Capítulo II

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Segunda Parte

Ocho años antes en Carlisle, Cumbria.

La señorita Kassian caminaba con su canasta hacia la residencia de su amiga Cloe, para las dos disfrutar de unos sabrosos pasteles que había hecho para su amiga. Cuando de pronto, tropezó con una piedra y se cayó de lado, haciendo que se le cayera la canasta.

La muchacha trató de ponerse en pie, pero le fue imposible, su tobillo le dolía demasiado, cuando de pronto una mano la levantó.

La muchacha se quedó pasmada, al ver el hermano de su amiga a su lado, y sosteniéndola por la cintura, le preguntó:

––¿Se encuentra bien señorita?

La señorita Kassian se quedó hipnotizada, al ver aquel hermoso rostro, tan próximo a ella, y aquellos ojos azules, que la miraban preocupados.

––Sí estoy bien señor.

El caballero sonrió y trató de soltar el agarre que tenía a la muchacha, pero al hacerlo, ella casi se cae de nuevo, ya que, al parecer, tenía golpeado un pie.

––La ayudaré a sentarse en aquel árbol caído.

La joven asintió.

El caballero la ayudó, poyando la mano de la joven en su hombro, la llevó casi cargada y la sentó. Retornó por la canasta; gracias que todo estaba dentro, ya que la tapa estaba cerrada, así que, él abrió la tapa y colocó los pasteles en su lugar y levantó el frasco tapado, que tenía un jugo y también lo colocó a un lado.

La señorita Kassian lo observaba, se veía muy apuesto, de seguro que era el hermano de Cloe, que había retornado de Oxford, por las vacaciones de verano.

El joven volvió a su lado y colocó la canasta a un lado:

––¿Para dónde se dirigía?

––Iba a ver a una amiga.

––A causa de su caída, opino que le será imposible llegar, opino que se ha lastimado el pie, permítame verlo antes de ir por ayuda.

––No creo que sea buena idea mostrarle mi luxación.

––No se preocupe seré galeno.

––¿De verdad?

––Sí ––, sonriéndole a la muchacha se agachó.

La señorita Kassian más tranquila, extendió su pierna.

El caballero un poco nervioso levantó el borde del vestido, sacó los botines de la muchacha con cuidado y al hacerlo, vio su tobillo hinchado, así que dijo:

––Debo sacar su zapato antes de que se inflame más, le dolerá un poco.

La joven asintió.

El caballero sacó el zapato de un tirón y la muchacha gritó.

Él de inmediato le puso las dos manos en el tobillo, al sentir el toque, la muchacha se tranquilizó.

El señor Dave miró que, en la canasta, había una manta de cuados rojos, la sacó, la dobló, como era larga, la colocó como una venda en el tobillo de la muchacha y acto seguido se puso de pie.

Al ver los ojos llorosos de la joven, le pasó su pañuelo y sentándose al lado de ella, le indicó:

––No creo que podrá caminar.

––Sí, estoy de acuerdo con usted, me dolió mucho cuando me sacó el zapato.

––Se le pasará, esperaré un poco a su lado, en cuanto este mejor marcharé a buscar ayuda.

*Saga Caballeros 1*             Un Caballero Solitario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora