Preludio

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Oye.

Sí, te estoy hablando a tí.

¿Te sorprendiste? No deberías, después de todo, yo soy tú.

O más bien, tú serás yo.

¿Piensas que soy cruel? Tal vez tengas razón.

¿Pero sabes... Por qué me volví así?

A diferencia de lo que todos piensan, yo solo pedía una cosa: silencio.

Quería volver a ser solo yo.

Poder conocer a las personas por primera vez.

Dejar de tener que escribir notas y pegarlas en las paredes de mi habitación para saber dónde me encontraba al despertar.

Acercarme a alguien sin odiarlo porque me dañó en otra parte.

Parar de decepcionarme al ver a alguien que me apoyó en otro lugar atacándome.

Que parara el constante dolor de cabeza por toda la información acumulada.

Quería que esta tortura acabara.

Ya no podía dormir, tenía miedo de hacerlo. Por eso me atiborraba de azúcar para mantener mi cerebro funcionando aún sin descansar.

Yo estaba sufriendo.

Solo por la curiosidad y el egoísmo de un adolescente inseguro fuí condenado a esta locura.

¿Tú lo habrías perdonado? Yo no pude.

Quise vengarme.

De él, del mundo, de aquellos que cambiaban, de aquellos que no llegaban.

¡Solo quería desaparecer todo!

Entonces ellas llegaron y me dieron poder.

Pero quería más.

"¿Si consigo el set completo... Podría acabar mi calvario?"

Lo intenté una y otra vez, pero siempre fallaba, todos siempre estaban en mi contra. Por eso decidí que si no podía liberarme, al menos callaría sus voces para menguar mi migraña.

Pero él era especial.

No me disgustaba su voz, él era tan puro... Y era solo para mi.

Yo existía para él, y él existía para mí.

Pero no pudimos ser.

Yo no podía aguantar las voces por mucho más. Mi cerebro parecía a punto de colapsar y mi mente era un puzzle que ni siquiera sabía cuántas piezas tenía.

Le pedí ayuda para cumplir mi objetivo y completar el set. Pero él se opuso, me traicionó. Así que yo lo traicione a él.

Para conseguir el poder, lo quité de mi camino como hice con muchos otros.

Pero eso me rompió más.

Así que decidí traerlo de vuelta una vez obtuviera el poder.

Pero ellos me lo impidieron, él volvió, en una forma en la que no me recordaba, que no me reconocía.

Se la llevó, me quitó la clave para recuperarlo y ser normal al fin.

¿Crees que fuí débil?

Tal vez es verdad.

Pero tú más que nadie sabrá si fuí o no débil.

Porque tú...

Serás yo dentro de unos años, Byakuran Guesso.

Hasta Que Me AceptesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora