Como la mayoría de las aves me despierto con los primeros rayos del amanecer, pero a diferencia de ellas, yo no podía volar y debía descubrir por qué. Ojalá fuera algo tan siempre como una torcedura o una fractura, pero mis amigos dicen que todo está en mi cabeza.
-ah-Suspire pensando en lo sencillo que sería sacar cita con el psicólogo de la universidad, si tan solo estuviéramos en la universidad, pero no era así y tenía que aceptarlo ya, aceptar que no volvería a la universidad ni a ese mundo, al menos no en un largo rato.
-¡Kida! ya baja, vamos a desayunar- Grito Sussan desde la base del árbol en el cual yo me encontraba.
-¡Ya voy!- Le respondí y baje de un brinco, al menos mis inútiles alas aun me servían para planear. Alrededor de la fogata Sussan y Anna devoraban unas bayas silvestres, sabia que eso no era suficiente, pero fue lo mejor que Leo y yo logramos encontrar. Era evidente que los cuatro empezábamos a perder peso, no íbamos a aguantar mucho tiempo más, ya llevamos cinco días andando y aun no encontrábamos ningún camino que nos llevara a la capital.
-Kida, no te quedes ahí, come algo- Anna me insistió, ofreciéndome bayas.
-Gracias, ¿Dónde está Leo? - Les pregunte
-En la cima de aquel árbol, le llame para desayunar, pero creo que tiene el sueño algo pesado- Sussan señalo un árbol. Si esto sigue así, el primero en colapsar será Leo y por alguna razón pensar en eso hacia que mi estomago se sintiera raro, quizá debería comer .
-¿Leo?- Brinque a su lado y le intente despertar
-Kida...no...por favor...no- Dijo entre sueños, me tape la boca con ambas manos conteniendo una carcajada
-Ven vamos a comer- Toque su hombro
-No...Kanato me va a morder ... ayúdame- Al parecer soñaba con nuestros días de infancia
-No te preocupes Leo, me quedare a tu lado- Repetí lo que le dije en esa ocasión hacía ya varios años.
-¿Me... me lo prometes?- Era gracioso que cinco dias de falta de sueño, mala alimentación y alto nivel de estrés habían convertido a Leo en un cachorro.
-Si, ya levántate- Le vacié una botella con agua en la cabeza, Leo se levantó de un salto y se aferró con garras de pies y manos a la rama, con el pelo erizado desde las orejas a la cola.
-¡Tu! ¡¿Estas loca?!- Me grito antes de abalanzarse sobre mí, ambos caímos al suelo donde seguimos forcejeando, el sobre mi intentaba sujetar mis manos y yo con ayuda de mis piernas y cola le daba la vuelta quedando sobre él, solo para que después el me derribara quedando de nuevo sobre mí.
-Jajajaja ¡Ya cásense!- Sussan grito con su habitual buen humor, a su lado Anna nos veía inquisidoramente. Leo me soltó al escuchar lo que dijo mi amiga, bajo la cabeza avergonzado y se levantó del suelo.
-No deberías desperdiciar el agua- Dijo Leo con seriedad, después se aproximó al improvisado campamento para empezar a empacar todo. Sussan no lo sabía, pero había apuñalado a Leo en su punto débil.
- Leo, deberías comer- Le dije extendiéndole las bayas que Anna me había dado.
-Ya he comido demasiadas bayas los últimos días, mi cuerpo no puede asimilarlas bien, solo me haría daño- Eso era obvio el era un carnívoro después de todo
-Pues vamos a cazar algo- Le insistí
-No podemos perder mas tiempo, debemos llegar pronto a la capital- Necio como siempre, no había forma ya de hacerlo cambiar de opinión.
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The rising of rainbow wings
Teen FictionCon la llegada de un misterioso chico al campus, ella no solo revelara su verdadera identidad si no también un nuevo mundo donde la evolución tomo otro camino. En esta novela corta ilustrada te sumergirás en una aventura salvaje, fantástica y co...