Vivencia número 1

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Capitulo 1

Verano de 1996, 10 de diciembre.

- ¿Vamos a ir a buscarlo? – dijo Daniel aburrido.

- Nos queda demasiado lejos... y, si vamos a buscarlo, no tendremos tiempo para entrar en la casa – Luis nos insistía para que entrásemos – vamos a perder demasiado tiempo... si tiene miedo, pues que se mantenga alejado. Siempre ha sido igual de cobarde. Cumplir once años no le sirvió de nada.

- Sabemos cómo es – dije al fin – entremos, si llega a venir entonces va a ver las bicicletas.

- ¡Eso! – Luis me tomo del hombro.

- Bien, pero entonces serán ustedes los que luego le den explicaciones a Jorge... no tengo ganas de escucharlo quejarse – todos nos reímos al escuchar eso, estábamos hartos de que nuestro amigo Jorge se quejara de todo lo que hacíamos, pero aun así siempre lo invitábamos a nuestras aventuras, más por cortesía que por amistad.

Asentimos con la cabeza, ninguno quería quedarse fuera de esta nueva aventura. Teníamos delante de nosotros la casa abandonada de los Carrizo. Una antigua familia que, antaño, tuvo muchas fincas a su nombre y eran demasiado adinerados. Se dice que en esa casa se cometieron actos atroces, se hablaba de asesinatos, violaciones, secuestros, esclavos e, incluso, de ciertas competencias extrañas. Como si fueran olimpiadas del dolor. Se comenta que les gustaba apostar cuál de todos los concursantes quedaría en pie para ganar su libertad, que incluso invitaban a otras familias de dinero o iban a sus hogares. Todos creen que el dinero los volvió locos, por ello siempre se nos dice que la avaricia es mala y nos puede generar deseos extraños. Claramente ninguno creía semejantes palabras, todos estábamos allí porque éramos lo demasiado hombres para enfrentarnos al peligro de una casa abandonada sin que nada nos sucediese.

- ¿Traen las linternas? – pregunte nervioso.

- Claro, no vamos a entrar aquí con velas – Luis por el contrario se veía tranquilo y su actitud lo acompañaba.

- Si... - Daniel por el contrario, se veía indiferente.

- Bien – dejamos las bicicletas en la entrada de la casa.

El edificio tenia mala pinta, sus paredes pintadas de un color roble oscuro y sus ventanas tapeadas se veían tétricas. Su antigua construcción en conjunto con lo desarreglado del jardín, le daban un aire espantoso, por las noches decían que se veía arrastrarse a alguien entre las altas yerbas del lugar, y nada se comparaba con su pórtico principal. Una puerta descascarada de madera negra, alta y con dibujos de dos dragones mirándose de forma desafiante.

- Parece que la entrada al infierno se está cayendo - solté intentando alivianar mi tensión.

- El interior debe estar mucho peor, tenemos que tener cuidado de que el techo no se nos caiga... - Luis levanto la mirada a una de las ventanas del segundo piso – quiero ver como se ve este lugar desde tan alto. Estamos rodeados de plantaciones, debe ser una buena vista.

- Es una pena que ninguno de nosotros tenga una cámara... - Daniel miraba la entrada de la casa – para eso debía venir Jorge.

- Habrá que dejarlo para otra oportunidad, vamos a entrar – Luis saco un martillo que llevaba en su mochila y golpeo con fuerza el candado que estaba en la puerta – debe abrirse si le damos unos buenos golpes.

Ciertamente se abrió, pero luego de casi quince minutos de estar a los golpes sobre el dichoso candado. Nos fuimos turnando para intentarlo, uno a uno nos fuimos cansando, el calor nos hacía sentir mucha sed y, para cuando se abrió el candado, ya estábamos agotados casi del todo.

- No fuimos a buscar a Jorge, pero esta porquería nos tuvo como tontos un buen rato.

- Al menos ya logramos abrirlo – dije empujando la puerta y lanzando el candado hacia un costado – ya no debería haber nada tapándonos el camino.

Historias de un puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora