fue lo que pensó.
Si Sarada lo atrapara mirándola así se incomodaría pero simplemente no podía apartar sus ojos de ella.
No entendía en que momento había ocurrido. Al inicio Boruto era su sol y Sarada una compañera de equipo, pero solo eso, una chica con la que hacía misiones y como tal se cubrían las espaldas.
¿Cuándo cambió? ¿Cuál fue el día exacto en que su mirada se desviaba hacia ella para asegurarse de que estuviese a salvo?
No lo sabía con certeza, todo con respecto a su compañera era un misterio que empezaba a atraerle un poco más con el pasar de los días.
Ella tenía ojos bellos y peligrosos, a veces tiernos a veces mordaces.
Al inicio creyó haber heredado esa enfermiza obsesión de su padre por los Uchihas, pero esto era diferente, Sarada tenía ojos hermosos pero adoraba todo de ella.
- ¿Mitsuki, estás bien?
La culpable de sus cavilaciones detuvo su andar para cuestionarlo. Boruto lo miró con curiosidad pero ella mostraba una ligera preocupación.
- Sí, todo esta bien.
Sonrió como siempre y su compañero le devolvió la sonrisa para despedirse y correr a casa. La Uchiha, en cambio, se quedó junto a él, inquisitiva.
Tal vez todo había iniciado posterior a su regreso del país de la Roca. Fue cuando notó que Sarada empezaba a mostrarse más al pendiente de él, y ciertamente le había gustado aquella atención tanto que por momentos le frustraba cuando Boruto la acaparaba.
O tal vez incluso un poco antes, cuando con solo mirarse sabían lo que tenían que hacer contra Ku, la perfecta sincronía de sus jutsus y movimientos, incluso si fue solo para asistir al Uzumaki.
- Hey, no tienes que callártelo todo ¿sabes? Si te preocupa algo puedes contar conmigo...o con Boruto.
Sarada reflejaba cierto nerviosismo en sus palabras, estaba preocupada por él y Mitsuki lo sabía pero no estaba listo para confesar sus pensamientos y tampoco le había gustado el último agregado en su oración
- Te dije que no me pasa nada.
El tono más cortante de lo habitual descuadró a la Kunoichi y el tránsito de sus emociones de asombro, vergüenza, pena y finalmente a ira fue bastante notorio.
¿Cómo puede hacer todos esos gestos? se cuestionó el albino internamente
- Bien, haz lo que quieras entonces.
El tono de su voz fue hosco y su semblante antes dulce y preocupado se había endurecido. No se separó de su lado en lo que quedaba del trayecto juntos pero tampoco volvió a dirigirle una sola mirada o palabra.
Un tanto inmaduro tal vez pero su porte señorial era indiscutible. Ella era una Uchiha, protegía su dignidad e imagen por sobre casi todas las cosas y eso era algo que a su compañero le fascinaba y molestaba en partes iguales.
----
Mitsuki pensó que Sarada era bastante linda cuando estaba molesta, y en efecto la mayor parte del tiempo su semblante guardaba un gesto sutil de enojo.
Sin embargo, ante los ojos dorados era especialmente hermosa cuando reía, cosa que pasaba con muy poca frecuencia. Justo ese instante era uno de esos pocos momentos, Boruto la hacia reír con alguna de sus ocurrencias.
- Nee, Mitsuki ¿no bajas?
El rubio lo llamó, alegre, intentando que también se uniera a ellos en su tiempo de descanso.