“El cielo sigue nublado, ¿por qué siempre parecerá que va a llover y finalmente no sucede nada?” pensaba Kath mientras miraba el cielo. Caminaba hacia su casa con Dáimon a su lado, en absoluto silencio, ya que ni siquiera había comunicación mental. Kath se encontraba sumida en sus pensamientos cuando de pronto choca con algo, más bien, alguien. Al levantar la vista descubre que sólo se trata de Dáimon, sonríe sin muchas ganas y trata de rodearlo para continuar su camino pero éste se lo impide, Kath frunce el ceño y lo observa; tiene el entrecejo levemente fruncido y observa fijamente a Kath, quien se refleja en el hermoso verde de sus ojos, se mantiene firme frente a ella, no se mueve, no habla, “¿qué le pasará?” Piensa Kath.
- Está bien Dáimon, detente.
- No estoy haciendo nada. – Su voz se escucha neutral, nunca había visto a Dáimon así.
- Entonces, ¿Qué sucede?
- Creo que tú deberías hacerte esa pregunta Kath. – Dáimon suaviza la voz y sus hombros se relajan, al parecer ya no está tenso lo cual alegra a Kath, pero aun así no comprende lo que quiere decir.
- No comprendo…
- Tenemos que ir al salón de lectura, no puedo seguir viéndote de esta manera.
- Ah, es eso. – Kath suspira y se relaja notablemente. – Creí que había hecho algo o que quizás estabas molesto porque no pude evitarte la falta
- ¿Cómo crees? – Lanzó una sonora carcajada, pero inmediatamente volvió a ponerse serio – Pero hablo en serio, tenemos que ir.
- Dáimon, el Hyfforddiant ya cerró, será hasta mañana.
- No lo creo… - Sonríe maliciosamente y extrae de su bolsillo dos llaves.
- ¿Qué es eso? – pregunta Kath con evidente curiosidad.
- No sé, ¿qué parecen? ¿Galletas? – se mofa.
- ¡Dáimon! – Kath ríe y golpea el hombro de su compañero - ¡Sabes a lo que me refiero!
- Ven, acércate… - Kath se coloca de puntillas mientras que Dáimon se agacha un poco, aparta suavemente el cabello de Kath dejando al descubierto su cuello, se acerca y susurra – Digamos que tomé prestadas dos llaves del Hyfforddiant – El aliento de Dáimon provoca un ligero cosquilleo en el cuello de Kath, haciendo que ésta tenga un estremecimiento. Por unos segundos Kath queda atontada por la nueva y placentera sensación, hasta que procesa lo que acaba de oír.
- ¿¡QUÉ!? – Pega un brinco hacia atrás - ¿Cómo hiciste eso Dáimon? ¡Podrían echarte! Además, ¿Cómo las conseguiste?
- Fácil, ese asunto que tenía que atender era ir a buscar las llaves – Comienza a rodear a Kath mientras hace girar las llaves en su dedo índice – Sabes, si puedo meterme en la mente de alguien y traerle sus recuerdos más profundos, también puedo controlar sus acciones sin que se den cuenta, ni lo recuerden.
- ¿Hiciste que el guardia te entregara las llaves? – Dáimon se encontraba tras ella, sin necesidad de mirarlo estaba segura que estaba sonriendo de medio lado como acostumbra hacer. – O sea que quizás me has manipulado y ni cuenta me he dado.
- No, pero podría hacerlo… - Dáimon aparta con su mano el negro cabello de Kath, dejando nuevamente su cuello desnudo y susurra – Incluso podría hacerte mi esclava sexual – Kath se queda sin aliento por la impresión y una descarga recorre su cuerpo al sentir que Dáimon muerde el lóbulo de su oreja.
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El diario de Kath.
RandomKath Tywyll es una chica en tercer grado de entrenamiento, muy curiosa y con sueños muy extraños que la atormentan. ¿Qué son los humanos y por qué sueña constantemente con ellos? Una vez que Kath comience a investigar se llenará de más preguntas, ¿Q...