La suicida que se enamoró.

Capítulo 3.

Celos, desaparición y una muerte inesperada.

Ya habían pasado dos semanas desde que lo vi besando a esa chica, lo evitaba todo el tiempo. Me cambié de asiento, lo veía y tomaba el camino opuesto, lo evadía, esquivaba sus preguntas para largarme lo más rápido posible... Alejandra terminó siendo mi gran amiga al igual que Nicolai, Rebeca y Leila, eran con los que más hablaba y salía. Aunque siempre que salíamos estaba Lucas, lo cual hizo que también termine siendo mi gran amigo. Chino (Lautaro) y yo hablábamos, nos llevábamos bien y de vez en cuando estaba en nuestras reuniones de amigos o salía con nosotros. Mi relación con él no era tan fuerte como con los demás porque siempre se encontraba con Dereck, eran como hermanos. Camila y Magda se separaron del grupo para estar en el de las "Zo-Pu" combinación de zorras y putas. No se cómo no tenían frío estando medio en bolas.
Ya en la cafetería llegó Dereck con la misma chica de la otra vez.

-Chicos les presento Dahiana, mi novia.- Me miró a mi, esperaba alguna reacción por mi parte lo se. Lo peor fue que la obtuvo, quedé muy pálida. Eso me había terminado de derrumbar. En estas dos semanas había comido muy mal, dormía poco y nada, sólo estudiaba y de vez en cuando salía para no levantar sospechas. Había vuelto a caer en depresión, y no sólo porque ese chico esté con ella. Jason me estaba haciendo la vida imposible desde que habíamos peleado. Las Zo-Pu me miraban con cara de asco y Dereck, bueno a el no le importaba en lo más mínimo. Creí que el era mi amigo al igual que Jason pero me equivoqué, me volvía a sentir como antes.

-Me alegro- puse una sonrisa o al menos eso intenté- permiso chicos, ya vuelvo.- me paré para irme, no lo soportaba. Agarré mis cosas y antes de salir alguien tomó mi mano... Dereck.

-¿Estás bien? Te encuentras muy pálida.- sus ojos denotaban preocupación. Y esa me daba asco. -Que se preocupe por su novia.- pensé.

-Perfectamente.- mentí.

Estaba llegando a la puerta de la cafetería, sólo quedaban un par de metros y una pared se puso frente a mi, me mareé aún más.

-¿A dónde vas Alex?- Jason estaba por empezar a molestarme, pero me defendería esta vez.

-Déjame en paz.- Mi voz parecía un susurro apenas se oía, no tenía fuerzas para hablar. Justo hoy que quería gritarle todo lo que pensaba de él no podía.

-A mi nadie me da órdenes ¿entendido?- me amenazaba con la mirada. Quería pedirle ayuda, mis pies temblaban. Se dio vuelta para irse y dio dos pasos, dejé caer lo mochila al piso, pesaba demasiado al igual que mi cuerpo. Me desplomé en el piso, me dolió todo el cuerpo menos la cabeza, mi cabeza había caído sobre algo blando.

Me desperté en una habitación blanca, arriba de una camilla. Había alguien a mi lado, pero me daba la espalda mientras charlaba por teléfono. Sonaba enojado, era Jason y seguramente estaba enojado por mi culpa.

-¿Jason?- hablé. Nuevamente mi voz era un susurro, pero él lo escuchó y eso era lo importante. Cortó la llamada sin despedirse, se volteó rápidamente y me miró con los ojos más comprensivos del mundo, había ternura en esa mirada, había preocupación. Y si, si quería que él se preocupase. No olvidaría jamás esa mirada.

-Alexa Henderson casi me matas del susto. ¿Eres idiota?- volvía a ser el mismo. Su miraba ahora estaba cargada de furia y... ¿Deseo? Miró mis labios y luego mis ojos.

-Lo siento, no te preocupes. No soy nadie.- me levanté para irme pero mis piernas no respondieron antes de chocar con el duro piso Jason me tenía nuevamente en sus brazos. Entró la enfermera, le pidió a Jason que me deje en la camilla y nos dejase a solas. Me dio un sermón por no comer bien y por la falta de sueño. Antes de salir le pedí a la enfermera que inventara una escusa para que Jason se fuese. Gracias a dios lo hizo. Jason me hacia daño y no lo quería en mi vida.