Beside you

VIII

Domingo.

Estaba durmiendo, cuando de repente me llamaron James y mi madre.

- ¿Quién?- pregunté mientras me frotaba los ojos.

- Paola, cariño. Soy James, ¿estabais durmiendo? Queria deciros que nos vamos a quedar hasta el lunes por la noche. Estar tranquilos, estamos bien.

- Vale, pasadlo bien.

Colgué.

Desperte a Sergio para comunicarle la 'maravillosa' noticia. Emocionado, envió un mensaje a todo el instituto diciendo que habia fiesta en casa, como no.

- Tenemos que ir al supermercado, para comprar comida, para la fiesta.

- Me lo suponia. Me ducho y vamos.- le contesté.

De camino a comprar, me llamó Maria.

-Paola, tia. Hay fiesta en tu casa, ¿no? Vente a mi casa después de comer, y buscamos ropa para ponernos.

- Suena bien, nos vemos allí. Besos.- colgué.

Compramos bastantes cosas, llenamos el maletero. Al pasar por la Farmacia, Sergio bajo del coche y se metió en ella.

Al salir, le dije:

- ¿Se puede saber que hacias en la Farmacia?

Saca una bolsa de preservativos, y me contesta:

- Nunca se sabe cuando te puede servir.

Es gilipollas, la verdad. Que haga lo que quiera.

Al llegar a casa, me envió un mensaje Pablo:

- ¿Nos vemos esta tarde?

- No puedo, me voy a casa de Maria para buscar ropa para la fiesta de esta noche.

- Te llevo, a las 4 debajo de tu casa. Te quiero.

No sé que reacción tendran Azahara y Estefania cuando me vean con Pablo, y estoy demasiado intrigada por saber que caras harán.

4 pm.

Pablo es puntual, ya estaba en la puerta. Sergio me vio salir y entrar en el coche de su mejor amigo, pero la verdad es que no me importa, que vea lo que quiera.
Al entrar a su coche, nos saludamos. Con un beso, claro.

Llegamos a casa de María, bajé para tocar al timbre. Pablo me esperaba por si acaso no estaría.
- Paola, bonita. María está con fiebre, supongo que no irá a la fiesta. lo siento.
- Gracias señora, no se preocupe.

Entré en el coche de Pablo, y le dije:

- Está enferma.

- Mejor, porque tengo un plan.

Pablo no quería contarme el plan, hasta que llegamos a su casa.

- ¿Qué hacemos aquí?

- Mis padres están en Londres, y mi hermana con Sergio. Mi hermana tiene mucha ropa, si le coges un vestido no se va a dar cuenta.

- ¡Estás loco! No pienso ponerme ropa de tu hermana, ¿sabes lo que podría pasar? Además, que tengo mucha ropa en casa.

Nada, definitivamente está loco. Hizo como si no le hubiera dicho nada. Me agarró del brazo, y me entró en su casa.
Al ver su casa por dentro, solté un 'Madre mía'. ¡Tienen hasta ascensor!
Subimos a la habitación de su hermana, y tenía como 8 armarios.

- Pruébate lo que quieras, te espero abajo.

- Vale.- le contesté.

Busqué lo mínimo, para que Azahara no se diera cuenta de que le han rebuscado por sus armarios. Y en una percha al final del armario, emcontré un bonito vestido, con palabra de honor, negro. Era demasiado arreglado para una fiesta, pero todos irían con camisa y vestido, todos los de mi instituto son unos pijos.
Me lo probé y me recogí el pelo con una pinza.

Bajé las escaleras, y Pablo se quedo mirándome de arriba abajo mientras decía otro 'Madre mía'.
- ¿Te gusta?- le preguntaba mientras me soltaba el pelo.
- Me encanta.
Me agarró de la cintura y nos besamos.
- Oye Paola, no quiero ser tan pricipitado, pero... Ya es la hora de dar el paso, ¿no? Salír juntos, y que se entere todo el mundo, no me importa, lo que realmente me importa es que seas feliz.
- Pues claro idiota, siempre juntos. Te quiero.- le respondí mientras le daba un abrazo.

Pablo es uno de los pocos chicos que de verdad merecen la pena, en tan poco tiempo me ha demostrado muchas cosas, incluso más que alguien que podría conocer de hace 1 año.
Recogí el vestido y nos fuimos a casa.
- Oye, te podrías venir a casa a comer, y te quedas a dormir.
- Perfecto.- me contestó.

10 pm.

La gente iba llegando a casa.
Sergio iba con unos vaqueros, botines y una camisa. Pablo sin duda, iba el más guapo de todos, pantalones grises, camisa blanca y chaqueta negra.
Preparamos el salón con música, aperitivos, y bebidas.
Cuando estaban todos los invitados, nos pusimos a bailar, gente encima de la mesa, botando en el sofá... Estaba preocupada, podían romper algo o robar cualquier cosa.
Estefania se acercó a mi.

- Enhorabuena, que duréis mucho. Y por supuesto, que no te ponga los cuernos, como me pasó a mi.

Le di las gracias. Pero, ¿cuernos? Joder, eso me lo tendrían que haber dicho antes. Pablo no tiene pinta de poner los cuernos, mañana hablaré con él.
Azahara pasó por delante mía, y me cogio del brazo.

- ¿¡Perdón?! ¡Llevas mi vestido! ¿Qué haces con el?

- ¿Yo? No... Es mío.

- Te equivocas, me lo hicieron a mi, a medida. Es único.

Azahara fue directa a por una copa y me la tiró encima.
La música se apagó.