.00 Madreselva.

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¿Será que no soy digna de observar tus ojos,
albergue de estrellas?

La vida espera de tus manos la palabra y las flores se inclinan en irrevocable reverencia al oír tu nombre ondulante entre el viento. Palabras espiraladas viajan al cielo, esperando poder alcanzarte y la luna brilla y baila a tu alrededor con vergüenza, queriendo impresionarte.

Todas nuestras vidas se dedican a tu deseo, soñamos con tu infinita compañía. Gravitar a tu lado, ser tus hermanos, tus confidentes. Tener el placer de escucharte, tu voz acariciando nuestros oídos, tus secretos convirtiéndose en nuestras verdades.

Todas nuestras fantasías se dedican a tu imagen, soñamos con el privilegio de observarte. Admirar tus ojos de noche y tu piel de miel y ceniza. Tus cabellos elevados por el viento susurrante y tus ropas cimbreantes acariciando tu figura.

Tus pasos resuenan con gracia entre las paredes del palacio de los cielos, y tus palabras viajan de flor en flor, en boca de las abejas. Algunas veces he creído escucharlas susurrar a mi oído, derramar tus oraciones con la lentitud y la dulzura de su propia miel.

Ansiosa espero el día en el que pueda acariciar tu piel con yemas trémulas, rebosante del delirio que será el placer de tocarte. A menudo imagino este momento, cómo la tela de tus vestidos besará tu piel y cómo tus ojos de relámpago generarán una tormenta; cómo mi corazón palpitante se sentirá morir y cómo caerán las palabras de mi boca, deseando llegar a tus oídos.

InvernáculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora