Capítulo 6: La ave atrapada

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Como la mayoría de las aves me despierto con los primeros rayos del amanecer, pero a diferencia de ellas, yo no podía volar y debía descubrir por qué. Ojalá fuera algo tan siempre como una torcedura o una fractura, pero mis amigos dicen que todo está en mi cabeza.

-ah-Suspire pensando en lo sencillo que sería sacar cita con el psicólogo de la universidad, si tan solo estuviéramos en la universidad, pero no era así y tenía que aceptarlo ya, aceptar que no volvería a la universidad ni a ese mundo, al menos no en un largo rato.

-¡Kida! ya baja, vamos a desayunar- Grito Sussan desde la base del árbol en el cual yo me encontraba.

-¡Ya voy!- Le respondí y baje de un brinco, al menos mis inútiles alas aun me servían para planear. Alrededor de la fogata Sussan y Anna devoraban unas bayas silvestres, sabia que eso no era suficiente, pero fue lo mejor que Leo y yo logramos encontrar. Era evidente que los cuatro empezábamos a perder peso, no íbamos a aguantar mucho tiempo más, ya llevamos cinco días andando y aun no encontrábamos ningún camino que nos llevara a la capital.

-Kida, no te quedes ahí, come algo- Anna me insistió, ofreciéndome bayas.

-Gracias, ¿Dónde está Leo? - Les pregunte

-En la cima de aquel árbol, le llame para desayunar, pero creo que tiene el sueño algo pesado- Sussan señalo un árbol. Si esto sigue así, el primero en colapsar será Leo y por alguna razón pensar en eso hacia que mi estomago se sintiera raro, quizá debería comer .

-¿Leo?- Brinque a su lado y le intente despertar

-Kida...no...por favor...no- Dijo entre sueños, me tape la boca con ambas manos conteniendo una carcajada

-Ven vamos a comer- Toque su hombro

-No...Kanato me va a morder ... ayúdame- Al parecer soñaba con nuestros días de infancia

-No te preocupes Leo, me quedare a tu lado- Repetí lo que le dije en esa ocasión hacía ya varios años.

-¿Me... me lo prometes?- Era gracioso que cinco dias de falta de sueño, mala alimentación y alto nivel de estrés habían convertido a Leo en un cachorro.

-Si, ya levántate- Le vacié una botella con agua en la cabeza, Leo se levantó de un salto y se aferró con garras de pies y manos a la rama, con el pelo erizado desde las orejas a la cola.

-¡Tu! ¡¿Estas loca?!- Me grito antes de abalanzarse sobre mí, ambos caímos al suelo donde seguimos forcejeando, el sobre mi intentaba sujetar mis manos y yo con ayuda de mis piernas y cola le daba la vuelta quedando sobre él, solo para que después el me derribara quedando de nuevo sobre mí.

-Jajajaja ¡Ya cásense!- Sussan grito con su habitual buen humor, a su lado Anna nos veía inquisidoramente. Leo me soltó al escuchar lo que dijo mi amiga, bajo la cabeza avergonzado y se levantó del suelo.

-No deberías desperdiciar el agua- Dijo Leo con seriedad, después se aproximó al improvisado campamento para empezar a empacar todo. Sussan no lo sabía, pero había apuñalado a Leo en su punto débil.

- Leo, deberías comer- Le dije extendiéndole las bayas que Anna me había dado.

-Ya he comido demasiadas bayas los últimos días, mi cuerpo no puede asimilarlas bien, solo me haría daño- Eso era obvio el era un carnívoro después de todo

-Pues vamos a cazar algo- Le insistí

-No podemos perder mas tiempo, debemos llegar pronto a la capital- Necio como siempre, no había forma ya de hacerlo cambiar de opinión.

The rising of rainbow wingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora