↬ʟɪᴛᴛʟᴇ ʟᴏᴠᴇ💓 [ʏᴏᴏɴᴊɪɴ]

ｕｎｏ

— ¡Tío YoonGi, despierta ya! -Fue el grito de una chiquilla de siete años.

—Te dije que no me despertaras. -Dijo el mayor que tenía la cara enterrada en la almohada.

— ¡Pero debes llevarme a la escuela! -Chilló de nuevo.

YoonGi abrió los ojos y de muy mala gana se sentó en la cama. Observó a su tierna y bonita sobrina que lo miraba con reproche.

— ¿Qué? -Murmuró con voz adormilada.

—Papá dijo que tú me llevarías. -Le recordó. —Y ya falta poco para el inicio de clases.

La niña hizo un enorme puchero y se cruzó de brazos. Esperando que su tío por fin se levantara.

—Eres una fastidiosa. -Dijo el mayor mientras bostezaba.

Min se levantó con pereza, estiró sus brazos y piernas, caminó al baño y se lavó la cara, después los dientes.

Cuando ya estuvo listo, tomó la mochila de la niña que tenía forma de un conejo rosa con una carita sonriente. A Min se le hizo horrenda y tuvo pena de llevarla colgada al hombro. Pero no podía hacer más, era su única sobrina después de todo.

— ¡Apúrate, tío! -La niña lo tomó de la mano y lo instó a moverse.

El mayor suspiró y poniéndose su gorra negra, salió junto a su sobrina con rumbo a la escuela.

— ¡Y cuenta hasta tres! -Gritó la menor que corría a esconderse tras un árbol.

YoonGi volvió a suspirar y contó. 

Iban a pie hacia la escuela, la niña le había dicho que tenían tiempo para jugar a las escondidas pues iban temprano, lo cual provocó que Min se sintiera traicionado ya que sus horas de sueño habían sido arrebatadas por esa niña malvada.

Cuando ya estaban cerca de la escuela, Min le entregó su mochila y se acuclilló a su altura.

—Bien mocosa, me vengaré. -Le advirtió mientras revolvía su largo cabello rubio.

La niña se quejó, pero sabía que su tío lo hacía jugando pues no la estaba lastimando.

— ¿DaHyun? -La llamó una voz masculina y agradable.

Tío y sobrina giraron sus rostros y la niña exclamó alegre: — ¡Profesor!

Mientras tanto, Min miraba al profesor de su sobrina con asombro.

Ese chico era hermoso, tenía un rostro tan angelical y dulce. Se veía muy joven y con ese mandil amarillo con dibujos de patitos lucía muy tierno.

Min quedó con la boca abierta.

—Disculpe señor, pero no puede tratar así a la niña. -Le dijo con voz calma y mirada firme.

— ¡Descuide profesor! -Dijo la niña un poco asustada. — ¡Él es mi tío!

—Yo... -Aclaró su garganta. —Lo siento, es solo que así jugamos, en ningún momento lo hago para lastimarla. -Dijo con seriedad.

El chico bonito lo miró con sospecha y extendió su mano hacia la niña. 

—Vamos, es hora de estudiar. -Dijo con voz dulce.

La niña se despidió de su tío, el chico bonito hizo una leve reverencia y ambos se fueron platicando hacia las instalaciones de la escuela.

Min sintió su corazón acelerarse. Había decidido que llevaría a su sobrina todos los días a la escuela a partir de ese momento.