Capítulo III

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Tercera Parte



La cena estaba preparada, como cada mes, el señor Maxwell Miller se reunía con su amigo el señor Crusoe, cada semana para estudiar el Libro Sagrado y para cenar, una vez al mes.

La amistad de los caballeros se fortaleció, al retornar el señor Crusoe de Suecia, se encontró con su amigo por casualidad y este le habló de una residencia que estaban vendiendo en la misma ciudad de Devonshire, convenciendo al compositor de adquirirla, por la razón de que antes fue dueño un artista y está poseía un estudio de música, al lado de la residencia.

Al ver el señor Crusoe que las paredes estaban preparadas para la acústica, compró sin mucha dilatación la propiedad, la cual, colindaba con la del señor Miller y de esa forma los caballeros afianzaron su amistad.

Tocaron a la puerta y el mayordomo el señor Webb abrió la puerta:

––Buenas noches señor Miller.

––Buenas noches Frank, está Lucy bien.

––Si señor, ella está en la cocina preparando todo.

––Eso quiere decir que retornó.

––Así es, señor.

El señor Miller era conocido por todos en el pueblo y el caballero poseía una manera franca de tratar con las personas, sin importar su nivel social.

El señor Crusoe lo esperaba en el salón verde.

Los dos amigos se saludaron de forma cariñosa:

––Max ¿dónde está la invitada?

––No hable alto Ed, que su hija, lo puede escuchar.

––Mary no ha llegado, está visitando a una amiga, creo que debe de estar por llegar.

––En ese caso, le comentaré que mi hija no sabe que esta noche cenará con su querida amiga.

––Esa será una grata sorpresa para Mary.

––A qué hemos llegado Ed, hacer de zopenco de nuestras hijas.

––Ja, usted y sus palabras coloquiales.

––Y usted con su fineza de artista.

En la entrada de la residencia se estacionó un automóvil, la señorita Kassian estaba llegando a su morada, cuando vio descender a una dama, la cual, estaba siendo ayudada por un elegante caballero que la auxiliaba a descender del carricoche, más, no distinguió de quien se trataba. Pero al llegar a la verja de entrada, se quedó paralizada, frente a ella, estaba la señorita Cloe y su hermano.

La muchacha al reconocerla, se soltó del amare de su acompañante y fue se abrazó a la muchacha, diciendo:

––¿Es usted Kassian?

La muchacha no esperó respuesta, ya que la había reconocido y se abrazaba una y otra vez a su antigua amiga.

El saludo duró un tiempo, ya que la señorita Cloe era muy dramática.

––Oh, voy a matar a este zopenco, me trajo sin decirme que la volvería a ver.

La señorita Kassian le sonrió a su amiga, pero no miró a su acompañante.

––¡Qué feliz estoy! Lo mataré Dave, porque no me dijo que Kassian vivía en esta ciudad, mejor dicho, al lado de mi padre.

Los dos no se miraron y mucho menos hablaron.

*Saga Caballeros 1*             Un Caballero Solitario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora