know me first

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Hace más de 3 meses que no duermo. Hace más de 1 mes comencé a dejar de intentarlo. Solía tocar instrumentos, escribir, cantar, pero ya no puedo, no me encuentro inspirada, no me siento capaz...

Antes acostumbraba dibujar, pero ya no puedo siquiera tomar un lápiz sin distraerme de por medio. Me encuentro en una realidad donde mi único objetivo se ha convertido en vivir las historias de otras personas. Adentrarme tanto en ellas hasta olvidar completamente quién soy.

Hace una semana me internaron en un psiquiatra. Todo fue culpa de un ataque de ira, provocado por mis estados alterados de ánimo.

Comencé a gritar y golpear la pared sin siquiera darme cuenta cuán lastimados y sangrados estaban mis nudillos. Mi voz resonó en toda la casa, combinada con dolor y enojó, entre gritos ahogados y sollozos forzados.
Me sentía furiosa, me sentía harta de sentir mi corazón latir con fuerza y harta de querer llorar por cualquier cosa, así que mi instinto fue brusco e inesperado.

Lo curioso fue que hacer todo ese escándalo me ayudó a sentirme mejor emocionalmente, sin embargo mi madre no lo vio como una salida de escape emocional, sino como un indicio de algún tipo de enfermedad mental.

La adrenalina del momento me cegó.
Todo fue tan rápido que de un momento a otro, una luz blanca me encandiló, seguido de eso fuertes voces hicieron presencia dentro de mi cabeza, pero provenían de alguien que desconocía, nunca antes había escuchado una voz así de delicada e intimidante... Las luces se apagaron y caí rendida, perdiendo el conocimiento, perdiendo las riendas.

Cuando desperté me encontraba amarrada a una camilla, rodeada de enfermeros y escuchando los insultos descontrolados por parte de mi madre y miradas acusatorias de mi padre, quien al parecer ya había vuelto del trabajo. "¡CÓMO TE ATREVES! NO TIENES VERGÜENZA" "ERES UNA LOCA. PSICÓPATA"

Por suerte mis hermanos no habían presenciado el espectáculo. Digo por suerte, porque el solo hecho de que mis padres me vieran en ese estado me hizo carcomerme la piel de vergüenza y sentir mis puños y mi cabeza arder en coraje y frustración, últimamente todo era lo mismo, pero ellos no lo sabían, hasta hoy.

¿Quién lo iba a pensar? La niñita favorita de todos se estaba volviendo loca, la niñita ya no era una niñita. La niñita era un monstruo.

O simplemente era un pequeño e indefenso gatito con una carátula de león, tratando de esconder lo que sentía, tratando de tranquilizar sus ataques, con miedo a revelarse consigo mismo. Con miedo a mostrarse tal y como era.

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—¿Lalisa Manoban?— Una fuerte voz retumba en el solitario pasillo. Mis padres me toman de los brazos con fuerza, como si yo tratase de escapar, cosa que no he siquiera intentado. Me arrastran por el pasillo. Yo solo miro al piso.

—Es ella— Mi madre habla y me toma del mentón con brusquedad, haciéndome dirigir mi mirada hacia el hombre que dijo mi nombre momentos atrás.

—Que pase— El hombre es alto, esbelto y de tez blanca. Su cabello es castaño oscuro, y sus rasgos son simétricos. Su cara es inexpresiva, no transmite nada —Ella sola— Mira a mis padres desafiante y me empuja hacia el pequeño cubículo, cerrando la puerta detrás de el sin darle tiempo a mis padres de siquiera actuar.

Desde el centro del cuarto me dispongo a mirarlo expectante. Toma asiento en su escritorio y me dirige miradas rápidas mientras se acomoda. Yo sigo sin moverme.

—¿Y bien?— Levanta una ceja —¿Vas a sentarte o te vas a quedar ahí parada como una estúpida?— Entrelaza sus manos por encima del escritorio.