Felicidad sobre mentiras.

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¿En que momento permití que destruyera mis muros y avanzaras con tanta facilidad?
¿Soy así de permisivo?¿asi de fácil?
Aun me da un poco de miedo lo que logras provocar en mi. ¿como aun sigo pensando en ti? ¿como aun no termino de sentir tus manos, tus besos, tus caricias sobre mi?
La primera vez que supe de tus labios, estos temblaban ligeramente sobre los míos. No sé por qué, pero yo no dejaba de sentirme ansioso. ¿los anhelaba? No lo sé. Aun soy capaz de recordar aquel aroma a alcohol proveniente de tu boca, de tu cuerpo. Estabas tan ebrio, pero aun así lograste hacer que mi cuerpo sufriera el más vergonzoso espasmo de lujuria. Realmente creo que te anhelaba de esa manera ¿alguna vez se me noto? ¿tan obvio fui? O ¿ simplemente fue un impulso de tu parte?
Me volteé dejando mi trasero en tus manos y lo tomaste de forma demencial. ¿Estabas aceptando este hecho? ¿nuevamente te dejabas llevar?
Todo mi interior hervía como jamas ardieron mis palmas con mi Don. Recorriste toda mi espalda con tu lengua terminando de introducirla en mi, apretando tan fuerte mis nalgas con tus manos endurecidas que por un momento creí que me arrancarías la piel, pero fue tan malditamente excitante que las voces tras la puerta en espera de ingresar al baño se amortiguaban en mi mente que únicamente pensaba en sentirte más adentro de mi ser.
Repetimos aquel demente sexo una y otra vez en diferentes parte de mi departamento al cual hace pocos meses me había cambiado como también lo había hecho de país. En tus vacaciones aparecías, también en tus días libres seguidos. Podíamos perdernos 3 días seguidos únicamente entregandonos sexo y compañía, pero aquella vez fue diferente. Tus manos ya no me tocaron con brusquedad y el sexo terminó con caricias repartidas por mi pelo, por mis labios, mis mejillas y una horacion que provoco que todo lo que teníamos se terminara.
Fue la decisión que había creído era mejor para los dos, pero mi corazón se sintió tan pesado, tan dolido y destrozado que el trabajo sin descanso fue mi única salida. Estaba bien como estaba llevando las cosas hasta ese momento, hasta que un día simplemente volviste aparecer frente a mi tan decidido y firme en tu postura. Ya no eras el Kirishima Eijiro al que había rechazado años atrás. Ya no.

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Aquella mañana kirishima había avisado que llegaría más temprano de lo acostumbrado vía mensaje al celular de Bakugo, sin embargo no había recibido respuesta alguna. Pensó que podría ser muy temprano y que aun estarían durmiendo y la idea de que esos dos se hubieran desvelado haciendo "cosas" lo irritaba.
"Vamos, Eijiro. Controlate" se dijo en lo que volvía a colocar atención en el camino.

Apenas eran las 7 de la mañana cuando Izuku se despertó cargándose una ereccion bajo sus bóxer. Le dedico una mirada a su compañero de cama y suspiro. Sabía que si tan solo intentaba acercarse a Bakugo este lo moleria a golpes, pero no podía evitarlo. Últimamente se le estaba haciendo casi divertido molestarlo de esa manera.
Lentamente se removió bajo las sabanas y se coló entre las piernas del rubio. El aroma de su amigo era tan intenso que fue capaz de hacerle soltar un gemido casi inadvertido sobre el miembro de este mientras sacaba su pene para comenzar a masturbar.

Bakugo se había despertado en el momento en el que izuku se introdujo entre sus piernas pero no lo quito.
Escuchaba los gemidos de este y los sentía también sobre su bóxer, pero no quería cortarle el momento, aunque lo hizo de igual forma.

• Deku...

El nombrado se incorporó alzando las sabanas hacia atrás dejándolos completamente al descubierto.
Se podía ver lo avergonzado que estaba el peliverde como también lo ansioso que seguía por continuar.
Ambos se observaron por algunos segundos antes de envolverse en un beso húmedo y pecaminoso. Se necesitaban y de eso no había duda alguna como tampoco excusa para seguir con ello.

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