Capitulo 5

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Esa mañana me desperté con mucho entusiasmo y energía. Quería saber todo. Hoy iba a averiguar lo que necesitaba a través de la persona que más información debía tener; Roxanne.

Me vestí con una bermuda y una remera azul, e inmediatamente bajé las escaleras para buscarla. Este era el momento indicado, ya que sabía que Roxanne siempre madrugaba antes que todos, lo cual me daría ventaja y tiempo para hacer las preguntas que necesitara antes que los demás despertaran.

Como deduje, la chica ya estaba levantada, acomodando algunas cosas en la cocina.

-Buenos días –dije alegremente.

Roxanne se dio la vuelta, un poco sorprendida.

-¡Ey! –exclamó -. Me has asustado. ¿Madrugando, tú Michael?

-Bueno...- sonreí-. Estaba pensando que quizás viajar me ha vuelto más productivo.

-Bien por ti –dijo amablemente.

No sabía como empezar a preguntar lo que necesitaba, entonces se me ocurrió una idea.

-Oye, ¿ya has desayunado?

-No todavía. Estaba ordenando un poco la cocina.

Perfecto. Plan en marcha.

-¿Hay algún lugar por aquí cerca donde quizás podamos salir a desayunar? –pregunté, cruzando dedos para que hubiera algún lugar.

-Oh, sí –sonrió-. Conozco un lugar que seguro te gustará. Hay que caminar un poco, sin embargo...¿Eso sería un problema?

-¡No, por supuesto que no! –dije simpáticamente-. Me encanta caminar.

-Perfecto entonces. Voy a buscar dinero y podemos irnos.

-¡Oh, no! - objeté-. Yo me encargo de pagar, es lo menos que puedo hacer; me has dejado quedarme en tu casa.

-Bueno, en ese caso, podemos irnos –soltó una risita y se dirigió a la puerta de salida.

Salimos. Hacía un día hermoso. El sol brillaba con fuerza, pero el clima era confortable. Los pájaros cantaban y se veía gente en las calles trabajando; las mujeres regando las plantas, limpiando las ventanas, haciendo compras. Una vez más, sonreí porque tenía la posibilidad de estar en ese cálido y bello lugar.

-Qué hermoso día –comenté mientras empezaba a caminar.

-A que si –Roxanne miró al cielo y sonrió-. Es por eso que decidí vivir en Grecia. De pequeñas con Kerianne siempre veíamos fotos de la luna de miel de mis padres, aquí. Soñábamos con tocar este suelo –miró hacia abajo, nostálgica, como orgullosa de haber podido llegar al lugar en el que estaba-. Y mira donde estamos ahora.

Aprovechando que comenzó a hablar de Kerianne y su infancia, supe que ahora era mi turno de actuar.

-Debes estar muy orgullosa de tus logros. ¿Qué edad tenían ustedes dos cuando soñaban con viajar aquí?

-Oh... -dudó un poco-. Creería que 5 años –hizo una pequeña pausa, recordando-. ¡Sí! Cinco. Porque recuerdo que Kerianne acababa de mudarse con mi familia, y era algo callada. Asique decidí romper el hielo mostrándole algunos recuerdos familiares.

-Muy ingenioso. ¿Eres algo así como una hermana con ella?

-Dobla aquí a la derecha –me indicó antes de responder-. Con respecto a la pregunta... Si, supongo que sí. La quiero mucho. Prácticamente nos hemos criado juntas.

-Pero hay algo que no entiendo, ¿por qué se criaron juntas? –pregunté curioso.

-Ah sí... esa es una larga historia.

KerianneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora