Amarga verdad

166 22 22
                                    

—¡Saldré un rato mamá! —Anunció un castaño de ojos color chocolate.

—¿¡Ya!? ¿No crees que deberías esperar un poco más? —Le preguntó una mujer de rasgos casi iguales, solo que a diferencia de él, cuyo cabello parecía desafiar a la gravedad, el suyo era lacio.

—Estaré bien mamá, ya llevo dos semanas encerrado y necesito tomar aire.

—Está bien... ¡Pero ten mucho cuidado!

—Lo tendré y volveré antes de que oscurezca. ¡Ya me voy! —Se despidió dejando finalmente la casa cuya placa rezaba "Sawada".

Tsuna comprendía la preocupación de su madre, no era normal que su presentación y respectivo celo se adelantarán casi dos meses, pero necesitaba salir antes de que sus pensamientos lo consumieran.

Finalmente se había presentado como omega, y a pesar de que era algo ya esperado, su segundo género lo colocaba en una posición muy vulnerable dentro de la mafia, razón por la que Reborn había vuelto a Italia para tomar medidas de protección junto con Nono y Xanxus. Pero ni siquiera podía decir que era esto lo que mantenía su mente ocupada.

Los nuevos olores que detectaba, el cambio en su cuerpo debido a su presentación, y esa presencia en lo hondo de su ser que a veces reaccionaba a los estímulos exteriores y que nubló completamente su juicio durante su celo, su omega, eso era lo que en verdad lo preocupaba.

No sólo se había presentado de forma prematura, también había tenido un celo muy intenso. Shamal le resaltó este punto ya que era algo que solía pasar con omegas que ya habían encontrado a sus alfas destinados.

Pero él no conocía a su destinado.

Y a pesar de eso sentía a su omega rasgar en su interior y aullar en busca de su alfa, no entendía este comportamiento así que finalmente decidió salir de su hogar con la esperanza de que se calmara un poco.

Se recargó en la baranda del puente por el que pasaba y se puso a observar el lago, suspiró una vez más en el día y sacó su celular mientras comenzaba a caminar de nuevo. Pronto escuchó el tono de espera hasta que finalmente fue mandado al buzón de voz.

—Oye, ya es la quinta vez que te llamo. Al menos da señales de vida o pensaré que te ahogaste comiendo malvaviscos, y en serio eso sería ridículo hasta para ti. —Bromeó antes de ponerse serio otra vez—. Sé que vuelves el mes que viene, pero me vendría bien hablar contigo, aunque no me puedas ayudar seguro me animas con alguna de tus payasadas. Llámame cuando escuches esto, o si no le diré a Uni que tú te acabaste su pudín la otra vez. —Dijo y colgó mientras se paraba a esperar que el semáforo se pusiera en verde.

Le resultó incómoda la multitud que esperaba con él para cruzar la calle, reconoció el aroma de varios alfas y su omega se retorció en rechazo, a duras penas toleraba el aroma de sus amigos más cercanos, pero a los demás alfas los rechazaba al instante.

Finalmente el semáforo cambió y caminó a paso rápido para alejarse de esos olores, pero al poco de cruzar la calle sintió que el viento arrastraba hasta él otro aroma, uno muy parecido al de la brisa marina y al que se sintió extrañamente atraído, no era nada parecido a los otros olores que había comenzado a detectar tras su presentación.

Comenzó a seguirlo con su olfato, sin percatarse de cómo sus pupilas se dilataban mientras se acercaba al dueño de ese aroma y reconocía su segundo género.

Alfa.

Su omega exigió encontrar a ese alfa y tomó el control sobre sus acciones, llegando hasta un pequeño parque en donde era más fuerte el aroma. Pronto identificó al dueño como un chico que estaba recostado bajo la sombra de un árbol, a esa distancia no podía ver su rostro así que corrió para observarlo.

Hasta Que Me AceptesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora