CAPÍTULO 1

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Soplé contra todo aquel fuego que provocaban las once vela puestas con gran esmero sobre una apetitosa tarta de tres chocolates. Cuando logré apagarlas todas la habitación se llenó de aplausos y la gente comenzó a mirar más a la tarta que se iban a comer, que a mí, lo que agradecí, no conocía a una sola persona que disfrutara cuando le cantaban el cumpleaños feliz ni pensaba que existiera.
Después recibí muchos besos, abrazos y felicitaciones por cumplir mis once años pero en cuanto mis padres fueron a la cocina a por platos y cucharas para repartir la tarta escapé de todos y pude respirar y pasar inadvertida un rato, así pude fijarme en la decoración que mi madre había preparado con mucha ilusión desde por la mañana. En el salón había puesto un bonito cartel plateado en el que se podía leer:
"Felicidades Agnes"
Aunque las letras no paraban de saltar de un lado a otro complicando su lectura, luego por todo el techo había miles de farolillos flotantes que, casi se habían hecho con la casa junto a guirnaldas de todos los colores que parpadeaban como si fueran estrellas, todo provocaba un aire mágico y cómodo que amaba.
Al volver a la mesa decidí comer algunas de las chucherías que había esturreadas por toda la mesa pero justo cuando alargué mi brazo para coger una varita de regaliz, que eran mis favoritas, una rana de chocolate, de las muchas que mi madre había metido en un bol, saltó disparada de este pero justo cuando el resto parecían nerviosas por ser las siguientes en escapar llegó mi padre para cerrar el bol y luego comerse a la rana escapista, yo que lo había visto todo no pudo evitar reírme y este me miró sonriente mientras giraba la cabeza en tono de desaprobación, sin duda, todo aquello le seguía pareciendo increíble solo había que verlo en su mirada que no paraba de brillar viéndolo todo, sin embargo no pude seguir riendo con mi padre pues una estela mágica paso a mi lado rozándome el hombro, mi padre también la vio pero a diferencia de mi, no la siguió, yo salí corriendo tras ella pues estaba casi segura de a dónde me llevaría, choqué con algunos invitados y pedí perdón en demasiadas ocasiones pero me negaba a perder de vista aquella estela mágica hasta que llegó junto a su creadora, una niña pecosa, quién al tocar la estela con su varita está giro dos veces y luego desapareció. La niña miró a Agnes ansiosa y una enorme sonrisa burlona.
- ¿Lo has visto prima?, He de decir que era algo pequeña, no me ha salido muy bien.
Mi prima Juls siempre había sido bastante inquieta, muy diferente a mi, no era muy complicado darte cuenta de que siempre estaba pensando en un nuevo plan, sus ojos inquietos la delataban casi siempre y su manía de hacer tamborilear sus dedos sobre su muslo derecho cuando algo se le estaba ocurriendo, aunque no era lo único por lo que llamaba la atención, sin duda Juls era una chica guapísima de estas que hacen girar cabezas por la calle, era normal con aquella larga melena castaña clara, que siempre llevaba recogida en una larga trenza o una coleta alta y esos dos enormes ojos azules tan intensos, envidiaba aquellos ojos que nada tenían que ver con los mios color avellana, sin embargo, prefería mi pelo rubio, o como mi padre lo llamaba, del mismo tono que el trigo dorado, porque era idéntico al de mi madre y era como llevar una parte de ella siempre conmigo.
- Juls, no deberías hacer magia fuera de Hogwarts - le recriminé sin éxito pues no podía borrar mi sonrisa ansiosa, igual que la de Juls.
- Aja, seguro que te preocupa mucho que lo haga, como si no estuvieras obsesionada con entrar a Hogwarts - me dijo mientras me miraba con una ceja levantada y una sonrisa de oreja a oreja.
- Algún día dejarán de creer que lo haces sin querer, entonces ya hablaremos - por mucho que intentará regañarla, amaba a mi prima y todo lo que hacía, era cierto que era bastante impulsiva pero me parecía tan valiente y bromista que siempre había deseado parecer a ella en casi todo, había sido color una hermana mayor para mí, mi ejemplo a seguir aunque sin éxito pues yo carecía de todo eso.
Mi madre solía decirme que aunque no lo pareciese, yo poseía bastante carácter, lo que en parte era cierto pues a veces lo sacaba a relucir si algo me cabreaba demasiado, y que ser callada y calmada indica que era lógica y que me venía bien para muchas cosas como tomar decisiones pues era capaz de tomarlas con tranquilidad, sin embargo, yo lo veía como una desventaja, era obvio que el hecho de ser algo tímida no me había ayudado mucho a hacer amigos, tenía algunos del barrio pero tan solo eran vecinos con los que salía a jugar a veces, ninguno me conocía en absoluto, más que mi prima, por otro lado Juls siempre me decía que que cuando se me quitara la vergüenza no habría nadie que pudiera pararme jamás, que lo veía en mis ojos pero yo solo podía esperar con ansia qué tuviera razón.

Agnes SnydeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora