IV

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Me sentía un poco rara, la verdad. Yo en mi antiguo instituto siempre estaba rodeada de gente que me quería, ahora me giro y solo veo a desconocidos.

Tocó la sirena, y tocaba almorzar. Decidí comprarme una ensalada en la cafetería, no tenía mucho apetito.

- ¿Cómo va tu primer día?

Lo que me faltaba, me encontré con Sergio.

- Perfectamente bien, sí.- le mentí.

Encontré un banco allá a la otra punta, y decidí sentarme allí sin que nadie me molestaba.

Mientras caminaba hacia el banco, alguien me puso la zancadilla y me tropezé. Toda la ensalada a la mierda, y adivinar a quien se la tiré a la cara.

- Perdón Azahara de verdad, me he tropezado con alguien, y no me he dado cuenta.- le supliqué.

Se impulsó para darme una bofetada, pero Sergio le agarró.

- Que sea la última vez que te vea por aquí, niñata.

Era una tonteria lo que me habia dicho, era imposible que no nos encontraramos por aquí, ya que vamos a la misma clase y su novio es mi hermanastro.

Cuando ya era hora de volver a clase, me senté tranquilamente, y notaba caras raras hacia mi de parte de Azahara, pero era normal.

Tocaba la hora de irse a nuestras supuestas casas, y cuando salí de aquella aula estaba Sergio esperando, nos ibamos juntos a casa con su super coche.

- Sé que no ha sido por tu culpa.- dijo Sergio.

- Me alegra que pienses eso, suponía que me odiarias o algo parecido. Gracias.- le contesté.

- 'Aza', es así de cabezota, pero ya verás como os llevaréis perfectamente.

¿'Aza'? Que cool. 

Al llegar a casa, mi madre nos esperaba en la puerta.

- Hola niños míos, ¿como ha ido?

- Ogh, ¿encima preguntas?- contesté.

Subí corriendo las escaleras, y dejé la mochila en el suelo. Cerré la puerta y me tumbé en la cama a leer un rato.

8 am.

- Paola, ¡despierta! Nos hemos dormido.- me chilló Sergio.

Joder, ¿cómo podía ser? Buf.. ayer me quedé dormida mientras leia, un rato.

No me dejó ni ducharme, ya que llegabamos muy tarde.

- No vayas tan rápido, vas dando volantazos.- le dije.

- Déjame anda, es la última vez que te vienes conmigo.

- No ha sido solamente mi culpa, tú tambien te has dormido.- le respondí.

Al llegar, menos mal que estaban las puertas abiertas.

Cuando entramos, Sergio se desvió a su clase, y de repente viene una mujer un tanto extraña y con cara de enfado encarandose hacia mí.

- ¿Paola González? Acompañeme, por favor.. me dijo.

Beside youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora