Si no hubiésemos arrojado tanto al cielo, si no hubiésemos enfermado al mundo de tristeza. Los ríos lloran mientras los invades, los volcanes rugen desesperados intentando alejarte, todas las demás especies nos odian o nos temen.
Sus ojos de bronce miran desde su fragmento de hielo como tu barco traspasa su hogar y destruye sus presas. Ondulantes se mueven contra lo verde que queda en los suelos e intentan que no las veas, porque saben que sus pieles deseas. Tal vez el veneno o la mordedura tengan el poder de alejarte, quieren creerlo, casi lo sueñan, pero en el fondo entienden que la violencia sólo aumenta tu sed, pone otra excusa sobre tu pila por la cual convences la destrucción.
Muy pocas veces entiendo la forma en la que trabaja la mente, la humanidad, capaz de tantas cosas buenas y hermosas, siempre se decanta por las opciones más perversas. Romper, invadir, abusar, ensuciar, enfermar y destruir. Pocos son aquellos los que tienen el valor o la cabeza de negarse a seguir esas ideas, y todavía menos son los que efectivamente intentan pelear por ello.
Si tan sólo no hubiésemos arrojado tanto al cielo, si tan sólo no hubiésemos enfermado al mundo de tristeza.
La sexta gran extinción ha empezado de nuestra mano y no puedo hacer más que esperar mirando al cielo destruido y a los océanos sobrecargados, mientras albergo la esperanza y el deseo de que termine con nosotros y no con todo lo demás.
¿Crees que esto es lo que soñaba la Madre Naturaleza? Con la muerte de sus creaciones más divinas, el llanto de los cielos y las llamas de los bosques. Todas sus criaturas corriendo con desesperación, esperando poder llegar al próximo día.
Sólo mira al cielo, si es que aún puedes verlo, y absorbe la belleza de las estrellas, los cometas, las galaxias. Mira a tu alrededor y báñate con los colores, los perfumes y los sonidos, los cantos de los pájaros que llaman a su pareja y los vuelos de las mariposas que tan sólo duran un día. Admira la labor de las abejas, llevando vida de flor en flor y haciendo miel para sus hijas. Maravíllate por la majestuosidad de los tigres y leones, su andar acaracolado y sus ojos de reyes.
Admíralo, admíralo todo. ¿No vale la pena? Los colores, los perfumes y los sonidos. El lento baile de las flores en la brisa y las hojas cuando caen anaranjadas sobre el húmedo suelo del otoño. Los relámpagos que cortan el cielo y las nubes que lo adornan durante los atardeceres. El delirante paso de los glaciares y las grandiosas olas formadas por la fuerza de la Luna.
Todas las células palpitantes de vida, los insectos de ocho patas y los animales de largo cuello y plumas coloridas. Las alas llenas de lunares y las pequeñas antenas retorcidas. Los esqueletos iridiscentes en la luz del sol y los azules, que son los más difíciles y peculiares, flotando a tu alrededor. La reverencia de los sauces y el florecimiento de los cerezos, la resurrección de los girasoles y el perfume de las violetas, nomeolvides y madreselvas.
¿No vale la pena?
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Invernáculo
PoetryPoemas de medianoche y pensamientos surgidos del insomnio. "Tu rostro oculto debe embriagarse de Sol cuando tus risas reverberan por sobre mi espalda y siento tu cuerpo vibrar susurrante contra el mío. Los últimos pequeños rayos cayendo atrapados de...