Tu rostro oculto debe embriagarse de Sol cuando tus risas reverberan por sobre mi espalda y siento tu cuerpo vibrar susurrante contra el mío. Los últimos pequeños rayos cayendo atrapados de tu sonrisa y las estrellas que comienzan a titilar adormiladas se retuercen al oírte.
Pareciera que el viento queda congelado en su camino y que las flores se enderezan intentando acercarse al cielo. Qué raro será pensar que nunca te acercarás más que eso. Qué extraño debe sentirse ser el viento y viajar rozando las cortezas y acariciando los pastos, elevando las olas y llevando consigo a los pájaros.
A veces pienso en mi mente como pienso en una catarata, todas las imágenes cayendo descontroladas y amontonándose desordenadas; cómo chocan y se separan, se mezclan y entremezclan. Del azul y el rojo surge el violeta, y del amarillo y rojo sale el naranja.
Mucho tiempo pasé contemplándote debajo de los sauces, enredado en tulipanes, muchas veces pensé que nada tan perfecto podía ser real. Cómo la luz se acumula a tu alrededor y te hace ver santificado, cómo las criaturas se inclinan ante tu paso y cómo las mariposas se posan sobre tu cuerpo.
Te estrecho aún más fuerte, con mayor devoción. Temo que desaparezcas, que te conviertas en brisa y polvo, que el Sol se trague lo que quede de ti y que la tierra te deje debajo, bien debajo, donde no pueda alcanzarte. Temo que toques el centro del planeta y que te sientas tan a gusto que no quieras volver.
Siento envidia del viento, que choca contra cada centímetro de tu piel, y siento envidia del agua que corre a través y rodea tu cuerpo. Siento envidia del aire que completa tus pulmones y de tus cabellos que reposan contentos sobre tu cabeza.
Recuerdo la primera vez en que mi piel encontró la tuya, el temblor de mis manos y el cansancio de mi cuerpo al intentar mantenerse calmo. Cómo temía tocarte con más ganas y sólo me atreví a acariciarte, las yemas de mis dedos revoloteando sobre tu piel como abeja sobre la flor. Recuerdo tus ojos que parecían brillar bajo las estrellas y el momento en el que un pequeño rayo disparó desde tu piel hasta la mía, sinapsis externa. Siempre pienso que fue a partir de ese momento, destinos enlazados, mente, alma y cuerpo conectados.
El Sol agonizante vierte sus últimos brazos en tu boca y se traga tus sonrisas. Sin verte sé que tus ojos brillan encantados en verde esmeralda y que tus labios destellan en húmeda belleza. Me siento tan afortunado por tenerte en mis brazos, tu pecho temblando contra el mío.
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Invernáculo
PoetryPoemas de medianoche y pensamientos surgidos del insomnio. "Tu rostro oculto debe embriagarse de Sol cuando tus risas reverberan por sobre mi espalda y siento tu cuerpo vibrar susurrante contra el mío. Los últimos pequeños rayos cayendo atrapados de...