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"No sabíamos que lo teníamos todo, pero nadie te avisa antes de la caída. Y estoy devastado. No me dejes, estoy enfrentando la pérdida más grande de todas."

(The Greatest, Lana Del Rey)

—Seungmin.—Lo llamó Hyunjin desde la cocina viendo todas las compras que había dejado sobre la mesa.

—¿Uh?

—Tienes tantas cosas de osos y perros aquí. ¿Cómo sabes que le va a gustar eso al bebé? No sé ¿Y si a Nana al final le gustan las princesas? Además ¿Quién le compra esto a un recién nacido?—Preguntó levantando una lapicera de Winnie The Pooh.

—¿Quién dijo que eso era para Nana?—Le arrebató la lapicera.—Es mío, mira. ¡Y también compré estas notas!—Dijo enseñándole unas notas con imán por detrás decoradas con perritos en las esquinas.—Las hojas de tu lista de compras son muy anticuadas.

—¿Me estás diciendo viejo?

—Te estoy diciendo aburrido.

Hyunjin resopló y dejó un pequeño beso sobre su coronilla. Seungmin podía llegar a ser muy infantil si se lo proponía.

—No quise comprar nada más de bebés porque... porque no es lo mismo ir con ellos que contigo.—Confesó acariciando las orejitas de un perro amarillo. Acababa de regresar de una tarde de compras con Minho, Chan y Felix.

—¿Es en serio?

—Me hace más ilusión.—Confirmó asintiendo.

—Estoy libre el fin de semana. ¿Qué te parece? Podemos ir a visitar también la pista de hielo que empiezan a montar por estas fechas.—Le propuso atrayéndolo a su regazo sobre la silla del comedor mientras el omega sacaba todo de las bolsas.

Habían pasado dos semanas desde el celo, y estaban siendo muy cuidados y precavidos porque en su última visita al doctor, que había sido aproximadamente hace unos tres días, les habían advertido que estaban en la etapa en la que el bebé podría nacer cuando quisiera. De todas formas, Seungmin se sentía confiado porque su propio cuerpo no le avisaba ni sufría de molestias o bochornos en exceso.

Claro que caminar mucho a veces resultaba pesado y se fatigaba rápidamente, pero a pesar de eso estaba feliz de que su bebé muy seguramente sí cumpliría los nueve meses de incubación dentro de su pancita.

—Pero yo no sé patinar.—Puchereó triste el omega.—Me da miedo porque a los once años me caí y nunca he vuelto a poner mis pies en unos patines.

—No te dije que íbamos a hacerlo, sería peligroso que te resbalaras desde luego.—Le aclaró Hyunjin dejando un pequeño beso en su espalda.

—¿Crees que Nana esté aquí antes de Navidad?

—Estoy seguro. Ya casi es diciembre y tú ya pareces una tetera a punto de estallar.

—¡Hyunjin!—Lo reprendió con un manotazo.—Déjame en paz.

—Pero eres una teterita muy linda.—Le aseguró riendo mientras sobaba su cuello.

—Oye ¿Y tienes miedo?

—¿Miedo? No tengo miedo. ¿Tú sí?

—Jeongin me mandó un vídeo del parto natural de su mamá el otro día.—Le explicó con una mueca de asco.—Fue horrible verlo nacer. Pero el punto aquí es que temo por mi vida, Hyunjin ¿¡De qué te ríes!?

—Nada, nada. Es que ese vídeo del parto de Jeongin es muy bueno, en especial cuando su padre se desmaya.—Dijo conteniendo una risa.

—¿Pero acaso nadie oyó los gritos de su madre? Parece que le estaban sacando el alma. Le dije a los chicos y solo me dijeron que el parto natural va a dolerme, pero que la recuperación de la cesárea va a ser peor.

kerosene || hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora